Treinta y seis años después de la Bitelchús original, vuelven las mujeres de la familia Deetz: Winona Ryder y su madre, Delia (Catherine O’Hara), junto con la adolescente Astrid (Jenna Ortega). Rescatan el imaginario de la película inicial, uno de los principales culmenes en la carrera de Tim Burton, que asegura no haber visto la original para preparar la secuela... Y de Michael Keaton, el mugriento bio-exorcista. Hoy paseará por el Lido todo el reparto de la película, que incorpora a Willem Dafoe, Justin Theroux y Monica Bellucci.
Tras desgastar durante años su credibilidad entre público y crítica, reiterando su estilo en proyectos de estudio, Tim Burton ha explicado que Bitelchús Bitelchús es su forma de volver a lo personal e independiente: "Todo lo que he puesto en la película viene de mi amor por el cine. Todo en la película me lleva a algo importante para mí", ha asegurado hoy en la rueda de prensa.
Doble Bitel para el mismo Chús
En efecto, la película se nota hecha con ganas. El casoplón gótico de la película de los ochenta servirá otra vez de colorista túnel del terror, abigarrado de todo aquello que hizo de la original algo subversivo en los muy-sangrientos ochenta: el salvajismo aplicado al humor macabro, pero de una ingenuidad para toda la familia.
Tendremos desparrames de tripas, partos diabólicos y un cameo muy esperado, al que no veremos la cara por estar partido por la mitad. Bitelchús Bitelchús está toda cosida a base de ocurrencias del estilo: el Soul Train (tren de las almas) está en realidad lleno de bailarines de soul, Monica Bellucci monta su propio monstruo de Frankenstein que es también un montaje musical...
Tantas son las ideas de Burton que, para hilvanarlas, el guion de Alfred Gough y Miles Millar ('Miércoles'), se ve obligado a los atajos narrativos más inverosímiles. La película es tanto el regreso en clave noir de la peligrosísima exmujer de Bitelchús (Monica Bellucci) como el rescate de Astrid, enamorada de moderno adolescente, pero cuando Michael Keaton tiene alguna gracia (muy a menudo), la película se olvida de sus propios conflictos. Eso vuelve el trenecillo de la bruja un viaje tan repleto de giros que puede llevar al mareo.
En cualquier caso, habremos evitado el mayor terror en tiempos de cineastas comentadores: el fantasma más digno de la incorrección política, Keaton, no cancela a nadie. La película es blanquísima, si acaso un poco crítica hacia el resabidísimo milenial: Jenna Ortega parece, a pesar de su dolor, bastante más capaz que las adultas (esnobs) que tratan de educarla en cuestiones de traumas y otra complicada terminología emocional.
Mantenerse fiel y charlar menos, esa parece ser la máxima de una película que apuesta por las marionetas, mientras rechaza por completo los efectos generados por ordenador... Hacer lo suyo, para acabar haciendo lo mismo. Tim Burton ha dado una vuelta a su carrera de 360 grados.
Brillantina en la antesala del otoño
El Festival de Venecia ha arrancado pletórico después de que la Huelga de Actores vaciara el Lido el año pasado. Después del León de Oro para las Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos, hoy compiten en Sección Oficial cineastas del calibre de Luca Guadagnino, acompañado por Daniel Craig en el romance gay Queer, Pablo Larraín, que ha dirigido a Angelina Jolie en el biopic de la Callas ('María') o Pedro Almodóvar, que en La habitación de al lado ha juntado a Tilda Swinton y Julianne Moore para su primera película rodada íntegramente en inglés.
Todd Phillips y la secuela de Joker, con Lady Gaga rascando para el Oscar y Joaquín Phoenix (en un momento especialmente malo para su reputación, por haber abandonado la nueva película de Todd Haynes), volverán a correr por el oro. Netflix es la que parece haber desaparecido del mapa, en un año de traspaso...
Mientras que Apple, presenta fuera de concurso tanto Observada, una cara B de Tár con Cate Blanchett dirigida por Alfonso Cuarón, como Wolfs, en la que George Clooney y Brad Pitt hacen las de facilitadores a lo Ocean’s Eleven. SkyShowtime, por su parte, ha producido M. El hijo del siglo, serie de Joe Wright, célebre por el Orgullo y prejuicio de Keira Knightley, que narrará el ascenso al poder de un Benito Mussolini.
En terreno patrio y más allá de Almodóvar: destacamos la serie de Rodrigo Sorogoyen, Los años nuevos que aún no tiene fecha de estreno en Movistar Plus+, pero que acompañará a Iria del Río y Francesco Carril durante la Nochevieja en diez años de relación. Y finalmente Marco, de Jon Garaño y Aitor Arregi (La tinchera infinita), que compite en la paralela Orizzonti antes de perseguir la Concha en San Sebastián y que cuenta con Eduard Fernández la caída del activista farsante Enric Marco.
Muchísima estrella pero sin trabajo
La mayor parte del cuerpo de periodistas que se han acreditado en la Biennale compartía hoy una queja: las agencias de prensa encargadas de las películas más importantes del festival, están limitando o rechazando cualquier entrevista al equipo y actores. Hay más caras famosas que nunca, pero menos entrevistas y, por lo tanto, menos encargos para un mundillo formado por periodistas freelances como quien os escribe.
Es una situación de la que Alberto Barbera, director del festival, afirma no estar al corriente, y ha pedido tiempo para ver cuál es el panorama. De momento, sin embargo, ha explicado: "No tenemos ninguna posibilidad de intervenir. Eso es cosa de los departamentos de marketing. Podemos tratar de presionar, pero no es cosa del festival limitar la libertad de las agencias de prensa. No gestionamos el talento, ni las entrevistas. Lo siento".