El espíritu de Sundance sigue vivo aunque lleve tiempo agonizando. El actor Jesse Eisenberg (Nueva York, 1983) encarnó a la perfección el personaje de indie urbano en sus últimos estertores en películas como Cosas de hombres (Dylan Kidd, 2002), Una historia de Brooklyn (Noah Baumbach, 2005) Bienvenidos a Zombieland (Ruben Fleischer, 2009) o la arquetípica Adventureland (Greg Mottola, 2009), que es colmo del indie. Su trabajo más conocido es su interpretación del mismísimo Mark Zuckerberg en La red social (2010) de David Fincher.
El cine indie americano, cada vez menos presente, tenía muchas glorias: personajes masculinos atormentados y sensibles, familias siempre desestructuradas y traumatizantes, camisetas ajustadas vintage y diálogos vivaces, nerviosos, dotados de un ingenio melancólico. Hace no mucho vimos un raro ejemplo, Ex maridos (Noah Pritzker, 2023). Ahora Eisenberg recupera con grandeza ese espíritu en esta delicada y hermosa A Real Pain, su segunda película como director después de Cuando termines de salvar el mundo (2022).
En A Real Pain, el director nos propone la reunión de dos primos, los Kaplan, que han crecido en Manhattan como hermanos. Son dos personajes que no pueden ser más distintos. Por una parte, David (el propio Eisenberg), bien casado, con un hijo pequeño al que adora, un trabajo quizá no apasionante (vende anuncios de internet) pero con el que se gana decentemente la vida y se le da bien. David es serio, responsable, tiene rasgos asociales y en su caso la procesión va siempre por dentro.
La estrella es Benji, al que da vida un inspirado Kieran Culkin, reciente ganador de un Globo de Oro por este papel, hermano de Macaulay y célebre por Succession. Carismático, bocazas, sensible y arrastrando un profundo sentido de derrota, Culkin malvive en el sótano de su madre en un pueblo perdido y se pasa la vida fumando marihuana. Mientras David se comporta de manera pulcra e intachable, Benji crea el caos allá donde va, suscitando rechazo pero también inquebrantables adhesiones.
El sentido del dolor
En realidad, nadie debería juzgar nunca el dolor de los demás, aunque lo hagamos todo el rato. En A Real Pain, por una parte, vemos un estudio de personajes profundo y conmovedor. David, el formal, envidia la espontaneidad y magnetismo de su primo. Benji, sin embargo, a pesar de estar dotado de luz, actúa también como su principal enemigo. “Primero iluminas la habitación como nadie”, le dice David, “y luego tú mismo lo boicoteas”.
Como el propio título indica, “un dolor verdadero”, la película se interroga por esa “legitimidad” del dolor. Tras una infancia y adolescencia viviendo casi como siameses, Eisenberg y Culkin se van de tour turístico a Polonia. El tour no tiene un tema precisamente feliz ya que recorre los lugares más destacados del Holocausto nazi, que mató a seis millones de personas de manera industrial. Los otros turistas, judíos americanos como ellos en busca de sus raíces, servirán como espejo a la relación y carácter de ambos.
El destino final de los primos es la casa en la que creció su abuela antes de emigrar a Estados Unidos con lo puesto huyendo de la Shoa. La abuela, a la que ambos, sobre todo Benji, estaban muy apegados, ha muerto de manera reciente y el viaje también sirve como tributo a su memoria.
La figura de esa abuela heroica se contrapone con la del devastado Benji. Por una parte, la mujer que gracias “a una serie de milagros” consiguió salvar la vida. La misma que llegó a Manhattan con lo puesto, entró como aprendiz en una empresa textil y acabó dirigiéndola. Frente a ella, ese Benji, un joven a punto de dejar de serlo que se pasa la vida fumando porros, odia con toda su alma a los ricos y mezcla los momentos de una lucidez casi genial con los de una oscuridad sombría y desagradable.
¿Cómo es posible, se pregunta el personaje de Eisenberg, que la abuela fuera capaz de sobreponerse a la pérdida de casi toda su familia en un campo de concentración, forjar una nueva vida en la otra parte del mundo y “nunca lamentarse por ello”, mientras Benji, que ha crecido con todas las comodidades y oportunidades, es incapaz de salir adelante?
De manera poética, parecida a la de Steve McQueen en su reciente documental Occupied City (2023), Eisenberg contrapone en ese tour macabro la realidad actual de los lugares que visitan (el heroico y trágico gueto de Varsovia, las calles de Lublin, la “Florencia” judía) con la narrativa de lo que fueron, sacando a la luz de manera conmovedora la destrucción de toda una cultura y de la propia Europa en una matanza que marca el final de su época de esplendor y como centro moral del mundo civilizado.
A Real Pain trata sobre la humana incomprensión del dolor ajeno y también sobre los propios límites de cada uno para curarnos. A un lado, ese David al que le gustaría ser más “echado p’adelante” que inconscientemente recrimina a su primo su catástrofe y no sabe cómo empatizar con él. Al otro, ese Benji desnortado que está esperando a que alguien le salve sin entender que solo puede salvarse él mismo. Ese último plano de Culkin en el aeropuerto, grandioso, ese abismo de la desesperación, pero también la lucidez de quienes viven al margen como proscritos, da cuenta de la grandeza de esta inspirada película.