Julia de Castro (Ávila, 1984) y María Gisèle Royo (Caracas, 1983) coincidieron en la prestigiosa y selecta Academia de Roma entre 2017 y 2018 con becas en artes escénicas y en cine, respectivamente. Como Julia tenía Vespa, a María no le importaba acompañarla a cualquier parte, incluso a algo tan aburrido y burocrático como pedir el codice fiscale, el número de identificación fiscal italiano. Mientras esperaban, De Castro se giró hacia Julia y le dijo: “Siempre he querido hacer un remake de Corridas de alegría (1982)”.
“Yo me quedé frita en el sitio”, recuerda Royo. “Me sorprendió que Julia, que es de Ávila, conociese esta película de Gonzalo García Pelayo, porque no es de las más conocidas de su filmografía, como pueden ser Manuela (1976) o Vivir en Sevilla (1978). Es una película que respira el espíritu de pasárselo bien en el rodaje, así que le dije que sí del tirón”.
Seis años después de aquel primer chispazo, y tras una exitosa trayectoria en festivales, On the Go, que no ha acabado siendo exactamente un remake de Corridas de alegría aunque mantenga el mismo espíritu viajero y contracultural y la reivindicación de una particular idiosincrasia sureña, ha llegado a las pantallas españolas tras casi un año de exitoso recorrido por festivales nacionales e internacionales.
La película es una libérrima road movie de 72 minutos en la que seguimos a Milagros (Julia de Castro), una mujer que vive sus últimos años de fertilidad y que se obsesiona con la idea de ser madre, y a Jonathan (Omar Ayuso), un joven que consuela sus penas con apasionadas citas de Grindr.
Ambos huirán de sus problemas en un descapotable que les llevará de Sevilla a las playas de Cádiz, en compañía de la inefable Reina de Triana (Chacha Huang). Todo ello, en un filme lleno de música con artistas como Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, Álvaro Romero, Paco Soto, Leo Leal o Patricia Caballero.
Pregunta. Julia, ¿por qué le atraía Corridas de alegría?
Julia de Castro. Yo la conocí por Eduardo Chapero-Jackson. Tiene ese espíritu de los 80 que me recordaba a mi infancia y me producía mucha nostalgia. Además, yo estoy muy relacionada con los coches y me encanta viajar, y me recordaba a un momento en el que el coche parecía un objeto menos individualista, menos práctico y más conversacional, experimental incluso. Es gracioso porque el mismo día que hablé con María de la película, la proyectamos en una sábana para nuestros compañeros en el idílico convento en el que vivíamos en Roma y muchos salieron horrorizados. Pero María y yo veíamos un futuro creativo.
María Gisèle Royo. Poco después, le escribí a Gonzalo García Pelayo y a los 5 minutos me estaba llamando. Me contó que esa semana tenía que presentar Frente al mar (1978) en un cine club de Chipiona, pero que tenía billete hasta Jerez y no sabía cómo llegar hasta allí. Le dije que yo le llevaba y me planté en Jerez para recogerle, le puse un micrófono y le empecé a hacer preguntas sobre la película. Ahí empezó una relación que también hizo posible la película.
P. ¿Cómo lograron captar ese espíritu sureño del filme?
M. R. Yo nací en Venezuela, pero me crié en Sevilla de los 5 a los 19 años. Todos los veranos y cuando hacía un poco de calor tirábamos para Cádiz, y esas playas y esa carretera de Punta Paloma siempre me parecieron de escenario de película. Muchas de las localizaciones proceden de mi infancia, porque yo ya quería ser directora de cine con 8 o 9 años.
J. C. En la película hay un diálogo en torno a lo andaluz, porque también hay una mirada externa y exótica. Y no solo depende de mí, sino también de nuestro brillante director de fotografía, Ilton K. Do Rosario, angoleño criado en Holanda que pisaba por primera vez Andalucía. Y luego está la mirada interna de Maria, con sus paisajes de la infancia y una esencia muy localista, incluso en bromas que yo misma no entendía.
P. La película está muy cuidada en el apartado musical…
J. C. No podía ser de otra manera habiéndonos inspirado en Gonzalo García Pelayo, que además de un grande del cine también lo es de la música underground. Gonzalo descubrió a Lole y Manuel, a Triana, a Smash… Queríamos respetar a los herederos de ese mismo tejido musical e involucrarnos en su escena. Fue relativamente fácil porque las dos somos muy entusiastas, no tenemos nada que perder, hemos quemado todos los barcos para hacer esta película y hemos decidido ir a tope. Con Miguelito de los Derby Motoreta’s fue muy sencillo porque resultó que Corridas de alegría era una película de la que había llegado a meter diálogos en las letras de sus canciones.
La locura de la maternidad
Julia de Castro da brillo al término multidisciplinar. En música, entre 2009 y 2019, dio una vuelta de tuerca al cuplé como fundadora y compositora del provocativo proyecto De la Puríssima, y en 2020 lanzó su primer disco en solitario, La Historiadora. Como actriz, ha actuado en numerosas obras teatrales, en series como Poquita Fe (Movistar Plus) o en películas como Teresa y La virgen roja, ambas de Paula Ortiz.
María Gisèle Royo, por su parte, conquistó el Oscar y el Emmy de estudiantes por su documental Rediscovering Pape (2010) y hoy ejerce de profesora en Catalyst Institute for Creative Arts and Technology en Berlín. Ambas se encuentran en torno a los 40 años, un momento trascendental para el sexo femenino por acercarse al fin de la fertilidad.
P. ¿Por qué es la maternidad el gran tema del filme?
M. R. En el primer viaje de localizaciones, Ion de Sosa, que iba a ser nuestro director de fotografía, nos dijo que había que recortar porque había dos películas. Julia y yo no miramos y empezamos a pensar en lo que nos unía a los dos, en lo que nos atravesaba en ese momento. Julia estaba empezando un proceso de inseminación monoparental. Estábamos viviendo ese fin de la fertilidad ambas desde perspectivas muy diferentes, y era algo que nos unía de forma biológica y profunda, y que podía ser un sitio perfecto desde el que crear este personaje.
J. C. Estuvimos viendo películas super interesantes de mujeres sobre la maternidad y nos dimos cuenta también de que nosotras somos mucho más inconscientes al respecto. Tampoco lo tenemos tan presente, ni es tan importante, pero también lo somos seres deseantes desde ahí.
P. Sorprende ver a un chico Netflix como Omar Ayuso en un filme tan underground.
J. C. Para meterse con nosotras en un rodaje de tres semanas, con un equipo mínimo, por Andalucía, cualquiera actor tiene que entender muy bien el proyecto en el que se ha involucrado. Él aceptó enseguida el papel, algo que puede parecer raro por venir del nivel planetario de Netflix. Pero Omar consume este tipo de cine de autor, y le gusta fomentarlo. Tanto él como Chacha Huang estuvieron muy implicados en la película. Ten en cuenta que no había producción, la hicimos nosotras. Teníamos tan poco presupuesto que la mayoría de las tomas son únicas, no teníamos dinero para repetir. Los actores se entregaron, y no solo corporalmente, que tampoco es fácil…
M. R. Cuando empezamos a preparar las ayudas del ICAA, que al final no conseguimos ninguna, teníamos ya claro que queríamos tener una metodología horizontal, que permitiese permeabilidad, flexibilidad y una apertura a lo que estaba pasando, una reactividad a lo que cualquier persona pudiese aportar para hacer crecer la película. En ese sentido, los actores también fueron creadores de sus propios personajes. Nosotros encontramos la esencia de lo que representan, pero cada actor lo hizo suyo.
Un filme "sobre la marcha"
Entre otros galardones, On the Go ha recibido una Mención Especial del Jurado Joven del Festival de Locarno, el Premio del Jurado del Festival Chéries Chéries de París, una Mención Especial en Seminci, el Premio al mejor largometraje de la sección Esbilla en Gijón, el premio a la mejor película en Las Palmas… En total, ha estado en más de 30 festivales de cuatro continentes y se ha estrenado comercialmente en Taiwán.
A pesar de ello, ninguna distribuidora española se ha hecho con la película. Pero, con ese espíritu punk del do it yourself, De Castro y Rollo se han lanzado a una gira por toda la península para presentar la película en cines de verano.
P. El filme comenzó sin ayudas y sin productora y, ahora, continúa sin distribución, a pesar de su exitosa trayectoria en festivales. ¿Cómo se lleva?
J. C. De una manera muy estoica, tampoco lo vemos como un drama. Hemos hablado con muchísimas distribuidoras y han sido realmente encantadoras. Pero no es fácil apostar por una película como esta, hay mucho margen de riesgo. Es comprensible, pero nosotras no íbamos a rendirnos ahora. Así que nos hemos lanzado a autodistribuirla.
M. R. No entendíamos que la película no llegara a los cines. Es que hemos rodado en 16 mm y José Tomé ha hecho un trabajo maravilloso en el diseño sonoro. Hemos trabajado con el 5.1 de la sala para despistar al espectador en un momento concreto. En cuanto a la gira, creo que es algo que le pega mucho al filme, que se titula On the Go, que significa “Sobre la marcha”. Es algo que ha impregnado todas las fases del proyecto y nos hemos ido adaptando a las situaciones como hemos podio.