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La risa de Karla Sofía Gascón (Madrid, 1972) es contagiosa. Ella se ríe de todo, dice que se parte de la risa. Una muy buena forma de sobrellevar la montaña rusa en la que lleva subida desde la pasada primavera. Quizás la única. "Te juro por mi madre que quiero descansar, pero cuando estoy diez minutos descansando, pienso: ¿dónde están los flashes?", cuenta la actriz a El Cultural semanas antes del estreno en España (5 de diciembre) de Emilia Pérez, la culpable de que se haya convertido en uno de los rostros cinematográficos más importantes del año. 

Desde ese premio histórico en el Festival de Cannes, que le erigió como la primera mujer trans en recibir el premio a la mejor interpretación femenina en la Croisette y la segunda española (las primeras fueron las actrices de Volver en 2006), Gascón se codea por Hollywood con "toda esa banda importantísima" como Pedro por su casa, nunca mejor dicho. "A veces no sé quiénes son, ni les he visto, ni tampoco me importan mucho", dice con esa honestidad que ha llevado siempre por bandera.

La película del francés Jacques Audiard (DheepanDe óxido y hueso), un atrevido narco musical queer que relata la metamorfosis de un capo de la droga, Manitas del Monte, en una heroína nacional, Emilia, tras someterse a un cambio de sexo, se sustenta por un espléndido elenco femenino—Gascón fue premiada en Cannes junto con Zoe Saldaña y Selena Gomez— y respira un fuerte aire almodovariano. 

No solo en ese particular rojo manchego, sino también en sus tres protagonistas. Algo hay en ellas de ese empoderamiento propio de toda "chica Almodóvar", admite Gascón, pero para su personaje, mientras Audiard tenía en mente a la Catherine Deneuve de Buñuel o Polanski, ella se fijó mucho en la estética y en la voz de una de las presentadoras más famosas de España: "Emilia Pérez quería ser como Anne Igartiburu pero en México. Me hizo mucha gracia manejar el personaje así", reconoce riendo. 



La actriz considera que Emilia Pérez es uno de esos papeles "que no los quieren para ningún actor". "Mucha gente de Estados Unidos lo comparan con los personajes que tenían Robert De Niro, Al Pacino y Meryl Streep en su época. Creo que aunque ahora mismo no nos demos cuenta, la película está haciendo historia y se va a convertir en algo de culto". 

En un principio, Audiard no quería que Gascón interpretase tanto a Manitas como a Emilia, pero ella se empeñó en dar vida a las dos facetas paralelas del personaje. A pesar de haber desarrollado gran parte de su carrera en México, la actriz confiesa que le costó dar con el acento mexicano y que no fue fácil bucear en esa oscuridad tan profunda en la que está inmerso el líder mafioso. 

Al preguntarle si ha canalizado parte de su propia experiencia personal en el filme—Gascón se sometió a un cambio de sexo en 2018 y relató su transición en el libro Karsia. Una historia extraordinaria (2018)—, la actriz se muestra dispuesta a no encasillarse: "Soy actriz, estoy interpretando un personaje. Sobre todo en Estados Unidos están intentando buscarme las vueltas con esto, preguntándome: ¿Qué sentiste cuando te viste en el espejo?'. Yo no me veo, yo me parto de risa. Qué lágrimas voy a echar de Manitas, si nunca he sido narcotraficante. Cuanto más alejados de mí los personajes, más divertido es meterme en ellos. Si mañana me dicen de interpretar a un pistolero en un wéstern, me parto de risa. Por mí como si me quieren poner 25 barbas o bigotes".

"Obviamente he vivido muchas cosas que aún no siendo iguales, pueden ser similares, pero creo que les ha servido mucho más a ellos como producción y a Jacques como director tenerme a mí, que entendía perfectamente el proceso y que era yo quien les ilustraba en vez de ser ellos los que tenían que ilustrarme". 

En la segunda parte del filme, Gascón deja de lado a Manitas para convertirse en Emilia Pérez, una millonaria que para remediar el legado de destrucción que había dejado en su anterior vida funda un ONG para ayudar a las familias de las víctimas de los cárteles mexicanos. 

"Desaparecidos y narcotraficantes hay en todos lados. Solo tenemos que mirar a nuestro país y ver que todavía hay gente que no ha encontrado los restos de sus familiares de la época de Franco", recuerda. Pero allí, reflexiona Gascón, esta herida sigue supurando por la "impunidad de los gobiernos y por dar vía libre a todo este tipo de personas que campan a sus anchas y hacen lo que les da la gana".

"El 99,99% de la población es maravillosa, lo único que quiere es vivir, disfrutar y sacar a sus familias adelante. Pero hay 1% de gente que hacen auténticas bestialidades. Hay cosas que ellos ya tienen asimiladas, pero yo sigo sorprendiéndome porque no lo veo normal", opina la actriz, que se mudó a México en 2008 y desarrolló allí gran parte de trayectoria, tras debutar aquí en los 90 en producciones como Al salir de clase, Canguros, El súper o La caja 507, de Enrique Urbizu.

P. ¿Cree que en España hubiese podido desarrollar del mismo modo su carrera profesional?

R. Cuando yo me fui no se hacían más que cosas de la guerra, de la posguerra y de antes de la guerra, o historias muy sociales, que no van conmigo a la hora de actuar. Era una cosa impresionante. Creo que en España tenemos un problema de estar muy cerrados en las cosas y si me vine a México fue buscando un poco de fantasía, de cuento. Y lo encontré. Lo primero que hice fue una telenovela, que por mucho que fuese una telenovela era una cosa impresionante. El nivel técnico que tenían para hacerla no lo he visto ni en Hollywood. 



» En España, no sé si por falta de presupuesto o porque no hay imaginación, pero en las películas en la mayoría de las situaciones a los actores nos meten en una habitación o en un bar. No digo que no se hagan películas en los bares, pero a mí me resulta cansino. Se toma el cine como algo reivindicativo, pero ni el que hace entretenimiento no tiene ninguna responsabilidad social ni el cine son documentales. Hay una confusión muy grande y parece que queremos hacer solo el documental. Yo no voy a gastar mi dinero en ver el telediario en mi casa. Es un problema que tenemos y hay que decirlo.  

Karla Sofía Gascón en 'Emilia Pérez'. Foto: Wanda.

Gascón cree que deberíamos fijarnos más en el cine francés, capaz de combinar historias de entretenimiento al nivel de las producciones de Hollywood con películas más íntimas o independientes. "En España creemos que somos el centro del mundo y no somos nada. Allí conocen a Pedro (Almodóvar), Penélope Cruz, BardemAntonio Banderas y ya, del resto no tienen ni idea, pero no solo en Estados Unidos, también en México o en Argentina". 

Guerrillera y peleona, en Cannes dedicó entre lágrimas su premio a todas las personas trans "que estamos sufriendo todos los putos días el odio" y quiso mandar un mensaje de esperanza para aquellos que se dedican a odiarla por el simple hecho de existir. "Como ocurre con Emilia Péreztodos tenemos la oportunidad de cambiar a mejor, de ser mejores personas. Así que a ver si cambiáis, cabrones". 

Desde entonces ha sufrido numerosos ataques de odio en redes sociales, pero no teme estar en primera línea de guerra. "Lo que me preocupa es no poder pelear todo lo que yo quisiera, me estoy cortando mucho", asegura. La actriz, galardonada este año con el Premio Arcoíris del Ministerio de Igualdad por el reconocimiento a la visibilidad LGTBIQ+, se ha convertido en un referente del colectivo trans. "Me han tomado como un ejemplo, porque lo soy, porque a mí me han despreciado totalmente muchas veces y hay que reconocerlo". 

Karla Sofía Gascón y Zoe Saldaña en 'Emilia Pérez'.

P. ¿Considera que su representación sigue siendo minoritaria en el sector cultural? 

R. Por supuesto. Además, parece que la única referencia es el Jíjí-Jajá y la fiesta. No quiero generalizar, pero hay un rollo en el mundo artístico en el que las personas trans tienen que ser cabareteras. Y no tengo nada en contra de las personas que hacen cabaret o se dedican al teatro musical. Pero la banda piensa que si va a ver un espectáculo en el que aparecen mujeres trans hay sillas y todo el mundo se ríe. Nunca me ha gustado eso, aunque entiendo a quienes lo hacían porque no había otra oportunidad.



» Hasta hace muy poco parecía que a lo único que nos podíamos dedicar era a la prostitución, a hacer las uñas o al cabaret. Y eso en España, un país en el que tenemos los derechos más avanzados en cuanto a ese tipo de cosas. No es una cosa que yo pueda achacarle al colectivo, sino que es a la que nos han orillado a las mujeres trans. No a los hombres trans, porque ellos están en todos lados y a todo el mundo le da igual. Pero si son mujeres, cuidado. 

Karla Sofía Gascón aspira al galardón a Mejor actriz en los premios de la Academia de Cine Europeo (EFA) del próximo 7 de diciembre, pero su nombre suena ya en las quinielas a los Oscar. Su presente es brillante, pero su futuro es aún más prometedor.

Desvela que tiene alrededor de cuatro o cinco proyectos futuros sobre la mesa y amenaza con querer hacerlos todos. Eso sí, tiene muy presente de dónde viene. "Ahora es muy bonito, pero me ha costado lo mío. A mí no me ha regalado nada nadie. Mi madre me decía: qué suerte. Suerte mi culo. Llevo 52 años haciendo movidas, luchando, bregando con todo el mundo, haciendo cortometrajes gratis, selftapes, castings... suerte no creo que sea".