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Cuando ya es difícil recordar los giros de la trama de Succession (Jesse Armstrong, 2018-2023), todavía quedan en el recuerdo las batallas dialécticas, cargadas de exabruptos, entre los miembros de la dinastía Roy.

En ellas, el bueno de Roman, el pequeño de la saga, siempre sabía destacar con una mezcla de increíble inventiva y crueldad. Pero sin el cuerpo enclenque, la mirada desafiante y la energía nerviosa de Kieran Culkin, que lograba insultar como si la cosa no fuera con él, quizá el personaje nunca hubiera pasado a la historia como uno de los más memorables de la Edad de Oro de las series.

Con Roman Roy, el mediano de los Culkin consiguió un Globo de Oro y abrió una interrogación: ¿habría vida para él después de Succession? No sería la primera vez que un personaje emblemático acaba con la carrera de un actor. Sin embargo, el intérprete parece que ha borrado las dudas de un plumazo, convirtiéndose en el favorito para el Oscar al mejor actor de reparto apenas dos años después la serie, por su papel en A Real Pain, de Jesse Eisenberg.

El filme narra la historia de dos primos que viajan a Polonia tras la muerte de su abuela para ver donde vivió antes de la Segunda Guerra Mundial y comprender de donde viene su familia, incorporándose a un tour sobre el Holocausto. Eisenberg interpreta a David, el primo formal, que se comporta de manera intachable. Culkin da vida a Benji, el primo carismático, pero que arrastra una vida de derrota.

Algo hay en Benji de Roman Roy, aunque también podríamos decir que hay algo muy personal de Kieran Culkin en ambos personajes. Pero aquí añade al arquetipo del bocazas una desarmante vulnerabilidad. “Primero iluminas la habitación como nadie”, le dice David en un momento del filme, “y luego tú mismo lo boicoteas”.

Ese último plano de Culkin en el aeropuerto, grandioso, ese abismo de la desesperación, pero también la lucidez de quienes viven al margen como proscritos, da cuenta de la grandeza de esta inspirada película”, escribía Juan Sarda en la crítica de la película.

Lo cierto es que su Oscar al mejor actor de reparto es uno de los que se dan por hecho en la gala de los Goya. No en vano, el actor ya se ha impuesto en los Globos de Oro, los Bafta, los Independent Spirit Awards, en el Sindicato de Actores, en el Círculo de Críticos de Nueva York, en la Asociación de Críticos Norteamericanos, en la Asociación de Críticos de Los Ángeles, en los Critics Choice Awards…

Culkin y Eisenberg en un momento de 'A Real Pain'

Sería un espaldarazo a una carrera que nunca fue fácil y que arrancó a la sombra de su célebre hermano Macaulay Culkin. De hecho, debutó en la gran pantalla en Solo en casa (Chris Columbus, 1990), interpretando a Fuller, el insoportable primo hermano del protagonista, Kevin, al que daba vida su Macauley.

Desde entonces, no ha parado de trabajar. A lo largo de toda la década de los 90, durante su infancia y adolescencia, lo pudimos ver en pequeños papeles en películas como El padre de la novia (Charles Shyer, 1991), Solo en casa 2 (Chris Columbus, 1992), Vuelve el padre de la novia (Ahora también abuelo) (Charles Shyer, 1996), Las normas de la casa de la sidra (Lasse Hallstrom, 1999) o Alguien como tú (Robert Iscove, 1999).

En 2002 logró su primera nominación al Globo de Oro, por La gran caída de Igby (Burr Steers, 2002), en donde interpretaba a un joven y rebelde adolescente que crece en una familia desastrosa, una especie de Holden Caulfield millenial que le convirtió en un referente del cine indie americano, reclutado a partir de entonces por directores como Kenneth Lonergan, Noah Pritzker o Todd Solondz. Sin embargo, fue Succession lo que lo convirtió en un rostro reconocible para el gran público.

Quizá no para Eisenberg. “Para aquellos que no lo sepan, [Jesse] me eligió para esta película sin hacerme una audición ni ver mi trabajo ni verme en nada nunca… lo cual él cree que es normal, y ni siquiera puedo decir lo molesto que es”, bromeó Culkin al recoger el Premio del Sindicato de Actores.