Liyah Mitchell, una trabajadora sexual negra y trans de Georgia (Estados Unidos), estaba un día en su casa con un cliente y se disponía a practicarle sexo oral cuando vio que este había dejado encima de la cama una enorme pistola. “Me acojoné. Honestamente, fue uno de los momentos más aterradores de mi vida”, reconoce sonriendo, casi divertida.

A continuación se desató una escena de película de acción: ella cogió la pistola, le apuntó, él se acercó y ella, asustada, apretó el gatillo varias veces (afortunadamente, estaba puesto el seguro). Entonces se enzarzaron en un largo y violento forcejeo durante el cual ambos cayeron por las escaleras de la vivienda mientras luchaban por el arma. Ella salió a la calle y se parapetó detrás del coche de su vecino, mientras él se metió a toda prisa en su propio vehículo y escapó de allí a todo gas.

Ella respira aliviada y decide que nunca más volverá a hacer “trabajo sexual”. Pero justo después él le manda un mensaje en el que le dice que le ha arruinado la noche, que está todo magullado y cojeando, que es un rapero conocido de Atlanta y que siempre lleva encima su pistola por protección. Ella le contesta: “Entonces, ¿aún quieres hacerlo?”. Giro de 180º en los acontecimientos: él vuelve a casa de ella, se presentan de nuevo, borrón y cuenta nueva. “Y decidimos follar”.

La anécdota, tan reveladora de los peligros que corre su protagonista como del estoicismo y del humor con que los afronta, abre el documental Kokomo City, que acaba de llegar al catálogo de Filmin. Dirigida por D. Smith y ganadora de los premios del público en los prestigiosos festivales de Sundance y de Berlín, la película recoge los testimonios de Mitchell y otras tres mujeres trans afroamericanas que realizan trabajo sexual (llama la atención que en ningún momento se emplea el término prostitución): Daniella Carter, Dominique Silver y Koko Da Doll.

La secuencia inicial fija también el tono de la película, más reivindicativo que dramático, más gamberro que lacrimógeno, a pesar de la dureza de unos testimonios en los que predominan la precariedad, el rechazo familiar y social, el miedo, la violencia, la hipocresía moral y la frustración.

Lamentablemente, todo esto queda opacado por el trágico asesinato de una de sus protagonistas, Koko Da Doll, el 18 de abril de 2023, apenas tres meses después del sonado estreno del documental en Sundance y poco antes de que se exhibiera en un festival de Atlanta (Georgia), su ciudad. Tenía 35 años.

Un joven de 17 fue arrestado unos días después como sospechoso de haber cometido el crimen, pero el caso sigue abierto y, aunque en aquellos primeros meses de 2023 ya habían sido asesinadas otras dos mujeres trans negras en Atlanta, no hay indicios de que el móvil del crimen fuera la condición transexual de Koko.

Koko Da Doll, una de las cuatro protagonistas de 'Kokomo City', asesinada poco después de la realización del documental

Kokomo City es el debut en el cine de la cantante y productora musical D. Smith, nominada a dos Grammys y colaboradora de artistas como Lil Wayne, Kendrick Lamar, Katy Perry o Andre 3000. Ella también es una mujer trans afroamericana y decidió hacer esta película para “humanizar la experiencia transgénero”, y más concretamente en el seno de la comunidad negra.

Pregunta. El documental cuenta una realidad dura, pero con mucho humor. ¿Por qué decidió apostar por este tono?

Respuesta. Elegí este tono porque es real. Porque es negro. ¡Porque somos nosotras! Sabía que funcionaría porque era diferente. Pero honesta y egoístamente, hice la película que me gustaría ver. Para mí no hay tema que no pueda contarse de forma innovadora. ¡Definitivamente es hora de actualizar las reglas sobre la narración queer!

D. Smith, directora de 'Kokomo City'

PEl asesinato de Koko Da Doll es la triste confirmación de que los peligros que se denuncian en la película son muy reales. ¿Ha podido recuperarse de su pérdida?

R. Es una rara dicotomía la que sientes cuando pierdes a alguien tan cercano. He aceptado que estaba destinada a estar en esta película tanto como a que nos la arrebataran. Es un verdadero honor haber podido captar su verdadero yo en esta película antes de que fuera asesinada, porque podría haber sido simplemente otra mujer trans asesinada en Atlanta. Ella demostró en Kokomo City lo bellas que pueden ser las mujeres trans.

"Las mujeres trans negras somos siempre las más atacadas. Y los hombres de nuestra comunidad nos matan". D. Smith

PAparte de este trágico suceso, ¿han recibido usted o alguna de las demás protagonistas críticas o reacciones negativas por esta película?

R. En general, hemos recibido increíbles elogios y apoyo por parte de personas de todo el mundo. Por supuesto, siempre hay quien expresa su proverbial ignorancia online, pero no se acerca ni de lejos a la enorme ola global de aplausos que ha tenido la película.

P. ¿Cree que la situación de las mujeres trans negras es mucho peor que la de las trans blancas?

R. No trivializo las experiencias de ninguna mujer trans. Pero es muy difícil comparar las dos. Siempre son las mujeres trans negras las que hacen los mayores sacrificios por el cambio. Somos las más ruidosas cuando se trata de justicia. Siempre somos las más atacadas. Y los hombres de nuestra comunidad nos matan. No digo que sea fácil para las mujeres trans blancas, pero ciertamente no es tan difícil como lo es para las mujeres trans negras.

Daniella Carter, una de las cuatro protagonistas de 'Kokomo City'

PEn la película, Daniella Carter hace hincapié en que la propia comunidad negra es la primera barrera de rechazo que han encontrado como mujeres trans. ¿Cree que hay más homofobia dentro de la comunidad afroamericana que fuera?

R. No estoy segura de si hay más homofobia en la comunidad negra que en el resto de la sociedad, pero los negros ciertamente son más transparentes al respecto públicamente. Es parte de nuestra cultura ser criados con privaciones emocionales donde tenemos que expresarnos en secreto, incluso cuando somos niños. Cuando crecemos, estamos sin curar y emocionalmente desquiciados. La iglesia negra no ayuda en nada. Entonces, dondequiera que vayas como niño negro, estás rodeado de gente mal informada.

PUsted misma sufrió las consecuencias de transicionar. Se dedicaba a la música y cuenta que dejaron de ofrecerle trabajo. ¿No ha podido recuperar su carrera en la música desde entonces?

R. ¡Estoy trabajando en un nuevo proyecto ahora mismo que me permite producir toda la música que jamás podría soñar! Me está llenando. No tengo que perseguir a un sello discográfico, un manager musical o un artista para obtener permiso o validación. Estoy siendo D. Smith. Un par de sellos se han puesto en contacto, pero mi agenda está un poco loca estos días.

Liyah Mitchell, una de las protagonistas de 'Kokomo City'

PActualmente hay mucho debate social en torno a la prostitución. Mucha gente opina que debería abolirse. ¿Qué opina usted?

R. Durante el rodaje de Kokomo City, las chicas me enseñaron lo importante que es poder ejercer el trabajo sexual. Mi único comentario es que lo apoyo, pero no animo a nadie a que lo haga. Espero que podamos dejar de ver el trabajo sexual como una opción de iniciación para las mujeres trans jóvenes. El mundo está lleno de oportunidades ahora gracias a los pioneros trans y queer. Tienes opciones, el trabajo sexual ya no es la única salida.

"El mundo está lleno de oportunidades ahora gracias a los pioneros trans y queer. El trabajo sexual ya no es la única salida". D. Smith

PEsta ha sido su primera película. ¿Cómo ha sido la experiencia de grabar, montar y producir su propio documental?

R. De antemano ya sé que esta ha sido y siempre será mi experiencia favorita haciendo películas. Nada podrá reemplazar esos recuerdos, esa urgencia, esa desesperación. Era puro. Era honesto.

PHa dicho que contactó con cinco directores y ninguno quiso dirigir Kokomo City y que por eso decidió rodarla usted misma. ¿Por qué cree que se negaron?

R. No creo que fuera por el contexto, sino por la dirección y el tono que yo quería dar a la película. Era como “¡sí, mujeres trans desnudas filmadas en blanco y negro y fumando hierba!”. Pero llegado este punto, no me importa en absoluto por qué se negaron.