Este lunes a la 9 de la mañana llega a la plataforma de HBO Max el primer capítulo de La casa del dragón, la esperada precuela de Juego de tronos, cuyo lanzamiento viene acompañado de una gran expectación. La pregunta es si este regreso a Poniente conseguirá reeditar el éxito del primer acercamiento a los libros de George R. R. Martin o si, por el contrario, los espectadores ya han tenido suficiente épica fantástica salpicada de gore y sexo.
El 19 de mayo de 2019 HBO estrenaba el último capítulo de Juego de Tronos, la serie capitaneada por David Benioff y D. B. Weiss, al tiempo que pasaba a mejor vida una manera de consumir la ficción televisiva. El boom de las plataformas, que ha provocado una disparatada e inabarcable oferta de contenidos y ha fragmentado a la audiencia, y el auge de los estrenos en bloque de las temporadas completas (que provoca que la discusión sobre una serie tan seguida como Stranger Things apenas se mantenga durante un par de semanas), hace que sea difícilmente repetible un fenómeno tan masivo como fue el de Juego de Tronos.
En cambio, aquellos capítulos de estreno semanal eran consumidos por millones de personas en todo el mundo prácticamente al mismo tiempo, temerosas de sufrir un spoiler en cualquier momento si no se estaba al día. Después se convertían en el principal tema de conversación, ya fuera en la oficina, en la terraza de un bar o en las redes sociales (muy sonadas fueron las pataletas de los fans por un final que convenció a muy pocos).
['Juego de Tronos': ¿el fin de una era?]
Pero si la serie fue capaz de generar semejante revuelo fue por sus aciertos, que descansaban en un imprevisible desarrollo narrativo (con su inigualable colección de giros, desde la muerte de Ned Stark a la destrucción de Desembarco del Rey, pasando por la Boda Roja o la resurrección de Jon Snow), en sus electrizantes capítulos bélicos, en la ambigüedad de unos personajes interpretados con convicción por un atractivo reparto y por la explotación de la violencia y el sexo de manera gratuita.
Un atractivo cóctel al que había que sumar un impecable diseño de producción y una atinada dirección de profesionales del medio como Alan Taylor, Alex Graves, David Nutter o Michael Sapochnik.
La batalla por la sucesión al trono
El éxito de esta propuesta llevó a las plataformas a apostar de manera decidida por el género fantástico, en busca de una sucesora, aunque con poco éxito hasta la fecha. La propia HBO pinchó con la adaptación de La materia oscura, basada en las novelas de Philip Pullman, y Prime Video tampoco logró convencer a los espectadores con La rueda del tiempo, que adaptaba los libros de Robert Jordan. Incluso una precipitada precuela de Juego de Tronos con Naomi Watts como protagonista, ambientada miles de años antes de las aventuras de Daenerys y Jon Snow, fue cancelada a finales de 2019 tras rodarse un caro piloto de 3 millones de euros.
Pero el trono del fantástico, desierto durante tres años, parece que será ocupado por un nuevo rey tras una batalla que se presume encarnizada. Este lunes se estrena La casa del dragón, el proyecto con el que HBO ha decidido regresar definitivamente al mundo creado por George R. R. Martin, y el próximo 2 de septiembre llegará El señor de los anillos: Los anillos de poder, la precuela de la obra de J.R.R. Tolkien con la que Prime Video pretende apuntarse un gran éxito. A la espera de saber que deparará el regreso a la Tierra Media, sí podemos esbozar las primeras impresiones del retorno a Poniente.
Creada por el propio George R. R. Martin y Ryan Condal (responsable de la serie Colony), que ejerce también de showrunner junto a Michel Sapochnick, La casa del dragón se ambienta unos doscientos años antes de los acontecimientos de Juego de Tronos, durante el reinado de Viserys I Targaryen (Paddy Considine), ancestro de la Daenerys de Emilia Clarke. La serie se centra en las intrigas sobre la designación de su sucesor al Trono de Hierro.
El primer capítulo, tan ambicioso en todos los aspectos de la producción como su predecesora, es bastante esperanzador como punto de partida, aunque es difícil predecir la deriva de la serie. Con, a priori, un menor número de personajes y escenarios, La casa del dragón se centra en los integrantes de la Dinastía Targaryen. El afable Viserys reina en un Poniente en paz, con la tranquilidad que produce contar con dragones para intimidar a sus enemigos, mientras confía en que el bebé que espera de su mujer, la Reina Aemma Arryn (Sian Brooke), sea por fin el varón que pueda heredar la corona.
En el consejo del reino se sienta Lord Corlys Velaryon (Steve Toissant), marido de Rhaenys Targaryen (Eve Best), prima de Viserys con aspiraciones al trono, mientras que las intenciones del oscuro príncipe Daemon Targaryen (Matt Smith), hermano de Viserys y despiadado guerrero, son difíciles de desentrañar, así como el papel que pueda jugar en todas las intrigas políticas la joven Rhaenyra Targaryen (Milly Allcock), primogénita de rey y potencial personaje principal de la serie.
Con el esbozo de personajes interesantes y complejos, la serie parece querer acercarse al estilo de las primeras temporadas de Juego de Tronos, más interesada en bucear en aspectos tan complejos de la condición humana como la ambición, la crueldad o la venganza, que plantear el manido conflicto entre el bien y el mal que acabó por atrofiar la arriesgada narrativa de la serie original en sus últimos compases. ¿Sera tan despiadada y explicita como la original? Pronto lo sabremos...