Josh Harnett (centro izquierda) y Ariel Donoghue (centro derecha), en una escena de 'La trampa'

Josh Harnett (centro izquierda) y Ariel Donoghue (centro derecha), en una escena de 'La trampa'

Cine

Shyamalan sigue buscando la corona de rey de la sorpresa final con 'La trampa'

El director de 'El sexto sentido' estrena un 'thriller' sobre un asesino en serie atrapado en un concierto de pop que ha 'resucitado' al desaparecido Josh Harnett.

9 agosto, 2024 01:38

"En ocasiones veo muertos". La frase se la dice el niño (Haley Joel Osment, que ya no es un niño y ahora parece un luchador de wrestling) a Bruce Willis en la mítica El sexto sentido (1999). Ingeniosa reinvención del cuento de fantasmas de toda la vida, la película pulverizó las previsiones convirtiéndose en la segunda más taquillera de aquel año solo por debajo de Star Wars y encumbró a su director, el estadounidense de origen indio M. Night Shyamalan, como una celebridad mundial a los 29 años.

Con un final sorprendente que a estas alturas todo el mundo conoce (Bruce Willis estaba muerto pero no lo sabía), la película dejaba con el corazón en un puño y, más allá de la simple sorpresa, alcanzaba incluso algún tipo de grandeza espiritual. Desde entonces, Shyamalan se ha convertido en uno de los directores más activos de Hollywood y lanza una película todos los años o como mucho cada dos.

Las hay mejores y peores, claro. Las dos siguientes a aquel superéxito, El protegido (2000), con Willis como superhéroe existencialista, y Señales (2002), sobre una invasión extraterrestre, volvieron a dar en la diana de la taquilla y mantenían esa capacidad "espectral" del director en su debut.

Después, sin renunciar a casi nunca a su famoso "giro final", ha habido de todo, desde una fascinante metáfora sobre los peligros del elitismo (El bosque, de 2004) o thrillers juguetones y adictivos como Múltiple (2016) y Llaman a la puerta (2023) pasando por algunos resbalones como la absurda La joven del agua (2006) o la pedante Tiempo (2021).

Nada es lo que parece

Hay quien asegura que Shyamalan se ha quedado atrapado en su propia "trampa" (valga el juego de palabras con el título de su nueva película) y ya no sabe contar historias sin esa "sorpresa final". Y que a costa de querer sorprender siempre, claro, la sorpresa ya ha dejado de serlo para convertirse en rutina o estar metida con calzador.

Para muestra un botón, mientras la mitad de la crítica de Estados Unidos, único país donde se ha podido ver la película, considera que se supera a sí mismo con La trampa, donde perfecciona su propio arte del giro de guion con influencia de Hitchcock, la otra mitad le censura que a fuerza de querer ser "imprevisible" se ha vuelto previsible.

Quien lo tiene más claro es el público. Con sus más y sus menos, Shyamalan es uno de los directores más taquilleros del cine del siglo XXILa trampa no debutó marcando récords pero sí con fuerza el fin de semana pasado en la taquilla americana.

Trata sobre un tipo, al que da vida un resucitado Josh Harnett, que parece el americano medio perfecto. De profesión bombero, acompaña a su hija adolescente a un concierto de una estrella del pop.

La estrella del pop en cuestión, por cierto, es la propia hija de Shyamalan, Saleka, una especie de Taylor Swift con un toque de R&B. Ya hay quien, por cierto, le ha criticado que haya montado lo que algunos llaman "un anuncio de hora y media" de su propia niña. La suya, por cierto, es una progenie creativa. Su otra hija, Ishana, acaba de estrenar el thriller Los vigilantes con críticas tibias y mejores resultados de taquilla.

En cualquier caso, pronto quedará claro que el concierto es una trampa del FBI para apresar a un peligroso asesino en serie. Y pronto sabremos también que a pesar de su aspecto de "tipo normal y decente", Harnett es el psicópata. O sea, la sorpresa no es esa. Y mientras en Viena cancelan los shows de Swift por amenaza terrorista, el director también juega con el miedo contemporáneo a que cualquier evento de masas se convierta en una  masacre.

El regreso de una estrella

Quien seguro ha salido ganando con La trampa es el propio Harnett, cuya actuación ha recibido un aplauso unánime. Célebre a finales del siglo pasado y comienzos del XXI como una especie de "sex symbol" juvenil, se hizo famoso con películas digamos "ligeras" como la comedia romántica 40 días y 40 noches (2002) o blockbusters de acción como Pearl Harbour (2001) o Black Hawk Down (2001). Luego, a pesar de que se le llamaba el "nuevo Brad Pitt" y tuvo un arranque fulgurante, desapareció del mapa.

A sus 46 años, el resucitado Harnett ha asegurado que dejó Hollywood por su "cordura" y regresó a su Minnesota natal buscando sentirse arropado por "una comunidad". Actualmente vive en Inglaterra con su esposa, la actriz y modelo Tamsin Egerton. Sobre su personaje en La trampa, ha asegurado que "aunque es muy malo, quieres que se salve". Habrá que ver qué sorpresa nos depara Shyamalan y si logra sorprendernos o, efectivamente, la fórmula comienza a agotarse.