Ya sea una decisión consciente o subconsciente, con su película The Apprentice, el director Ali Abbasi (Teherán, 1981) suma tres dedicadas a monstruos. La primera entrega de esta trilogía no premeditada sería Border (2018), donde exploraba el rechazo al diferente a partir de una comunidad de troles. En la segunda, Holy Spider (2022), sacaba a la luz los crímenes de un asesino en serie en Irán.
Y el largometraje con el que concursa este año por la Palma de Oro en Cannes se remonta a los años setenta para discernir las vivencias y encuentros personales que hicieron evolucionar a Donald Trump de un donjuán veinteañero, que ejercía de vicepresidente de la empresa inmobiliaria familiar, a una de las mayores amenazas actuales para la democracia mundial.
El realizador ha tomado los mandos de un guion escrito por el periodista Gabriel Sherman en el que trata de empatizar con una personalidad pública que hoy despierta una retahíla de adjetivos negativos. Tras el empresario arrogante, fanfarrón, mentiroso y egoísta hay un ser cuyo misterio humano, The Apprentice, trata de sondear.
"En 2011, durante la rueda de prensa de Melancolia, Lars von Trier dijo que entendía a Hitler y se fue liando hasta que la cosa empeoró y terminó expulsado del festival, pero hay algo de verdad en sus palabras", comentaba Abbasi durante la rueda de prensa.
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"Los monstruos más despreciables de la historia también fueron amables con alguien, también desarrollaron sentimientos", seguía desarrollando el director. "La intención tras esta película ha sido deconstruir la imagen mitológica de Trump y bajarlo a tierra como una persona común. De ahí se deriva la empatía, pero eso no implica que olvides lo que hizo. Si hay una misión catártica en este proyecto, es la de buscar la humanidad detrás del icono".
Como era de esperar, en estos días, el portavoz principal de la campaña del candidato republicano, Steven Cheung, ha declarado que van a emprenderse acciones legales contra el largometraje. Consultado por la amenaza, el director ha bromeado con la cobertura mediática que se da a la enormidad de denuncias que realiza Trump y la nula información sobre las escasas que prosperan en el juzgado.
"Me lo imagino sentado en Nueva York o en Florida, diciendo 'estos liberales han hecho esta jodida película, una conspiración degradante', pero pienso que The Apprentice no le desagradaría necesariamente. Podría sorprenderle. Es más, le ofrecería conocernos, hablar del contexto y tener después una charla", contraataca Abbasi.
El director estuvo leyendo anoche las críticas que ya han salido publicadas y le ha alegrado la definición de su cuarto largo como un "telefilme mierdoso": "Lo han pillado", ha asegurado.
"Esa era la intención, queríamos embeber el material de archivo del momento de manera invertida a la técnica habitual de Stanley Kubrick y Paul Thomas Anderson", continuaba Abbasi. "Si ellos van de menos a más, nosotros lo hacemos de más a menos, para plasmar la evolución vital del protagonista: al principio es brillante, está aprendiendo y formándose, de manera que usamos 16 milímetros, y la caída en picado está rodada en vídeo y parece, efectivamente, mierdosa".
Equilibrios en la cuerda floja de la caricatura
Sebastian Stan abandona la apostura y la forma atlética de su personaje del soldado de invierno para Marvel para metamorfosearse en el multimillonario. Su interpretación es un crescendo que arranca con sutilidad y va engrosándose en tics y flacidez sin caer en la caricatura.
"Hay millones de formas de encarnar a este tipo y casi todas cercanas a una imitación de Saturday Night Live. Todavía no sé cómo no hemos caído ahí, porque es muy fácil rebasar una línea tan fina, pero Stan ha tomado prestado videos de su vida y los ha ido adaptado a cada periodo en el tiempo", ha alabado el cineasta iraní nacionalizado danés.
El actor, por su parte, ha compartido que ha dedicado siete días a la semana 24 horas al día a escuchar a Trump en entrevistas en YouTube allá donde iba: "Por la calle, en el baño… En el tiempo limitado del que dispuse no abandoné mis iPod".
Fausto contemporáneo y brazo derecho de McCarthy
Tras la forja del tóxico dirigente actual estuvo el abogado Roy Cohn, célebre, entre otros controvertidos capítulos de la historia de su país, por ser el brazo derecho del senador Joseph McCarthy durante el período de las audiencias anticomunistas y por estar tras la sentencia a la silla eléctrica del matrimonio Rosenberg. La película sitúa su encuentro con Trump en el exclusivo Le Club, donde el fiscal lo mira como un Fausto deseoso de comprar su alma.
Jeremy Strong incorpora al personaje, pero no ha estado presente en el festival francés para defenderlo. Sí lo hizo con una carta que Abbasi leyó al inicio de la rueda. En ella se excusaba por estar comprometido con la representación en Broadway de la obra de Henrik Ibsen Un enemigo del pueblo, "frase que ha sido empleada por gente como Stalin, Mao, Goebbels y, recientemente, por Donald Trump, cuando denunció a los medios falsamente de difundir bulos, una muestra fehaciente de que vivimos en un mundo donde la verdad está siendo asaltada".