Memory sorprendió al mundo cinéfilo con la simbiosis menos esperada. Un cineasta radical y una estrella sin reparos deslumbraban en Venecia con una historia sobre la demencia como universo que habitar, desde el amor y desde el dolor. A las dos semanas de rodaje, por lo visto, Franco se acercó a Chastain y "me dijo, 'me encanta trabajar contigo, vamos a pensar en nuestra próxima película'. Y yo le dije: 'Venga, hagámoslo'. Así que empezamos a hablar de estas ideas que tenía". Sin más. Simplemente, estaban encantados.
En Dreams, la película nacida de ese arrebato, la actriz interpreta a Jennifer, una filántropa acaudalada que mantiene una fogosa historia de amor con un joven bailarín de ballet mexicano, Fernando (Isaac Hernández), quien cruza ilegalmente la frontera de Estados Unidos para estar con ella. Pero el amor que era posible a distancia se desvela incómodo cuando llega a casa sin previo aviso, y además quiere formar parte visible de tu rutina. Definan privilegio blanco.
La siempre activista Jessica Chastain no está de acuerdo con su personaje, claro: "A Jennifer no la podía filtrar a través de la lente de mis propias creencias morales o ideológicas, porque de haberlo hecho habría cambiado por completo el personaje y cambiado toda la trama". Eso es indiscutible, dice, en una película "definitivamente política". "Incluso el título, Dreams (sueños)", ilustraba, "trata sobre la relación entre Estados Unidos y México. Sobre cómo ambos se necesitan mutuamente y tienen que aprender a jugar limpio".
Para Michel Franco, que se define como "una persona muy positiva, aunque la gente después de ver mis películas pueda creer lo contrario", el sueño americano nunca existió, si bien "no hay que olvidar que Estados Unidos se construyó con inmigrantes, quienes construyeron la Estatua de la Libertad y todo. Pero yo creo en la empatía como la única manera de mejorar las cosas".
Jessica Chastain ríe, ante la apropiación estadounidense del "sueño": "Con suerte, dondequiera que estés en el mundo es la tierra de los sueños. Tienes que encontrar esperanza en cualquier lugar del mundo en el que estés. Incluso si miras a las mujeres en Afganistán e Irán, lugares en los que es increíblemente difícil vivir y hay mucha agitación, si no eres capaz de encontrar una pizca de esperanza o alguna posibilidad de cambio, ¿qué sentido tiene seguir adelante?". Y así concluía: "Yo vivo en los Estados Unidos porque soy una persona esperanzada y creo en participar activamente en generar el entorno, la cultura y la sociedad a las que aspiro. Y por eso no voy a renunciar a mi país".
"No siento que necesite complacer a nadie. Prefiero no hacerlo". Jessica Chastain
La actriz ha aprovechado para recomendar otra película rematadamente política, en la carrera de los Oscars: La semilla del higo sagrado, de Mohammad Rasoulof. "No está recibiendo suficiente atención, y todo el mundo debería verla, por favor. Es brillante".
La colaboración entre Michel Franco y Jessica Chastain se remonta doce años atrás, cuando el mexicano ganara Un Certain Regard de Cannes con Después de Lucía. Era el año de Sin ley, wéstern comercialísimo donde ella compartía pantalla con Tom Hardy y Shia Labeouf. Una edición antes, El árbol de la vida de Terrence Malick había fascinado a Michel Franco. Poco después, el gran provocador del cine latinoamericano le ofrecía un papel protagonista complejo, advirtiéndole de que no dispondría de tráiler propio, ni de asistente de maquillaje y peluquería. Ella aceptó sin dudar. La película que de allí nacería era Memory.
Faltaban meses para que ella ganara el Oscar por Los ojos de Tammy Faye, una película gigantesca en comparación con la media presupuestaria hecha en casa Franco. Pero uno, ni Jessica Chastain es "la diva" que advertieron al cineasta que iba a encontrar, y dos, tampoco ella es sólo una cara. Jessica Chastain debutó con 31 años en Jolene, de Dan Ireland, tres años antes de Take Shelter y El árbol de la vida, que le brindarían la fama. Dieciséis más tarde de aquel debut, su productora Freckle Films financiaba tanto Los ojos de Tammy Faye como Agentes 355, la película de espías protagonizada por Penélope Cruz, Fan Bingbing, Diane Kruger, Lupita Nyong'o y ella misma.
Así lo ha explicado: "Ahora me explico de forma muy diferente de cuando empecé en la industria. Eso no quiere decir que sea cruel, pero siento que tengo poder de decisión en las historias que elijo contar, y no siento que necesite complacer a nadie. Prefiero no hacerlo. Creo que es más emocionante y más interesante". Chastain factura: "Sin duda soy más rebelde de lo que era al principio". En sus inicios, "estaba tan asustada y nerviosa y me preguntaba si le gustaría a la gente o si me echarían de la industria. Y ahora simplemente pienso: 'Voy a hacer lo que quiera, y tal vez haga enfadar a la gente. Quizás sea para mejor si les hago enfadar'. Mis personajes lo hacen de todos modos".
En Hollywood, igual que pasa en la película de Michel Franco, o estás en el lado que decide o te sales del juego. Michel Franco, por su parte, replica tranquilo sobre una de las ventajas de no pertenecer al sistema: "Escribo, dirijo y produzco mis propias películas. Tengo mucha suerte de trabajar con Jessica, que es una de las mejores actrices del mundo, si no la mejor. Lo digo en serio. Pero, por suerte, soy yo quien manda, así que disfrutamos de toda la libertad. [En ocasiones] nos hemos llamado para hablar de lo que vamos a rodar mañana y, de alguna manera, hemos ido cambiándolo todo sobre la marcha. Hacemos lo que queremos sin pedir permiso a nadie".