Si buscan su nombre en Google, encontrarán primero una avalancha de entrevistas preguntándole por su padre, y luego un reportaje extenso de Variety con el titular: “Destry Allyn Spielberg enfrenta problemas financieros y aún debe dinero a los proveedores”. 200.000 dólares, en mayo de 2024: cinco meses de retraso en los sueldos de todo el equipo.
Un arranque tormentoso, a la altura de su película, Please Don’t Feed The Children, donde un grupo de jóvenes es secuestrado en un casoplón regentado por una caníbal escrupulosa y sin escrúpulos (Michelle Dockery, Lady Mary en Downtown Abbey).
Cuando hablamos con ella, el productor Jason Dubin ya ha solventado todas sus deudas… Si bien la cineasta sigue algo dolida porque Variety usara su nombre para encabezar ese titular, cuando alega no tener noticia ni mano sobre el tema. Dice –aunque nos pide no citarla directamente– que ello no habría ocurrido si no fuera hija de quien es. En realidad, en cualquier otro contexto lo habríamos pasado por alto. El cine independiente se ha asentado sobre las bases de la explotación laboral, y ya no nos extraña.
A Destry Allyn Spielberg, que ha estrenado fuera de competición en Sitges después de no ser seleccionada en Toronto, seguramente la habríamos citado como una voz emergente con más o menos posibilidades. Porque, por mucho que su primera película sea un machihembrado algo verde, sus dos cortos anteriores no están faltos de logros (de hecho, en 2022 Let Me Go The Right Way ganó en el Festival City of Angels y se vio en Tribeca)… Por no hablar de que la competencia en Sitges ha visto candidatas mucho peores.
Eso sí, el apellido pesa y Destry lo sabe: de hecho, la directora ya movió el “Spielberg” detrás del apellido materno. Para más colmo, firma el guion de Please Don’t Feed The Children junto a Owen King, hijo de Stephen King (detrás de Bellas durmientes) y tiene a Hopper Penn, hijo de Sean Penn y de Robin Wright, para un papel protagonista. Súmale un reparto con Giancarlo Esposito (Breaking Bad) y Brian d'Arcy James (Spotlight, ahora enfrascado en Broadway) y el nepotismo brilla por méritos propios, digamos.
En la entrevista —en el marco del Festival de Sitges—, sin que tengamos que preguntar nos cuenta que sabe de su privilegio pero que su padre no la ha querido “colocar” en ningún sitio. Se nota que lleva respondiendo la misma cuestión desde que presentó su primer corto en 2019 y que aboga firmemente por el criterio supremo de la meritocracia, a pesar de todo.
"Me gusta decir que esto [dirigir] nunca fue mi primera opción. De pequeña yo era una amante de los caballos (a horsegirl). Me encantaban, era muy competitiva, quería ir a las Olimpiadas. Luego me lesioné. Para serte sincera, entonces tuve una crisis de identidad. No sabía qué demonios estaba haciendo o qué quería hacer con mi vida", explica la cineasta.
"Luego tomé una clase de interpretación y pensé que aquello no estaba tan mal. Así que me llevaron a Meisner, a Stella Adler, luego con Lee Strasberg en Nueva York. Ya lo tenía, quería ser actriz. Pero había algo en la preparación que no me gustaba, y no me llamaban de castings. Para divertirnos, escribimos un corto con un amigo y, como no teníamos dinero, me metí yo misma a dirigir. Y eso fue todo. De repente, me di cuenta de que eso era lo que quería", añade.
Pregunta. ¿Cree que la industria del cine es especialmente rígida ante los cambios?
Respuesta. Totalmente. Resulta algo injusto, porque pasa como en la universidad: que te dan a elegir entre muchísimas opciones pero si vas estresado porque crees que no podrás cambiar nunca de especialidad, no puedes divertirte. Y haciendo películas es importante divertirse, por eso quienes aman el cine y también trabajan en la industria son gente maravillosa. Pero hay una diferencia entre la gente que trabaja en la industria y la gente que respeta el cine.
P. ¿Cuál es esa diferencia?
R. Yo diría que hay mucho ego en Hollywood y, por mucho que siempre se trabaje con pasión, el éxito puede superar nuestros ideales. Ese es el gran problema de Hollywood, donde se están priorizando criterios jerárquicos y tóxicos, cuando lo que debería primar es colaborar codo con codo. Porque, si realmente amas el cine, no puedes mirar al resto de gente que quiere hacer películas como tú por encima del hombro y verte a ti mismo como un pez gordo. Hacer una película debería sentirse como ir de campamento, o así intento yo que sea. Y sé que en mi carrera habrá momentos en los que tendré que trabajar con personas difíciles. Pero siempre querré que todo el mundo se sienta cómodo.
P. Sin embargo, ha insistido mucho en que han rodado la película con muy poco tiempo y dinero. ¿Por qué es importante para usted que lo sepamos?
R. Simplemente porque creo que mucha gente va a suponer que, con mi apellido, fui capaz de hacer una película por “equis” cantidad de dinero y con unas condiciones de lujo. Pero esto es algo dificilísimo de hacer, que ha salido adelante sólo porque todo nuestro reparto y equipo lo quiso. El hecho de que esto haya salido adelante es la prueba de que todo es posible. Y, por respeto a todos los que trabajaron en ella, creo que debemos enorgullecernos de nuestras propias limitaciones. Es que no hemos tenido dinero para volver a grabar ninguna escena, ni ningún margen. No podíamos cagarla.
»Espero que a la gente le guste, vaya. Aunque por supuesto sé que un montón de personas la van a criticar, incluso si es por llevar mi nombre. Pero eso pasa con las películas, y deberíamos poder hablar de ellas y criticarlas. Yo soy muy criticona, ¿sabes? Mi idea es: si no puedes criticar una película, es que no es buena.
P. Entonces, ¿qué piensa de la oleada de críticas que están recibiendo cineastas como Francis Ford Coppola o Kevin Costner en redes por sus nuevas películas? En X los tildan de dinosaurios en la era del meteorito.
R. Bueno, creo que son nombres tan grandes y tan elogiados que, por mucho que tengan una película que no funcione, les van a dar próximas oportunidades igual. Creo que el odio es injusto en la medida que te presiona, por lo que me parece injusto si les está haciendo pasarlo mal. Porque no voy a ser yo quien calle, cuando me molesta que me pregunten infinidad de veces por mi padre. La presión la conozco.
»[Como ellos] yo soy un individuo, y todo lo que quiero es hacer películas para decir cosas que tengo que decir. Eso sí, quiero esforzarme en llevar a la industria hacia algún lugar positivo, asegurándome de crear un ambiente de trabajo sano en el que todo el mundo pueda participar. Los egos no están permitidos en mis rodajes. Yo soy solo la conductora de un tren que es de todos.