Podríamos decir que Fernando Trueba (Madrid, 1955) no fue del todo sincero cuando subió a recibir el Óscar a la mejor película de habla no inglesa por Belle Époque (1992) y dijo aquello de “solo creo en Billy Wilder”. Viendo su nuevo filme, Isla perdida (Haunted Heart), es obvio que más de una vela le ha puesto a Alfred Hitchcock y a Patricia Highsmith.

El director madrileño, cuya carrera ha transitado todos los senderos de la comedia y el drama, sirviendo grandes éxitos y conociendo también los sinsabores de algún fracaso, sale ahora a la fuga con un filme de suspense de sabor clásico rodado en inglés y con una gran estrella de Hollywood en el reparto, Matt Dillon.

El actor neoyorquino interpreta a Max, un misterioso hombre que regenta un restaurante en una preciosa isla de Grecia. Allí llega la joven española Álex (Aida Folch) huyendo de una relación rota para trabajar como camarera. Pronto empieza a florecer algo más que amistad entre ellos, pero las oscuras lagunas en el pasado de Max se interpondrán en la relación, mientras las estaciones van pasando.

Con toques tanto de comedia como de cine de terror, dando espacio al romanticismo y al jazz, Trueba vuelve a convocar al espectador para que participe de un entretenido juego del gato y el rato, que llega a las pantallas este viernes. El objetivo del cineasta es que aquel cine de entretenimiento de su años de formación resucite en la pantalla.

Pregunta. Desde El sueño del mono loco, en el ya lejano año 1989, no rodaba un thriller, aunque aquel era muy diferente de esta Isla perdida.

Respuesta. No estoy seguro de si Isla perdida es un thriller, o es una película de suspense… No sé cual es la palabra. Fíjate, es que ni yo mismo sé la definición de thriller.

P. ¿Cómo definiría Isla perdida entonces?

R. Es una película romántica que se va cambiando en una película de suspense, y que tiene toques de noir e incluso de terror.

P. ¿Recuerda al menos como surgió la historia?

R. Siempre me ha atraído el género, tanto el literario como el cinematográfico, pero en España es más raro, aunque ahora se hacen muchas historias policíacas. A mí me atrae más el lado del suspense.

»Yo les decía a los actores que era un suspense romántico, en la línea de películas clásicas de Hitchcock como Rebeca, Sospecha, La sombra de una duda, Recuerda o incluso Vértigo. Todas ellas son películas que abordan misterios de una persona que otro personaje intenta desvelar o comprender o resolver.

P. ¿Le ha rezado a Patricia Highsmith y a Alfred Hitchcock mientras hacía Isla perdida?

R. No, pero en la película espero que se note que me gustan mucho las novelas de Highsmith y las películas de Hitchcock. El mayor piropo del mundo para mí sería que alguien me dijera que Isla perdida tiene un aroma a Highsmith.

»Creo que ambos autores son los que más han trabajado esas historias de personas normales, que no son ni policías ni ladrones ni asesinos, que se ven envueltos en tramas inquietantes. Por eso me atraía empezar en un mundo bello, hermoso, paradisíaco, lleno de luz, en pleno verano, y que todo se vaya oscureciendo y complicando.

P. ¿Dónde está el secreto de una buena película de suspense?

R. Por supuesto, en los personajes, en los actores y en la intriga, pero también en donde pones la cámara. Es un ejercicio de cine puro, porque los personajes siempre están observando y siendo observados, por eso el suspense quizá es el género más visual y más cinematográfico. Siempre tienes que encontrar la mejor posición de cámara, porque no es que simplemente estés grabando una escena de dos charlando en una mesa.

P. La película se divide en tres capítulos: verano, otoño e invierno. ¿Qué implicó esto?

R. Había que trabajar la luz, tanto en el exterior como en el interior de los personajes, que van evolucionando en paralelo. Rodamos la película en septiembre, octubre y noviembre, para intentar coger un poco de las tres estaciones. Pero como no es una cuestión matemática, había que ir tratando cada época con el director de fotografía.

P. ¿Cómo entró Matt Dillon en el proyecto?

R. Nos conocimos hace tiempo en Los Ángeles y, después, nos habíamos visto un par de veces en Nueva York. Tenía la edad del personaje y algo aún más interesante: en tiempos fue incluso un galán romántico, pero también es un tipo que puede darte miedo si es preciso. No todos los actores tienen esa dualidad.

P. ¿Él enseguida entró al juego?

R. Pues sí. Las veces que nos habíamos encontrado le había dicho que tenía una historia que a lo mejor un día le pasaba. Y, cuando se la pasé, le gustó.

P. ¿El personaje de Matt Dillon está inspirado en algún músico de jazz en concreto?

R. No, aunque luego descubrí que había habido un músico, un trombonista, con una historia parecida en los años 40. Creo que fue el propio Matt quien me la pasó. Pero no me sorprende, en EE. UU. ocurren historias de todo tipo. El guion es completamente original, no está inspirado en nada.

»Cómo quería que la historia fuera en inglés, con varios personajes que se encuentran en un país que no es el de ninguno de ellos, busqué a un guionista americano para que me ayudara. Elegí a Raylen Grant porque acababa de salir del American Film Institute tras haber escrito una película allí que me encantó.

P. Es la tercera vez que trabaja con Aida Folch…

R. Hemos trabajado juntos cuando ella tenía 14, 24 y 34 años. Y la primera vez rodamos en español, después en francés y ahora en inglés. Es curioso, parece que lo hubiéramos planeado. Me gusta trabajar con Aida, me gusta su espíritu, su actitud. Es muy trabajadora y muy entregada, estudia mucho los personajes, y su primer plano es increíble. En Isla perdida ha hecho un trabajo excepcional.

»Además, tenemos una relación de amistad y de complicidad fantástica. Ella empezó conmigo, por lo que es algo especial para mí. Todavía recuerdo cuando llegó al casting de El embrujo de Shanghai (2002), habíamos visto a cientos de niñas pero ella tenía una luz diferente.

Matt Dillon, Juan Pablo Urrego y Aida Folch

P. El tercer personaje en discordia es Chico, al que interpreta Juan Pablo Urrego, con el que ya trabajó en El olvido que seremos (2020).

R. Para mí es un personaje muy bonito. Juan Pablo Urrego es un actor fino, elegante, preciso, al que llevaría en todas mis películas si pudiera. Es como un Gérard Philipe moderno. Además, es inteligente, tiene sentido del humor y entiende muy bien lo que le pides y lo hace. Es un regalo para el director. Sería una superestrella si fuera americano.

P. La película está rodada en Grecia, cuenta con dinero y técnicos de Colombia, actores americanos, equipo griego… ¿Cómo fue de complicado desenvolverse en ese rodaje?

R. Los técnicos y la producción griegos fueron estupendos y se entendieron de maravilla con el equipo español, por lo que de cierta manera ha sido un rodaje idílico. El escenario era absolutamente hermoso. Estoy deseando volver, y quedarme allí un mes leyendo, escribiendo un guion… Aunque hablábamos en griego, en español, en inglés y, a veces, hasta en francés, la verdad es que no hubo problemas para comunicarse.

P. ¿Por qué se presentó la película en el Atlántida Mallorca Film Fest y no en algún festival de clase A como San Sebastián?

R. Desde el principio les dije a los actores que esta no era una película de arte y ensayo sino una película en el sentido más clásico de la palabra, una película para el público. Los festivales no van detrás de ese cine, sino que buscan propuestas más vanguardistas, otro tipo de dispositivos o de inventos, o películas que funcionan como un acontecimiento.

P. La película va a coincidir en cartelera con lo nuevo de su hijo Jonás, Volveréis, donde usted mismo interpreta un papel. ¿Qué le parece?

R. Pues sí, pero no sabemos si es bueno o malo. En definitiva, es lo que hay, que le vamos a hacer. Fijate que retrasamos Isla perdida para que no coincidiera con Dispararon al pianista (2023), que fue programada en varios festivales. Pero son cosas que pasan. Si te dedicas a esto, es inevitable.

P. ¿Le costó a Jonás convencerle para que apareciera en su película?

R. No, no le costó. Pero yo le decía que tuviera cuidado, que cogiera a un buen actor y no se la jugara conmigo. Pero él tenía claro que me quería a mí.

P. Viene de una película de animación, ahora una de suspense. ¿Qué va a ser lo próximo?

R. He acabado de escribir una comedia, una historia que llevo años y años pensando hacer, pero en la que nunca me ponía a trabajar. Mi mujer [la productora Cristina Huete] siempre me decía: “Haz esta, haz esta”, y finalmente la he escrito. Estamos muy contentos con el guion, y espero que sea la próxima.