En las distintas partes de ficción de Exterminad a todos los salvajes (Raoul Peck, 2021), Josh Hartnett interpreta siempre el mismo papel con ligeras variaciones (soldado despiadado, terrateniente sin escrúpulos, etc.). Si, tradicionalmente, el hombre negro había sido encasillado por el cine en los roles de mayordomo o esclavo, aquí, mediante un furibundo giro copernicano, Peck encierra a los blancos en la jaula del estereotipo en lo que no es más que un pequeño gesto de rebeldía de entre los muchos que agitan esta huracanada obra de no ficción. Lección de contrahistoria, revisión crítica de la propia obra y de la ajena e incendiario collage activista, la miniserie del cineasta haitiano se erige como la punta de lanza de un ramillete de producciones que revisan la Historia desde la perspectiva de la comunidad negra.
Lo hace Steve McQueen a propósito del racismo enquistado en la sociedad inglesa de los años 60, 70 y 80 en esa insoslayable antología que es Small Axe –con su segundo episodio, 'Lovers Rock', como cima de la filmografía del director londinense– y le secunda Barry Jenkins con El ferrocarril subterráneo, adaptación de la novela de Colson Whitehead. Nótese que no hablamos ni de casos aislados ni de francotiradores que agujeran el sistema desde una lateralidad marginal, sino de cineastas perfectamente integrados en el seno de una industria en la que Jordan Peele capitanea una prestigiosa franquicia como The Twilight Zone, que alumbra proyectos como Them (Little Marvin, 2021) y que ve florecer talentos como los de Issa Rae (Insecure), Donald Glover (Atlanta) o Michaela Coel (Podría destruirte), por citar tres nombres fundamentales para entender la actual coyuntura. Las series citadas vienen a ilustrar otras dos tendencias de la ficción serial contemporánea.
En primer lugar, la imposición de la miniserie como formato dominante (con excepciones como Bosch o The Good Fight) y el incipiente borrado de fronteras entre el cine y la televisión, con el aterrizaje de cineastas como Barry Jenkins y Steve McQueen u otros como Andrew Haigh o Enrique Urbizu, en cuyos proyectos, todavía minoritarios, aprovechan la duración del formato serial para jugar con la temporalidad, aplican estándares de luz y efectos impensables para la televisión previa a la era del streaming e imprimen a sus trabajos una puesta en escena que abomina de lo ilustrativo.
Sin embargo, en este periodo de boom industrial certificado por el fin de La casa de papel, 2021 no ha sido un año propicio para la ficción nacional. La ausencia de estrategias empresariales (¿qué modelo tienen las plataformas que operan en España?) y la búsqueda de una masa amplia de suscriptores que ha derivado en la recuperación de los tics de la televisión generalista –al fin y al cabo, el último éxito planetario, la surcoreana El juego del calamar, no es más que un remedo de viejas ideas– apenas han dejado espacio para series como Venga Juan, en las que la solidez de los guiones no está reñida con una caligrafía fílmica depurada, dos rasgos cada vez más difíciles de encontrar en las producciones patrias.
Mejores series de 2021
- Exterminad a todos los salvajes (Raoul Peck, 2021 / HBO Max)
- La sangre helada (Andrew Haigh, 2021 / Movistar Plus)
- Small Axe (Steve McQueen, 2020 / Movistar Plus)
- Master of None presenta: momentos de amor (Aziz Ansari & Alan Yang, 2021 / Netflix)
- Solo asesinatos en el edificio (John Hoffman & Steve Martin, 2021 /
Disney Plus) - Condena (Jimmy McGovern & Lewis Arnold, 2021 / Movistar Plus)
- Venga Juan (Diego San José, 2021 /
HBO Max) - WandaVision (Jac Schaeffer, 2021 / Disney Plus)
- El ferrocarril subterráneo (Barry Jenkins, 2021 / Amazon Prime Video)
- Libertad (Enrique Urbizu, 2021 / Movistar Plus)