Que los tiempos han cambiado lo sabe todo el mundo pero aún hay a quien le cuesta más enterarse. Caída libre, segundo largometraje de la directora teatral Laura Jou, llega con claros ecos de La pianista (Michael Haneke, 2001) para contar la caída a los infiernos de una prestigiosa entrenadora de gimnasia rítmica que trata de manera despótica a las adolescentes del equipo olímpico español.
Una mujer fría, inflexible, que repite sin cesar el lema de "disciplina y esfuerzo" a la que interpreta Belén Rueda, que vuelve a colaborar con Bayona (en este caso, productor) después del megaéxito de El Orfanato (2007). Reina del grito, a Rueda también la hemos visto triunfar en thriller como Los ojos de Julia (Guiller Morales, 2010), El cuerpo (Oriol Paulo, 2012) o la argentina No dormirás (Gustavo Hernández, 2018).
El personaje de Marisol, con el que la actriz reconoce que le costó empatizar, le permite lucirse interpretando a una mujer "odiosa" pero no del todo mala a la que la necesidad de control y la ambición ha ido apartando de sus emociones. Vemos también ese cambio de época por otra nueva en la que existe mucha menos tolerancia por los "genios despóticos" que maltratan a sus inferiores.
Como el propio título indica, es esta la historia de una estrepitosa caída ya que vemos como la "perfecta" Marisol ve derrumbarse su mundo, tanto profesional como sentimental ya que su matrimonio con un hombre más joven del que está enamorada (Ilay Kurelovic) entra en una grave crisis. De fría y cerebral, la protagonista comenzará a perder los papeles en un título planteado como un thriller.
Pregunta. ¿Siente que esta Marisol puede ser uno de los papeles más importantes de su trayectoria por su complejidad?
Respuesta. Solo he podido disfrutar la película a la tercera vez que la he visto por las dos primeras solo podía fijarme en si han cogido esto o lo otro… Es un personaje que ya desde que leí el guion sentí que tenía muchas cosas de que hablar con la directora. Tiene mucha miga.
P. Sin duda, no es la mejor persona del mundo. ¿La ve como mala?
R. No es una psicópata. Dice continuamente eso de "orden, rigor disciplina" y no se permite la imperfección, la emoción, la debilidad o la vulnerabilidad. Es un personaje muy complejo, la ven desde fuera con una dureza en la que parece que es impenetrable pero se ha puesto un montón de caretas. No se permite salir de esa perfección que está exigiendo a los demás pero también se exige a sí misma.
P. ¿Es también Mariol un símbolo de una era de "genios despóticos" a los que se permitía que tiranizaran por su prestigio?
R. Su generación es la misma que la mía. A nivel laboral y personal se ha creado un estereotipo que tienes que cubrir de éxito, metiendo siempre esa idea del éxito que es una trampa absoluta. Es un estatus que te pedía la sociedad y querías estar a ese nivel. Marisol va buscando la perfección con su filtro, con su idea, pero también porque la sociedad se lo está exigiendo. En el interior hay una persona vulnerable que se ha cubierto para no sufrir y sin darse cuenta se ha convertido en una maltratadora. A su vez, cuando su mundo se cae, vemos cómo puede parecer que a cuando tienes una cierta edad ya está todo decidido pero siempre puedes hacer algo.
»Respecto a los "genios despóticos" esto se permitió porque parecía que tenías que ser así, esa idea de que no hay que poner las cosas fáciles para forjar el carácter. En este caso, Marisol entrena a niñas que compiten en torneos internacionales de gimnasia rítmica. Son niñas, no están formadas a nivel personal, y el impacto es muy grande. Ella lo dice: "No hacemos deporte, hacemos competición". Encima, estas niñas son arrancadas de sus familias y la entrenadora se convierte en su madre.
»Estas malas praxis acaban creando un dolor muy grande que luego van a arrastrar toda la vida. Luego están las competiciones que son muy estresantes y duras. Es una película muy personal y muy íntima, un thriller sin sangre. Cuando las cosas no le salen como cree, reacciona con ira. Y comienza a hacer cosas muy extrañas. Ella se está intentando proteger pero me gustaría encontrarme con esta persona y decirle que hay otra forma de hacer las cosas. Tiene material dentro para poder ser diferente pero nunca lo ha usado.
P. Surge la obsesión por el control. ¿Nos pierde la necesidad de quererlo tener todo verificado?
R. A través del control ha conseguido lo que quería a nivel laboral y personal. El problema es que cuando quieres controlarlo todo y vas marcando un camino, es como si cada mañana pudieras escribir lo que va a ser el día. Sin embargo, la vida te tiene reservada cosas que no sabes y Marisol no sabe gestionar la improvisación emocional. Le ha funcionado, ha tenido mucho éxito y piensa que sin eso no hubiera llegado tan lejos. Pero la vida trae cosas buenas y momentos de bajón. Cuando está en el hoyo, tanto personal como laboralmente, surge ese sentimiento de injusticia. Ella se pregunta: ¿Con todo lo que he trabajado? ¿Con todo lo que he luchado? ¿Cómo es posible?
P. Se critica a la generación Z de ser “demasiado blanda” y que no se les educa para la dureza de la vida. ¿La letra con sangre entra por mucho que digan?
R. En la película, mi ayudante tiene una idea de entrenamiento más actual, más auténtica. Marisol dice eso de "no me tienen miedo, me tienen respeto". Hay palabras que definen una actitud y si tienen miedo a decir lo que piensan lo que te tienen es miedo. Cuando aciertan y cuando no, también hay que aplaudir. Lo mismo sucede con los actores en las películas.
»La actriz que interpreta a Angelica (la estrella del equipo olímpico que dirige la protagonista) es una refugiada ucrania, Maria Netavrovana, que es gimnasta profesional. Llegó a España huyendo de la guerra con una vulnerabilidad extrema. Era importante crear un lugar de trabajo en el que se sintiera segura y si no hubiera sido así no habría sacado todo lo que ha sacado. He trabajado con directores despóticos, los he visto. El miedo te atenaza.
P. ¿Cómo es la vida de Belén Rueda en la edad madura?
R. Estoy en una fase de mi vida en el que disfruto mucho. Si me preguntas cómo me veo dentro de 15 años, ni lo sé ni me importa. He tenido un recorrido personal con mis hijas que me han dado la vida, son mis pilares más fuertes. Esta es una profesión en la que cuando haces dos películas que funcionan parece que eres Dios y no te va a faltar el trabajo pero luego no es así. A nivel profesional me han intentado poner muchas etiquetas, mi intención es no ponerme nunca límites a mí misma.