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Adèle Exarchopoulos y François Civil en 'Corazones rotos'.
'Corazones rotos', un Romeo y Julieta de gánsteres desmedido que salva Adèle Exarchopoulos
Gilles Lellouche presenta una superproducción demasiado ambiciosa que se mueve entre el melodrama romántico, el 'thriller' criminal y el musical.
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La de Romeo y Julieta puede que sea la historia de amor más manoseada de todos los tiempos. Tanto, que su trama roza en ocasiones el cliché. Chico y chica de bandos opuestos se enamoran y mantienen una turbulenta historia de amor imposible. Lo que Shakespeare planteó como una obra sobre el odio heredado y la impulsividad juvenil ha sido moldeado para encajar en cada época.
Si en los 60, el musical West Side Story utilizó la trama shakesperiana para reflejar el racismo y la xenofobia sistémica que dividen a la sociedad, en los 90, Baz Luhrmann se atrevió a hacer de Romeo + Julieta (1996) una tragedia posmoderna para la generación MTV, con luces neón y gánsters incluidos.
¿Qué busca entonces Gilles Lellouche con Corazones rotos? El cineasta y actor francés estrena en España la superproducción francesa del año, con 32 millones de euros de presupuesto, y 13 nominaciones a los Premios César (los Goya franceses). La película, cuyo guion adapta la novela del irlandés Neville Thompson, Jackie Loves Johnser OK? (1997), pasó sin pena ni gloria por la Sección Oficial de Cannes pero se ha convertido en un taquillazo en Francia.
Lellouche cambia el escenario irlandés por el norte de Francia en los años ochenta para contar el romance entre Jackie y Clotaire, dos adolescentes de orígenes distintos —ella de familia burguesa y él de clase obrera—. Mientras Clotaire (Malik Frikah) se deja embaucar por las malas compañías que le ofrecen una salida y dinero fácil, Jackie (Mallory Wanecque) prefiere mantenerse en el buen camino. El cineasta cuenta la historia de la pareja a lo largo de 20 años, que se ve interrumpida cuando él va a la cárcel.
Aquí se encuentra la primera ambición desmedida del cineasta francés, que estira la duración de la película hasta las 2 horas y 40 minutos para contar una historia que no los necesita. Dividida en dos partes desiguales, la película se mueve entre el melodrama romántico, el thriller criminal e incluso el musical, con varias escenas claves en las que The Cure tiene todo el protagonismo. Destaca tanto la música como la ambientación de la década de los 80, a pesar de algun que otro gazapo histórico como el de Nothing Compares to U, que no se llegó a lanzar hasta los 90.
Si la primera parte convence gracias a la inocencia e impulsividad de ambos personajes, la segunda parte, con unos protagonistas ya adultos, solo funciona gracias a la química del tándem Adèle Exarchopoulos y François Civil. Ambos mantendrán un juego de idas y venidas que recuerda, sin llegar a ser tan surrealista, al de Quiéreme si te atreves (2003), película francesa en la que, curiosamente, actuó el propio Lellouche como personaje secundario.
En el filme, Clotaire volverá diez años después a la vida de Jackie, quien ha intentado, sin éxito, rehacer su vida. Una pequeña trampa de guion, coescrito junto a Audrey Diwan (León de Oro en Venecia por El Acontecimiento), hace que su destino, aparentemente predestinado, cambie.
El problema es que el francés despliega todo su arsenal de virguerías cinematográficas para adornar la historia y acelerar el ritmo de la cinta, pero el efecto es el contrario. Planos enrevesados y paneos constantes que, lejos de mantener la atención del espectador, llegan a marear. Se ve claramente las pretensiones de contar una historia de gánsters a lo Scorsese y de amor a lo Tarantino —el final es un claro guiño al inicio de Pulp Fiction—, quedándose a medio gas en ambas.
Corazones rotos
Dirección: Gilles Lellouche
Guion: Audrey Diwan, Ahmed Hamidi, Julien Lambroschini, Gilles Lellouche. Novela: Neville Thompson
Intérpretes: Adèle Exarchopoulos, François Civil, Mallory Wanecque
Año: 2025.
Estreno: 31 de enero