
Daniel Calparsoro, en el rodaje de 'Mikaela'. Foto: Volvoreta / The Walt Disney Company
El rey del 'thriller' Daniel Calparsoro estrena 'Mikaela': "Las películas cortas reconfortan al espectador"
El director estrena una inesperada mezcla entre electrizante película de robos y cuento navideño, con un crecido Antonio Resines como protagonista.
Más información: Antonio Resines: "España es un país acojonante en todos los sentidos"
Agarrar al espectador por el pescuezo y no soltarlo en 90 minutos. Es la propuesta de Mikaela, el nuevo thriller de Daniel Calparsoro (Barcelona, 1968) tras puntales del género en nuestro país como su mítico debut, Salto al vacío (1995), Asfalto (2000), Invasor (2012), Cien años de perdón (2016) o la reciente Todos los hombres de Dios (2023).
Hiperactivo, también acaba de estrenar en Netflix la serie Asalto al Banco Central, sobre un robo en Barcelona en los 80 perpetrado por miembros de grupos de ultraderecha, y estos días culmina la grabación de otra teleficción de intriga, Salvador, protagonizada por Luis Tosar en la piel de un “padre coraje”.
En Mikaela la estrella es Antonio Resines, que se mete en la piel de Leo, un viejo policía en apuros, ya que está siendo investigado por asuntos internos. Durante una tormenta de nieve que tiene paralizado al país, atrapado en un atasco a la entrada de Madrid, se le presenta la posibilidad de redención cuando presencia cómo unos impetuosos atracadores rusos aprovechan el caos para robar un furgón blindado.
A regañadientes, sin mucha convicción, Leo luchará contra los ladrones junto a la joven Mikaela (Natalia Azahara), de origen colombiano y recién graduada como guardia civil. Frente al cinismo del agotado “madero”, la fuerza y el compromiso de la “picoleta” en este pequeño cuento moral con muchos tiros y escenas de acción.
Pregunta. ¿Cómo surge este proyecto?
Respuesta. Es una película muy especial porque mi principal motivación era que tenía muchas ganas de trabajar con Resines. Es un actor muy conocido por el público, al que siempre he admirado, desde sus comedias en los 80, como La línea del cielo (1983) de Fernando Colomo o Sé infiel y no mires con quién (1985) de Fernando Trueba, a sus trabajos en el thriller, como La caja 507 (2002), de Enrique Urbizu. Me gusta la idea de llevar a Resines, con ese carisma tan popular, a un lugar totalmente distinto.
P. ¿Cuál es ese lugar?
R. En Mikaela interpreta a una persona a la que todo le va fatal, es un tipo bastante desastroso. Es interesante ver ese lado oscuro en Resines. No creo que su personaje sea malo, pero está harto y se ha ido dejando, apartándose de las personas que le quieren y que han estado dispuestas a sufrirlo. Y entonces aparece Mikaela, que le va a hacer cambiar. Es una historia que tiene mucha acción, en la que suceden muchas cosas y que busca el entretenimiento. Y ha sido un desafío técnico como director, porque está nevando todo el rato.
P. Mikaela “solo” dura 90 minutos en tiempos de películas muy largas, y no da respiro. ¿Buscaba una narrativa frenética?
R. Podríamos haberla alargado, pero que sea corta creo que reconforta al espectador. Queríamos conectar con él a través de ese punto irónico y sarcástico. Hay muchos momentos de humor, desde esa primera secuencia en el hotel en la que la pareja discute porque les quieren cobrar el aparcamiento.
»El personaje de Resines, antes de arremangarse porque no le queda más remedio que enfrentarse a los ladrones, está encantado en ese atasco, es la excusa perfecta para llegar tarde a la cena con su familia. Queríamos que los personajes fueran muy reconocibles, que reflejaran esa sensación de hartazgo vital por la que todos hemos pasado en algún momento, cuando acabas riéndote de ti mismo y de todo lo que te rodea.
P. La música de Carlos Jean nos lleva más al imaginario del cuento navideño que al de la película de acción. ¿Cómo surgió?
R. Queríamos huir del género de acción a la hora de crear la atmósfera de la película. Y es que también es un cuento sobre un señor que está llegando a un momento avanzado de la experiencia vital con un punto de amargura. Y entonces aparece una chica joven que está empezando, que tiene la avidez, la ambición y el deseo, y que lo saca del agujero. Con el director de fotografía Tommie Ferreras, busqué también una imagen con ese punto de cuento, y no de película de acción. Pero no es una película con magia, claro, tenía que tener también verosimilitud y realismo para llevarla a un terreno emocional y humano.
La dignidad del trabajo
P. Cobra importancia ese desapego del protagonista por su profesión ¿El trabajo importa?
R. Recuperar la dignidad de la profesión y de la persona, en este caso, va unido. La profesión es muy importante. Hacer bien tu trabajo, o lo mejor que puedas, te da placer y tranquilidad, te produce bienestar. Estamos en un momento en el que, cuando se habla de trabajo, todo son resultados.

Natalia Azahara y Antonio Resines, en 'Mikaela'
P. Esos ‘pobres’ rusos atracadores casi dan un poco de pena. ¿Cómo los ve?
R. Les sale todo mal. Mikaela es una película para divertirse, que cuenta una peripecia imposible con tiroteos, mucha acción, alguna imagen sobrecogedora... Todo ello con esa nieve constante que le da al relato un punto casi onírico. Esa era la idea.
P. Estrena una película por año y ya está rodando su nueva serie para Netflix. ¿Cómo lleva esta hiperactividad?
R. Llevo una buena racha. Me encanta rodar, lo llevo dentro y lo disfruto mucho. Es lo que hablábamos de la dignidad de la profesión, siento ese compromiso. Llevo trabajando con el mismo equipo desde hace muchos años y es fantástico, me siento muy cómodo. Es verdad que a veces los proyectos son muy dispares y puede costar cambiar el chip de uno a otro. Pero bueno, yo creo que lo vamos gestionando bastante bien.