La sorprendente e inesperada secuela del Joker de Todd Phillips no deja de generar encendidos debates en las redes sociales entre sus partidarios y unos detractores que la sitúan la como una de las peores películas de los últimos años (una controversia sin duda a la altura de su personaje), mientras va camino de protagonizar uno de los mayores batacazos de taquilla de 2024 con previsiones poco probables de cubrir los 200 millones que ha costado.
Y es que la excelente nueva entrega de Todd Phillips lleva recibiendo desde su estreno calificativos como "el musical que nadie pidió", "desperdicio absoluto de Lady Gaga" o "secuela totalmente innecesaria", teniendo por delante el complicado reto de generar beneficios.
Mientras que la primera entrega de Joker costó 55 millones y lleva recaudados más de 1.000 —convirtiéndose en la película con clasificación R más taquillera de la historia hasta la llegada de Deadpool y Lobezno—, Joker: Folie à Deux sufrió un notable pinchazo en su fin de semana de estreno, recaudando en Estados Unidos 37,8 millones de dólares, que la sitúan muy lejos de los 96 millones con los que arrancó la original Joker en 2019 y quedando por debajo de recientes decepciones como The Marvels.
La recepción de crítica y público ha sido dura desde su estreno el pasado mes de septiembre en el festival de Venecia. Sin duda, el alto riesgo creativo de convertir la secuela en un musical con elementos de drama judicial y carcelario, reculando con respecto al argumento de su antecesora en la que planteaba al Joker como un incipiente agente del caos capaz de hacer temblar los cimientos de la sociedad, ha acabado por conformar un ejercicio cinematográfico de desmitificación más triste, adulto y responsable del personaje interpretado por Joaquin Phoenix, decepcionando notablemente a la mayoría de espectadores. Sus bajas puntuaciones en webs de referencia como FilmAffinity y Rotten Tomatoes así lo certifican.
Por lo tanto Joker: Folie à Deux parece ser ese tipo de película que despierta devoción y odio a partes iguales y su aparente ausencia de término medio suele ser uno de los ingredientes principales para convertirse en una auténtica película de culto. Si lo es o no, el tiempo lo dirá.
A continuación, destacamos otros notables fracasos en taquilla que con el paso de los años acabaron convirtiéndose, contra todo pronóstico, en películas de culto y referencia.
Blade Runner (1982)
Probablemente la obra maestra de Ridley Scott sea uno de sus ejemplos más representativos, y es que, pese a estar protagonizada por un Harrison Ford que era la estrella del momento, la película no cumplió ni de lejos en su estreno con las expectativas que tenían depositadas Warner Bros Pictures.
El caso es que parecía llamada a arrasar en la taquilla. Sin embargo, tras un rodaje bastante largo y accidentado, llegó a costar 28 millones de dólares consiguiendo recaudar poco más de 33 millones. Desde luego algo tuvo que ver que ese mismo año apareciesen Steven Spielberg y su desmedido blockbuster E.T. El Extraterrestre, llevándose a los espectadores de calle.
Pero también fue evidente que la propuesta visual y sensorial retrofuturista adelantada a su tiempo —aunque a la vez firmemente anclada y marcando tendencia en la década de los 80— que ofrecía Blade Runner tenía mucho de hipnótica y reflexiva y muy poco de comercial para el gran público.
Ya desde sus primeros visionados antes del estreno tuvo la losa de 'película incomprendida' por parte de la audiencia, haciéndole sufrir diversas alteraciones en el montaje y variaciones posteriores hasta llegar al espléndido final cut estrenado en 2007.
Y con el tiempo, su oscura y visionaria mirada —junto a la fascinante partitura de envolventes sintetizadores a cargo de Vangelis— consiguió calar hasta la médula en la cultura pop convirtiéndose en un clásico reverenciado de la ciencia ficción.
Corazonada (1981)
Un año antes del estreno de Blade Runner, la llamada "maldición del musical" tuvo su máxima representación con este ambicioso proyecto personal que Francis Ford Coppola defendió hasta la extenuación económica. El presupuesto inicial fue de dos millones de dólares, pero el largo rodaje y el extraordinario coste de la producción —una reproducción de Las Vegas construida íntegramente dentro de sus estudios Zoetrope— disparó el presupuesto de manera desorbitada hasta llegar a los 25 millones de dólares y logrando tan solo un millón de recaudación en taquilla, que le hicieron declararse posteriormente en bancarrota.
La idea original era plantear una película ‘para relajarse’ después de Apocalypse Now, pero desde luego si alguien sabe de desbordar presupuestos, ese es el director italoamericano. Para confirmarlo ahí está también su reciente Megalópolis.
Y es que la experiencia estética de primer nivel propuesta por Corazonada no dejaba de ser una propuesta kamikaze y grandilocuente que, por medio de una sensual exquisitez visual, retrataba la ruptura de una pareja en clave de musical desencantado. Tampoco ayudó mucho que estuviese protagonizada principalmente por unos poco conocidos Frederic Forrest, Teri Garr, Raul Juliá y Nastassja Kinski.
Su combinación de teatro, cine y televisión para contar una sencilla historia rebosante de calidez y belleza, así como también las estupendas canciones interpretadas por Tom Waits, la convirtieron en una película irrepetible que desgraciadamente y pese a todos los esfuerzos no despertó el interés del público del momento.
El Gran Lebowski (1998)
Si hay que hablar de una película de culto cuyo protagonista sea toda una figura reverencial e icónica esa es sin duda la particular obra maestra de los hermanos Coen.
Jeff Bridges, sin saberlo (o quizá un poco sí), dio vida a uno de los personajes más inolvidables de los últimos 30 años: The Dude (El Nota en la versión doblada), un hippie trasnochado, soltero, desempleado y con tendencia a la vaguería que vive en California, al que le gusta fumar marihuana, la música de Creedence Clearwater Revival, beber rusos blancos y jugar a campeonatos de bolos con sus amigos. En definitiva, un tipo sencillo que solo aspira a estar tranquilo pero al que inevitablemente un turbio universo hilarante no dejará de complicarle la vida.
Una propuesta que, a pesar de contar con un reparto de lujo encabezado por actores de la talla de John Goodman, Julianne Moore, Steve Buscemi, Philip Seymour Hoffman o John Turturro, resultó una considerable decepción en su estreno estadounidense, recibiendo críticas variadas y consiguiendo recaudar tan solo 27 millones de dólares frente a los 15 millones de presupuesto.
Pero con el tiempo este filme con estructura clásica de cine noir en clave de comedia negra coeniana y repleto de momentos memorables que ya forman parte de la cultura pop fue reivindicado como se merece gracias a las excelentes e inolvidables secuencias de sueño surrealistas, la inquietante partida de bolos contra Jesús Quintana, los arrebatos violentamente cómicos del personaje interpretado por John Goodman y, por supuesto, la ecléctica banda sonora formada por las canciones de Bob Dylan, Kenny Rogers, Gipsy Kings o Townes Van Zandt.
De hecho, El Gran Lebowski cuenta con fieles tan fanáticos que llevan organizando desde 2002 el Lebowski Fest, un festival anual que comenzó en Kentucky y que se ha ido expandiendo por el resto de los estados, así como también llegando a engendrar su propia religión: el dudeísmo, que cuenta con más de 600.000 sacerdotes por todo el mundo.
No en vano en 2014 fue descrita como "la primera película de culto de la era de Internet: cultural, histórica y estéticamente significativa", siendo seleccionada para su preservación en el National Film Registry.
Sin duda, la audaz e hilarante película de los Coen se merece todo lo bueno que digan sobre ella mientras se hace inevitable escuchar de fondo la voz de su protagonista diciendo aquello de: "Well… It's your opinion, man!".
Cadena perpetua (1994)
El excelente drama carcelario con aroma clásico dirigido por Frank Darabont y basado en un relato original de Stephen King es una clara demostración de cómo la carrera comercial de una película no tiene por qué acabar en las salas cinematográficas.
Y es que durante su estreno en 1994 la película recaudó poco más de 28 millones de dólares de los 25 millones que había costado, pero un año después, y contra toda sorpresa, las ventas en VHS de la cinta se dispararon hasta convertirla en una de las películas más alquiladas en los hogares de Estados Unidos.
El filme, que en un principio había pasado desapercibido por el gran público, recibió el empujón de las nominaciones a los Oscar elevándola a los altares del cine carcelario con momentos tan icónicos como la legendaria fuga del protagonista interpretado por Tim Robbins.
Con el tiempo su clasicismo dramático y su galería de tiernos y derrotados personajes han conseguido pervivir en la memoria de millones de espectadores, convirtiéndose en una de las películas mejor valoradas de la historia del cine en webs como IMDB o FilmAffinity.
"La esperanza es algo peligroso", dice el personaje interpretado por Morgan Freeman en un momento del filme. Que se lo digan a los productores.
Hijos de los hombres (2006)
Desde su lanzamiento, la ambiciosa coproducción británico-estadounidense dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón y ambientada en un Londres aterrador ha venido generando un particular culto, así como una patente influencia cinematográfica.
Y es que sigue resultando sorprendente que esta desgarradora distopía de fe y supervivencia donde el ser humano se enfrenta a su extinción fuese un fracaso comercial obteniendo tan solo 70 millones en taquilla teniendo en cuenta su coste de 76 millones de dólares.
Un excelente ejercicio de ciencia ficción basado en la extraordinaria novela homónima de P.D. James y protagonizado por Clive Owen, Julianne Moore y Michael Caine que no resuena tan lejano de nuestro presente, tanto en forma como en fondo, pero que tampoco acabó de convencer a la audiencia.
Sin embargo, su impresionante trazo hiperrealista a la hora de rodar las escenas bélicas y de guerrilla, como el famoso plano secuencia ambientado en el campo de refugiados de Brexhill o la claustrofóbica e icónica escena rodada dentro del coche, son un prodigio de la técnica cinematográfica y artística. Cuarón y el director de fotografía Emmanuel Lubezki hicieron historia creando una experiencia particularmente inmersiva altamente celebrada por toda la cinefilia.
La sombra de su estética apocalíptica de resonancias bíblicas es alargada y siguió teniendo influencia en producciones posteriores de corte distópico, como El cuento de la criada. Además, y sin ir más lejos, en la reciente secuela de Joker hay una escena de fuga del protagonista, que también transcurre en el interior de un coche mientras fuera reina el caos y la destrucción, en la que Todd Philips homenajea de manera evidente el inconfundible sello cinematográfico del cineasta mexicano.