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Un fotograma de 'Ciao, bambina'
Carolina Yuste y Eneko Sagardoy: ganadores del Goya como actores y nominados como cortometrajistas
Yuste, nominada como actriz por 'La infiltrada', también puede ganar como directora por 'Ciao, Bambina' y Sagardoy es candidato por 'La noche eterna', una ficción “lynchiana” sobre la maternidad.
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La figura del actor que triunfa como director no es ninguna novedad. En España, Fernando Fernán-Gómez logró brillar delante y detrás de las cámaras y Antonio Banderas también ha mostrado talento como director en filmes como El camino de los ingleses (2006). En el orbe de Hollywood, es todo un clásico y algunos de sus cineastas más distinguidos como Robert Redford, Woody Allen o Clint Eastwood han triunfado en ambos terrenos.
En los Goya del sábado, la categoría a mejor cortometraje será cosa de actores. Carolina Yuste (Badajoz, 1991) está nominada como mejor actriz por La infiltrada, también máxima favorita junto a El 47 como mejor película, y podría acabar la noche llevándose a casa dos “cabezudos” si triunfa su debut como directora con Ciao bambina (disponible en Filmin), candidato en la categoría de mejor cortometraje documental.
Yuste, que ya ganó en 2019 el Goya como mejor actriz revelación por Carmen y Lola, de Arantxa Echevarría, también directora de La infiltrada, retrata en los 20 minutos de Ciao bambina su amistad con Rafi, un joven hombre transexual, cineasta en ciernes, que también codirige el corto con el nombre artístico de Afioco Gnecco.
En plena transición, a través de una serie de conversaciones con la propia Yuste, Rafi expresa sus dudas, temores y miedos ya que el propio hecho de ser transexual le coloca en una situación muy vulnerable en una sociedad que sigue siendo hostil.
Explica Yuste: “Siempre he sentido una pulsión creativa, pero la realización de este corto surge de una manera orgánica, natural, dentro de mi propia relación con Rafi”. Ambos se conocieron, cuenta, cuando Afioco la llamó para que protagonizara su corto Victoria, encuadrado dentro de la serie Indetectables, que retrata una serie de problemáticas sociales (en este caso, la violencia de género).
“Nos caímos muy bien y allí empezamos una amistad intensa que a veces es una montaña rusa”, dice Yuste. “Siempre nos hemos grabado el uno al otro y andamos con cámaras de por medio. Surgió de manera espontánea captar ese proceso de transición de Rafi, al principio con la cámara del teléfono y luego ya con un equipo profesional formado por amigos. Surge una cuestión muy interesante que me hago a mí misma como qué significa ser hombre o mujer”.
Relaciones maternofiliales en clave lynchiana
Actor expresivo de mirada sensible, Eneko Sagardoy (Durango, Vizcaya, 1994) ya ganó el Goya como mejor actor revelación por Handia (Arregi, Garaño, 2017), en la que interpretaba a un “gigante” del País Vasco que era exhibido como monstruo de feria en el siglo XIX y ha triunfado con filmes como Irati (Paul Urkijo, 2022), una aventura épica en la Edad Media.
Lo más sorprendente de su debut como director en el cortometraje de ficción Betiko Gaua (La noche eterna en castellano, disponible en Movistar Plus+), es su audacia y voluntad de hacer un trabajo plenamente cinematográfico. Homenaje oportuno al recién fallecido maestro David Lynch, Sagardoy nos muestra primero a una mujer (Miren Gaztañaga) que persigue en coche a su madre (Elena Irureta) a la fuga para luego, en una elipsis de años, ser perseguida a su vez por su propio hijo adolescente.
Cuenta el actor y realizador vasco: “Quería darme el gusto con mi primer corto, jugar con las atmósferas, casi contrarias que plantea. Empieza como un drama social, luego avanza hacia el suspense, el thriller, pasa por el realismo mágico y acaba en el cine fantástico. Buscaba generar lo que me suele estimular como público y esta historia me servía para ello”.
Bien rodado y seductoramente enigmático, La noche eterna tiene difícil “explicación definitiva”. Dice Sagardoy: “En el centro de la película está la idea del miedo a lo desconocido. Me atraía invertir los roles. Hemos visto muchas veces la situación de la madre que sufre porque sus hijas se marchan y se queda la casa vacía. Es un corto muy personal sobre ese descubrimiento de que tu madre tiene un nombre más allá del título de madre. Hay un miedo interior no tanto a que muera como a descubrir que es una persona desconocida, es un misterio que nos rodea”.
De la identidad de género a las herencias biológicas
En su última secuencia, una vuelta de tuerca a la escena clásica del “bautismo en el mar”, Ciao bambina alcanza toda su emoción. Hasta entonces, Rafi cuenta sus reuniones con médicos y psicólogos, sus tratamientos con esteroides o su miedo a que se le caiga el “pelazo” porque provocan calvicie.
En la conversación entre el angustiado Rafi y Yuste surge la cuestión de la identidad de género ya que deberá enfrentarse a preguntas de especialistas sobre la solidez de su deseo de cambiar de identidad sexual. En un momento dado, preparando la reunión, Yuste dice: “Pelo largo, mal; te gusta el fútbol, bien; maquillarte y pintarte las uñas, mal” abordando todos los tópicos de la masculinidad.
Dice Yuste: “Entiendo lo que significa ser un hombre o una mujer a nivel político, social, en la calle. Pero es una invención, una construcción. Me interesa mucho la filosofía y la física y te das cuenta de que estas categorías de género no significan nada, los protones y los quarks no entienden de eso. Las palabras son necesarias para describir las cosas pero también pueden ser una prisión. Estamos en un momento de transformación muy interesante”.
En La noche eterna, Sagardoy opta por la audacia: “Me dije que no quería sentir pudor, que iba a utilizar todas las herramientas que me da el cine. Buscaba un tono más poético, más simbólico. Me gustan esos lugares entre la consciencia y la inconciencia, entre el sueño y el terror. El poder inspirador del cine es que tiene la capacidad de cazar esos momentos en esa 'noche eterna' que es muy importante”.
Tanto Yuste como Sagardoy desarrollan exitosas carreras como actores y no parece que vayan a dejarlas para convertirse en directores. Dice el vasco: “Por suerte tengo la agenda llena de trabajo como actor el próximo año y medio. Me considero actor, ni de lejos director, pero eso no quita que no vuelva a dirigir. Tengo una idea pero el cine es muy caro y lleva mucho tiempo, ya veremos cuándo vuelve a suceder”.
Yuste, por su parte, tampoco descarta volverse a poner detrás de la cámara en un futuro indeterminado pero como directora podríamos ver pronto su debut en el teatro. “Quiero trabajar con mi gente, hay muchas personas con talento que no pueden ejercitarlo y me encanta la idea de poder generarlo”.
Su “gente” es muy importante para la extremeña, que acudirá a los Goya “con un montón de colegas” y dispuesta a pasárselo muy bien “sin la presión de tener que cumplir expectativas. Me alegra mucho que después de Carmen y Lola Arantxa y yo hayamos vuelto a llegar tan lejos (a las dos les dieron el Goya). Tenemos que estar muy contentos por todo lo que hemos conseguido, la película ha gustado mucho al público y eso es un gran premio”.
Curiosamente, este será el año de los “actores cortometrajistas” ya que en la categoría de ficción también compite Lucía Jiménez por El trono, una parodia sobre la arrogancia del poder en la que el presidente del Gobierno, encerrado en un baño, se ve sometido a una intensa humillación. Y Celia de Molina rueda a su hermana Natalia en Cuarentena, donde aborda los “tópicos sobre la maternidad” en clave de humor.