Tras arrasar en 1993 con Jurassic Park, que se había convertido en la película más taquillera de la historia, Steven Spielberg y el equipo de su productora Amblin buscaban un proyecto que permitiera lucir la tecnología con la que habían resucitado a los dinosaurios, basada en la combinación de revolucionarios efectos digitales y los tradicionales efectos prácticos en el set de rodaje.

Finalmente, se optó por un guion original de Michael Crichton, hombre de grandes conceptos narrativos basados en la ciencia y autor de la novela homónima en la que se basaba Jurassic Park. El libreto concedía todo el protagonismo a la devastación causada por los tornados, quizá el fenómeno atmosférico más vistoso y temible.

En la silla del director se sentó el holandés Jan de Bont, reputado director de fotografía de cineastas como Paul Verhoeven, John McTierman o Ridley Scott, que había conseguido un inesperado triunfo con su filme de debut, Speed (1994), una adrenalínica cinta de acción que puso en órbita a Sandra Bullock y a Keanu Reeves.

En Twister, De Bont se desempeñó como un director solvente (por última vez en su carrera, todo lo que hizo después es un desastre), capaz de sacarle todo el jugo a un guion que requería algo más que la suspensión de la incredulidad del espectador, casi un acto de fe. Pero la película acabó funcionando, por su trepidante ritmo, su espectacularidad y por contar con dos actores con carisma como Bill Paxton y Helen Hunt.

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Twister fue un enorme éxito comercial en el año de su estreno, 1996. Con 494 millones de dólares recaudados en todo el mundo, fue la segunda película más taquillera del año tras Independence Day (Roland Emmerich, 1996), imponiéndose de manera meritoria a filmes destinados a arrasar como Misión imposible (Brian de Palma, 1996) o El jorobado de Notre Dame (Gary Trousdale y Kirk Wise, 1996).

Una secuela que es un 'remake'

En un Hollywood entregado a las franquicias, era inevitable que tarde o temprano alguien regresara a este lucrativo y rentable filme. Y aquí está Twisters. Producida por el veterano Frank Marshall, el guion de Mark L. Smith opta por una estrategía similar a la de Jurassic World (Colin Trevorrow, 2015) o Star Wars: El despertar de la fuerza (J. J. Abrams, 2015), disfrazando de secuela lo que en realidad es un remake.

La única conexión que ha encontrado este crítico con los personajes de la cinta original es la aparición de Dorothy, el dispositivo de sensores para estudiar los tornados que usaban los personajes de Twister. Por lo demás, no hay ninguna referencia ni a Jo (Hunt) ni a Bill (Paxton), ni siquiera al villano Jonas Miller, al que interpretaba Cary Elwes.

Sin embargo, el guion reordena los rasgos de unos y otros personajes en la nueva dupla de protagonistas. Daisy Edgar-Jones interpreta a Kate Cooper, a una meteoróloga con un sexto sentido para predecir los movimientos de los tornados, que trata de encontrar una manera de provocar el colapso de los mismos al hacer que aspiren un polímero.

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Por su parte, Glenn Powell es Tyler Owens, un chulo y alocado “domador de tornados” rollo cowboy aupado a estrella en las redes sociales. Por otro lado, la historia del filme es similar a la del original, con una interminable sucesión de tornados tomando tierra en Oklahoma mientras se produce una especie de competición entre el equipo de Kate y el de Powell por llegar primero al centro de la destrucción. 

El filme tiene dos problemas importantes. El primero procede de una elección un tanto extraña para la silla del director. Lee Isaac Chung logró un gran impacto con su hermoso drama Minari (2020), pero parece no haberse dado cuenta que Twisters es un desenfadado filme de aventuras (al fin y al cabo, su premisa es absurda).  Imprimirle al filme un tono tan solemne y serio rebaja la diversión. Por tanto, otro director de cine independiente que fracasa al saltar al blockbuster

En segundo lugar, Daisy Edgar-Jones parece seguir metida en la piel de la Marianne de Normal People, a la que nunca nos imaginaríamos enamorándose del desdibujado cowboy de Powell, que enseguida abandona la piel de lobo para convertirse en un aburrido corderito. La Joy de Helen Hunt y el Bill de Bill Paxton eran personajes con los que te podías llegar a implicar, sobre todo por el carisma de sus actores. Aunque tanto unos como otros son creaciones funcionales para meternos en medio de la tormenta. 

En definitiva, Twisters es un filme mucho menos memorable que su predecesor (no hay una imagen tan icónica como la de la vaca siendo engullida por la columna de aire de la primera entrega), más absurda (no es lo mismo querer estudiar un tornado con sensores que tratar de pararlo con una solución líquida) y con personajes más aburridos. Además, las secuencias de acción son una ensalada de CGI’s, que sí, está muy lograda, pero se hecha en falta la fisicidad clásica de los efectos prácticos. 

Twisters

Dirección: Lee Isaac Chung.

Guion: Mark L. Smith, historia de Joseph Kosinski. 

Intérpretes: Daisy Edgar-Jones, Glen Powell, Anthony Ramos, David Corenswet, Katy O'Brian, Kiernan Shipka.

Año: 2024.

Estreno: 17 de julio.