La ciudad en verano, ese sitio condenado a quedar suspendido en el tiempo durante dos meses, sigue siendo el hogar de todos aquellos que no pueden irse de vacaciones o deciden no hacerlo.

En un momento en el que el turismo masivo se ha convertido una apisonadora capaz de destrozar municipios enteros, ha nacido una nueva corriente "antiviajera", que no "antivacaciones", que se atreve a plantear las ciudades como espacios donde sus ciudadanos puedan disfrutar también de su merecido tiempo de descanso.

Para ello, habría que erradicar muchos males, empezando por la turistificación de los centros urbanos y pasando por la creación de más lugares públicos habitables durante estos meses sofocantes. Mientras tanto, algo más sencillo. Podemos dejar de pensar en las ciudades como sitios abandonados, donde nunca ocurre nada.

Igual que ha surgido esa tendencia en el cine español que busca desidealizar el entorno rural, evocando el espíritu de Perros de paja (1971), también hay la que se aferra a romantizar su verano como si estuviese en La virgen de agosto (2019), reivindicando la ciudad como un lugar fértil para el aburrimiento, tan preciado en tiempos hiperestimulantes.

Pero ¿y si las ciudades realmente fuesen mucho más emocionantes en verano? Las estadísticas son claras, en la ciudad el calor se sube a la cabeza. Saca lo peor de todo el mundo, hay más violencia y más asesinatos. Los parques se llenan de niños hasta altas horas de la noche y todo el mundo se lanza a la calle. 

Madrid y Nueva York, dos metrópolis gigantescas y caóticas son los escenarios de esta selección de películas, que tienen como protagonistas a asesinos en serie como El hijo de Sam, atracadores de poca monta como José Luis Manzano y a locos enamorados como Al Pacino o Antonio Banderas. 

La estanquera de Vallecas

Eloy de la Iglesia, 1987

Un sábado de verano de 1980 en Madrid. Hace mucho calor. Tocho y Leandro, un obrero en paro y un joven macarrilla, entran a robar en un estanco de Vallecas. Lo que iba a ser un atraco fácil, sin muchas complicaciones, acaba convirtiéndose en un calvario por la mala leche de la propietaria del local, la señora Justa (Emma Penella), quien no va a dejar que dos delincuentes de poca monta, José Luis Gómez y José Luis Manzano, actor fetiche del cineasta, le roben su negocio.

Tras alertar al resto del barrio para intentar evitar el asalto, los delincuentes acaban atrincherándose con la señora Justa y su sobrina (Maribel Verdú) en el estanco, creando un revuelo vecinal que atrae a todos los ociosos veraniegos de Puente de Vallecas. Allí, en ese pequeño espacio compartido, el roce hará el cariño entre rehenes y atracadores. 

Dirigida por Eloy de la Iglesia y basada en la obra de teatro homónima (1982) de José Luis Alonso de Santos, La estanquera de Vallecas es un thriller urbanita y costumbrista, que retrata el ambiente revuelto de la España posfranquista, marcada por la incertidumbre política, la crisis económica y un profundo descontento social.

Fue la última película de cine quinqui de Eloy de la Iglesia, género en el que el cineasta vasco basó prácticamente toda su carrera, y quizá por eso la que más se diferencia de títulos como Navajeros (1980), Colegas (1982) o El Pico (1983). Porque, a pesar de capturar esa atmósfera social decadente y asfixiante, donde el nerviosismo y los chorretones de sudor acaparan casi cada plano, es su película más divertida. 

Tarde de perros

Sidney Lumet, 1975

De atracos sigue la cosa, esta vez a un banco neoyorquino. Aunque no parece tan descabellado preguntarse qué habría pasado si Al Pacino se hubiese topado con Emma Penella, si se tienen en cuenta las similitudes entre Tarde de perros de Sidney Lumet y La estanquera de Vallecas. 

Los llamados "días de perros" son esos días bochornosos y perezosos en los que solo apetece estar en posición horizontal, pero aprovechando el letargo de la ciudad, también parecen ser los más prolíficos para cometer fechorías. 

El filme, basado en un atraco real ocurrido en 1972, la película sigue a Sonny Wortzik (uno de los mejores papeles de Al Pacino), un hombre desesperado que, junto con su amigo Sal (John Cazale, el traicionero Fredo Corleone de El Padrinodecide robar un banco. 

Lo que iba a ser un atraco de diez minutos, rápidamente se sale de control, y acaban reteniendo a la mitad de los trabajadores de la sucursal, captando la atención de los medios y convirtiéndose en parte de la historia de la televisión al ser retransmitido en directo. Casi 2.000 curiosos obviaron el calor abrasador de la gran manzana y se agolparse a las puertas del Chase Bank de Brooklyn para observar qué ocurría con este hombre que quiso robar un banco por amor. 

Como en Serpico (1973), Lumet esboza un retrato realista de la vida urbana en Nueva York de la década de los 70, con sus peculiares personajes y sus historias disparatadas, y realiza una crítica a los medios de comunicación sensacionalistas, algo sobre lo que ya inicidió en Network (1976). Además, el filme aborda de forma pionera la identidad de género y la sexualidad, algo inusual en ese momento. 

Barrio

Fernando León de Aranoa, 1998

En Barrio, filme de Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968), el mar se convierte en ese lugar inalcanzable que imaginan y buscan sin descanso aquellos que están atrapados en el hormigón. Manu, Javi y Rai son algunos de ellos. Estos tres jóvenes madrileños, cuyas familias no pueden permitirse irse de vacaciones, se sienten los únicos idiotas que deben pasar el verano en la ciudad y recorren su barrio con hastío y rabia adolescente. 

Una moto acuática varada en el asfalto será el símbolo de su verano perdido, en el que deberán enfrentarse a sus primeros trabajos precarios y empezarán a ser conscientes de las complicadas situaciones familiares. Rodada en los barrios madrileños de La Elipa y en San Blas, el filme se centra en la vida de estos tres adolescentes cuyas vidas, marcadas por la pobreza y la droga, parecen destinadas a la tragedia. 

Protagonizada por Timy Benito, Eloi Yebra y Críspulo Cabezas, cuya naturalidad parece recordar a esos actores no profesionales del cine quinqui pero que fueron escogidos tras millones de castings, el filme se llevó tres premios Goya a Mejor dirección, Mejor guion original y actriz revelación para Marieta Orozco, que interpreta a la hermana de uno de los chicos.

Como con Los lunes al sol (2002) o Princesas (2005), Barrio se encuadra dentro del cine social que el cineasta madrileño lleva manejando décadas con sutileza y empatía. 

The Warriors

Walter Hill, 1979

Verano de 1979 en un Nueva York distópico, cáotico y abrasador. Todas las pandillas de la ciudad han sido reunidas ante un carismático líder: Cyrus, que ha convocado a los demás clanes callejeros para convencerles que dejen a un lado las guerras territoriales y rivalidades y unan fuerzas para tomar el control de la ciudad. Su asesinato durante la reunión por parte del líder de los Rogues, una de las bandas presentes, desencadena el caos. 

Los Warriors, interpretados por Michael Beck, David Harris y James Remar, que  acuden al acto en son de paz, acaban siendo acusados del homicidio y perseguidos por todas las pandillas de la ciudad, a las que deberán vencer para salir vivos del Bronx y llegar Coney Island, su hogar. 

Un thriller trepidante, basado en la novela homónima de 1965 de Sol Yurick y con una BSO adictiva, que recorre las calles (y todos los metros) de esta gran y peligrosa urbe, que parece tener vida propia. Lo hace a través de sus pandillas, que representan cada rincón de la ciudad: los Baseball Furies, The Lizzies, los Moonrunners, Destroyers, Electric Eliminators, entre muchas de ellas.  

Considerada hoy en día como una película de culto, en su momento tuvo que enfrentarse a numerosas críticas. Desde que incitaba al vandalismo, ya que su estreno estuvo relacionado con tres asesinatos y numerosos disturbios, hasta que glorificaba el comportamiento pandillero, tan problemático en la década de los 70. 

Aun así, sin poseer una gran campaña promocional, la película recaudó 3,5 millones de dólares en su primer fin de semana. Para el propio Walter Hill, lo que hizo que fuera un éxito entre los jóvenes es que por primera vez alguien hizo una película dentro de Hollywood, de gran distribución, que tomó la situación de las pandillas y no la presentó como un problema social. Los presentó como un aspecto neutral o positivo de sus vidas.

Que Dios nos perdone

Rodrigo Sorogoyen, 2016

Volvemos a Madrid, al verano de 2011, marcado por las protestas del 15M y la JMJ, que congregó a cientos de jóvenes peregrinos para el encuentro mundial de la juventud con el Papa Benedicto XVI. Que Dios nos perdone, dirigida por Sorogoyen y coescrita con Isabel Peña, relata la historia de dos policías, Velarde (Antonio de la Torre) y Alfaro (Roberto Álamo), que investigan una serie de asesinatos brutales de mujeres mayores en la ciudad.

A medida que la investigación avanza, los detectives, con personalidades y métodos muy distintos, se ven atrapados en una espiral de violencia y obsesión. Como apuntó Juan Sardá, crítico de cine de El Cultural, "Ambos son sin duda lo mejor de una película en la que las fuerzas del orden investigan unos siniestros crímenes en una película que la cámara de Sorogoyen dota de atmósfera y turbulencia".  

En este thriller psicológico, el cineasta madrileño, especialista en crear atmósferas claustrofóbicas, considera a los sofocantes callejones de la ciudad un personaje más. "Uno siente ese Madrid sofocante y peligroso de 2011, cuando la crisis dejó a muchos sin trabajo e incluso sus hogares y la tensión se respiraba en el ambiente", señala el crítico. 

La película ganó el Goya al Mejor Actor para Roberto Álamo y consolidó a Sorogoyen, que había debutado tres años antes con la inquietante Stockholm (2013), como uno de los directores más destacados del cine español. 

Summer of Sam

Spike Lee, 1999

Aunque Do the right thing (1989) siempre se haya llevado el título de ser la mítica película veraniega de Spike Lee, diez años después, el cineasta volvió a adentrarse en las profundidades del estío neoyorquino. Lo hizo a través del asesino en serie David Berkowitz, también conocido como "El Hijo de Sam", que aterrorizó los barrios del Bronx y Brooklyn en el verano de 1976. 

El miedo, la paranoia y la tensión empieza a surgir entre los vecinos, a quienes les han ofrecido una recompensa por la captura del asesino, y están convencidos de que este es de su barrio. Por su conducta y apariencia, todo apunta a que el responsable es Ritchie (un divertido y punki Adrien Brody con cresta a lo Sid Vicious), amigo de Vinny (John Leguizamo), quien comienza a desconfiar de todos, incluido su colega. 

Los periódicos y las radios aconsejan a la población no salir por la noche y a los tortolitos no quedarse en el coche dándose el lote de madrugada. Una histeria colectiva se apodera de la ciudad, que Lee utiliza para abordar temas recurrentes en su filmografía, como el racismo, la violencia y la alienación. 

La ley del deseo

Pedro Almodóvar, 1987

"¡Riégueme!", grita Carmen Maura a un limpiador de las calles de Madrid en La ley del deseo, una de las películas más importantes de la carrera de Almodóvar. En este caluroso melodrama, la actriz da vida a Tina, mujer transexual y hermana de Pablo Quintero (Eusebio Poncela) , reputado cineasta gay que posee una compleja relación con dos hombres: su joven amante, Juan, y Antonio (Antonio Banderas,) otro joven obsesionado con él. 

Todos ellos formarán un triángulo amoroso tóxico que explotará durante el verano que Quintero decide quedarse en la capital, preparando su próxima película. El cineasta manchego refleja inconfundiblemente esa efervescencia madrileña de los 80 a través de las calles, las plazas y los garitos de la ciudad. El deseo, la pasión, la vergüenza, la rabia; la ciudad alberga todas las virtudes y los defectos de los protagonistas. Provocadora y pionera, el filme es una de las obras más personales de Almodóvar.