Catherine Corsini, cineasta: “Los hombres pueden hacer malas películas y no pasa nada”
La directora francesa lleva a las salas 'Regreso a Córcega', en donde culmina una radiografía de los conflictos raciales de la sociedad actual.
1 agosto, 2024 00:55Entre el wéstern crepuscular y la tragedia griega. La francesa Catherine Corsini (Eure y Loir, 1956) cuenta en Regreso a Córcega, que participó en la sección oficial de Cannes, el viaje a la isla de una familia formada por una madre de raza negra y sus hijas mestizas.
No son solo unas vacaciones en el Mediterráneo, la madre (Aïssatou Diallo Sagna) huyó de Córcega cuando las niñas, Jessica (Suzy Bemba) y Farah (Esther Gohourou), eran muy pequeñas tras la trágica muerte del padre. Una historia muy parecida a la de la propia Corsini.
Películas como Un amor de verano (2015), Un amor imposible (2018) y La fractura (2021) cimentan la trayectoria de una cineasta en la que con frecuencia las historias íntimas se solapan con problemáticas políticas.
Si La fractura mezclaba una ruptura amorosa entre dos mujeres con la crisis de los ‘chalecos amarillos’ de fondo, en Regreso a Córcega el conflicto surge cuando una de las hijas vive un romance con Gaia (Lomane de Dietrich), heredera de una familia de París gauche caviar que tiene buenas intenciones pero no puede evitar una cierta condescendencia sutilmente racista.
Pregunta. La idea del regreso y el ajuste de cuentas nos lleva al terreno del wéstern. Aunque sea un drama familiar, ¿lo ve como un referente?
Respuesta. Mi padre era corso y quería hacer cine. Murió a los 26 años. Prácticamente no lo conocí porque yo tenía dos años y medio entonces. Mi madre se marchó de la isla y crecí en una barriada parisina. Cuando tenía quince años regresé a Córcega y me pasó un poco lo mismo que a Jessica, vi fotos de mi padre, mi madre me habló de él y no podía parar de llorar. También conocí a personas de mi familia y a algunos de sus amigos. Fue una experiencia violenta.
»La idea del retorno, el ajuste de cuentas e incluso el paisaje de Córcega nos llevan al wéstern. Hay también una dimensión trágica. Siempre he estado marcada por la historia de Edipo, que es totalmente loca, ese hijo que al volver a su tierra mata a su padre y todo se vuelve un caos. El retorno tiene que ver con la muerte, las mentiras, las cosas que se han ocultado...
P. Vemos como esa madre de raza negra y sus hijas mestizas reciben de manera constante ataques racistas. ¿Hay un racismo enraizado de manera profunda en la sociedad?
R. Lo vemos en el combate feminista o el colonialismo. Estamos en una sociedad que por una parte quiere arreglar sus cuentas pero también hay violencia policial y siempre contra personas racializadas. El racismo está muy arraigado en Francia. Hay muchas zonas de provincias en las que apenas ha habido inmigración y hay un miedo enorme a que sean “reemplazados” y por eso votan a partidos extremistas. Esto lo sé por mis camaradas racializadas, siempre hay esa pequeña condescendencia, esa mirada, esa reflexión poco adecuada… Quizá porque soy homosexual conozco esa sensación. Aunque la sociedad haya cambiado mucho sigue siendo difícil. Y en Córcega aún más porque para los corsos todo el mundo que no sea de allí es un extranjero, es el “otro”. Incluso entre el norte y el sur se sienten distintos.
P. Las hijas se rebelan contra la madre por haberles ocultado la historia de su padre. ¿Inocente o culpable?
R. Hemos colocado a las madres en lugares imposibles. Hace falta que sea perfecta. Cuando las hijas descubren que les ha ocultado parte de su vida se lanzan encima de ella. Solemos ser muy poco tolerantes con nuestras madres. Con el cine pasa lo mismo, cuando las mujeres hemos comenzado a dirigir, nuestras películas tienen que ser obras de arte. Los hombres pueden hacer películas horribles y no pasa nada. El modelo patriarcal y la brutalidad están intrincados en la cultura. ¿Cómo salir de este sistema de dominación?
Choque de clase
P. En la relación entre Jessica y Gaia vemos cómo la diferencia de clase social acaba siendo un conflicto grave. ¿Es difícil relacionarnos con personas que provienen de un medio tan diferente?
R. Soy una persona de naturaleza pesimista que se esfuerza por ser optimista. Cuando muestro esta relación vemos cómo ese choque de clase hace que no funcione. Queremos creer que estamos por encima, que es posible salvar las distancias, pero luego surge esa diferencia radical de perspectiva ante la vida.