Para encontrar en el cine español algún equivalente a la nueva película de David Marqués, escrita por este en colaboración con Rafael Calatayud, tendríamos que retroceder mucho. Hasta los años sesenta y cincuenta del siglo XX e incluso más atrás, cuando pese a todos los pesares del franquismo, la industria del cine español no se sentía tan acomplejada respecto a las de Hollywood o el resto de cinematografías desarrolladas, ni tenía miedo a los géneros más populares. Como el suspense y ese whodunit (¿quién lo hizo?), tradicionalmente anglosajones.
El viejo cine español trasladaba esta tradición de misterios criminales con múltiples sospechosos, giros inesperados, generalmente en una mansión o caserón aislado, asesinatos perfectos que nunca lo son, sustos y sorpresa final, de los escenarios teatrales, donde nuestros más y nuestros menos ilustres dramaturgos, siguiendo el ejemplo de Agatha Christie y otros, lo habían desarrollado, combinándolo también con frecuencia con el humor negro, el esperpento y la parodia, sin por ello restar fuerza al elemento del crimen y el suspense.
Desde Jardiel Poncela, Mihura y Tono, hasta Alonso Millán, Jaime Salom, Alfonso Sastre, Carlos Llopis o el también cineasta Jaime de Armiñán, no fueron pocos quienes probaron suerte en los crímenes teatrales, habitualmente con notables resultados de crítica y público.
Entre los más exitosos, quizá el más olvidado de todos sea Alfonso Paso, cuya obra Usted puede ser un asesino no solo fue llevada a cine y televisión —donde abundaron espacios dramáticos dedicados a este género, gracias sean dadas a Narciso Ibáñez Serrador—, sino que se convirtió en verdadero fenómeno sociológico popular. No tenían entonces temor alguno dramaturgos ni directores españoles a pergeñar retorcidos misterios criminales "a la inglesa" con personajes netamente ibéricos, usando los trucos del oficio con desparpajo y sin complejos.
Eso es lo que ha hecho David Marqués ahora con Puntos suspensivos. Un punto y aparte dentro de la producción española actual, incluso de aquella que apuesta por el thriller, casi siempre tirando a cine negro desteñido, más o menos violento, más o menos social, de cuyos tópicos se aparta voluntariamente Marqués.
El resultado es un soplo de aire fresco (con algo de olor a muerto) que sorprende, entretiene y mantiene al espectador atento a una trama retorcida e imprevisible, evitando caer en lo estático gracias a un experto manejo del espacio y el tiempo, elegantes movimientos de cámara y planificación, a la vez que aprovechando al máximo su teatralidad a través de un magnífico trabajo de dirección de actores, con intérpretes que bordan sus papeles, y diálogos que mantienen un delicado equilibrio entre lo natural y lo artificial, lo dramático y lo irónico, hasta teñir de sano humor negro y cierta fina crítica sociológica su atinado desenlace.
Marqués y Calatayud son cinéfagos impenitentes, quizá incluso a su pesar. Puntos suspensivos es también festín de guiños a clásicos mayores y menores de la historia del cine, que el espectador disfruta descubriendo e identificando, como en una rueda de sospechosos habituales: La huella, pero más aún La trampa de la muerte; Las diabólicas pero también La loba, La soga y Sangre fácil, Testigo de cargo, La ratonera…
Trampas mortales con las que hábilmente juegan a ocultar que tienen el ojo puesto en, precisamente, Alfonso Paso, José María Forqué, "Chicho" Ibáñez Serrador y la vieja tradición nacional del suspense teatral. Todo sin inmiscuirse en el disfrute de la película, sin necesidad de conocer o reconocer sus citas.
Poniendo al día esta herencia de muerte, misterio y humor negro, por medio de una narración no lineal, que juega a saltar en el tiempo desorientando al espectador, manteniendo ingeniosamente su necesaria suspensión de la incredulidad, técnica que emula no solo a Tarantino, los Coen, Guy Ritchie o el Bryan Singer de Sospechosos habituales sino también a buena parte de la novela actual del género —entre escritores anda el juego—, Puntos suspensivos consigue lo que se propone: un delicioso entretenimiento de suspense, salpicado de humor negro y sorpresas.
David Marqués demuestra que su dominio del diálogo y los espacios, de la dirección de actores y la creación de atmósferas funciona tan bien en el thriller como en la comedia, fundiendo ambos en un ejercicio tan atípico como bienvenido en nuestro panorama cinematográfico.
Capaz de recuperar esa "doble nacionalidad" que tanta falta nos haría, con una propuesta que sin renunciar a elementos típicamente "nuestros" puede funcionar en cualquier pantalla, de Argentina a Corea del Sur, de Inglaterra a Hollywood. Encajando con esa resurrección internacional que viven hoy el misterio y el suspense clásicos, de raigambre sin duda británica pero adopción internacional.
Con la complicidad de unos Diego Peretti y José Coronado soberbios, y unas Cecilia Suárez y Georgina Amorós que no van a la zaga, David Marqués se anota un sobresaliente en suspenso, asignatura que desde hace mucho tiempo rara vez aprueba el cine español.
Dirección: David Marqués. Guión: David Marqués y Rafael Calatayud. I.: José Coronado, Diego Peretti, Cecilia Suárez, Georgina Amorós, Leticia Torres.
Año: 2024. Estreno: 20 de septiembre.