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¿Queda algo en los lugares de quienes los han habitado? ¿Una casa en la que se ha cometido un horrible crimen, sigue siendo la misma? Es totalmente irracional, pero esas "casas malditas" se venden muy por debajo del precio de mercado. O quizá no tanto, simplemente humano. Un oso de peluche desvencijado puede ser infinitamente más valioso para nosotros que un objeto de lujo.



En cualquier caso, todos sentimos de alguna manera que en los lugares en los que hemos vivido permanece una parte de nosotros mismos, como una huella. Here, del célebre Robert Zemeckis, adapta una famosa novela gráfica de 2014 de Richard McGuire. La premisa es que la cámara nunca se mueve de un mismo espacio, una amplia habitación de una casa familiar en el sur de Estados Unidos que a lo largo de las décadas va teniendo varios usos y habitantes.



Sobre todo, el núcleo familiar en el que destacan Tom Hanks y Robin Wright, que se ennovian muy jóvenes, a los 18 años, y casi en seguida comienzan a vivir juntos bajo el mismo techo con la familia de él, un ex veterano de guerra algo anticuado (Paul Bettany), pero con buen corazón y su esposa, ama de casa tradicional entregada a su familia (Kelly Reilly).



El principal reclamo publicitario es que Hanks y Wright se vuelven a reunir 30 años después de aquella famosa Forrest Gump, además dirigidos por Zemeckis y con Tim Roth escribiendo el guion. Mago de Hollywood, Zemeckis ha dirigido grandes películas del Hollywood mainstream que el público adora y tienen verdadera gracia y talento como la divertidísima Tras el corazón verde (1984), la maravillosa Regreso al futuro (1985) o la ácida La muerte os sienta tan bien (1992).

Sueños truncados

Zemeckis, primo hermano de Spielberg, como representante del Hollywood comercial y bombástico de los 80 siempre ha sido un cineasta de los buenos sentimientos. La propia Forrest Gump, tan disfrutable como un poco ñoña, es un buen ejemplo de tendencia a una cierta sensiblería muy hollywoodiense, claro.
La crítica americana ha sido poco piadosa con Here, a la que acusan de ser cursi y carecer de rumbo. Es cierto que a Zemeckis a veces se le va un poco la mano con los violines y el final, que no deja de ser emocionante, parece demasiado dirigido, demasiado "buscado".



Pero si uno se deja llevar, hay mucho que disfrutar también en Here. Hanks y Wright interpretan más de la mitad de la película a personajes mucho más jóvenes que ellos, rejuvenecidos gracias a la tecnología digital. Si el Harrison Ford de Indiana Jones y el dial del destino también rejuvenecido se mueve en las sombras casi todo el rato para que no se note mucho el efecto digital, aquí ya parece encaminado a la perfección. A veces se nota un poco pero el resultado es asombroso.



Buenos actores, Wright y Hanks interpretan al "americano medio" de la generación boomer. La suya es una vida de renuncias, en la que Hanks abandona su carrera como dibujante y diseñador gráfico para vender seguros para alimentar a su prematura familia y ella también renuncia a parte de sus sueños por él. Sobre todo, el de marcharse de esa casa en la que tiene que convivir con sus suegros. Pero el personaje de Hanks, buen tipo, está "obsesionado con los impuestos", y en suma, es tacaño.



Planteada como una serie de secuencias que viajan constantemente de una época a otra, la película abarca la historia sobre todo de esa familia, pero también refleja la evolución de la sociedad de Estados Unidos. Desde los convulsos tiempos de la guerra de independencia a finales del siglo XVIII pasando por el pasado esclavista, la propia Guerra Civil Americana de 1861 hasta un siglo XX marcado por la constante participación de Estados Unidos en guerras y la revolución social en las costumbres en los años 60, con los hippies, la contracultura y mayo del 68.