En estos tiempo de remakes, reboots y refritos cinematográficos mucho ha tardado en llegar la adaptación audiovisual de Cien años de soledad, obra magna de Gabriel García Márquez (1927-2014). 50 años y varios intentos, concretamente. En 2005, el director húngaro Péter Gothár se lanzó a la aventura y quiso hacer un documental, pero la mítica agente literaria Carmen Balcells, por petición del Premio Nobel, paró el rodaje y desautorizó las adaptaciones audiovisuales de su obra.
Aunque la historia se remonta más atrás. "Llevo escuchando la discusión sobre si se venden o no los derechos de Cien años de soledad desde que tengo ocho años", aseguró Rodrigo García, cineasta y uno de los hijos del escritor, en una entrevista para The New York Times en 2019, cuando saltó la noticia de que Netflix había conseguido comprar los derechos de la novela de 1967.
El miedo a que la historia de su querido Macondo no se retratase de manera fiel y ni en el idioma español —rechazo alimentado por las adaptaciones cinematográficas de El amor en los tiempos del cólera (Mike Newell, 2007) y Crónica de una muerte anunciada (Francesco Rosi, 1987)—, hizo que García Márquez rechazase mil ofertas y se negase a vender los derechos, pero dejó a sus hijos la libertad de que obrasen como ellos quisieran en el futuro.
Elegir una plataforma estadounidense para llevar a cabo el proyecto podría parecer una traición a los deseos de su padre, pero el éxito de películas como Roma (2018) de Alfonso Cuarón explican esta decisión. "Netflix fue de los primeros en comprobar que la gente está más dispuesta que nunca a ver series producidas en otros idiomas con subtítulos. Lo que parecía ser un problema ya no lo es", afirmó Rodrigo García que, junto a su hermano Gonzalo, ejerce de productor ejecutivo en este ambicioso proyecto, cuyos primeros ocho episodios (en total serán 16) se estrenan este miércoles.
Ambos pusieron sobre la mesa los requisitos de que el complejo retrato familiar de los Buendía solo podía hacerse en español (el reparto es casi al 100% latinoamericano) y filmarse íntegramente en Colombia, condiciones a las que Netflix accedió. Sin embargo, al ser la primera y única vez que se adapta la obra maestra del escritor colombiano, la serie se ha visto envuelta entre la expectación y el escepticismo desde el principio.
Laura Mora , directora de tres de los ocho episodios de esta primera parte de la serie —la segunda todavía está en proceso de rodaje—reconoce a El Cultural que ella también fue de las que pensó "que no iba a ser posible, sobre todo que no era posible hacerlo bien".
"Mi primera reacción fue de no meterse con esta obra, es como atreverse con la Biblia. Pero con el tiempo empecé a ver quiénes rodeaban el proyecto, cómo se quería hacer, el respeto que se iba a tener y me pareció que requería de una mezcla muy fuerte de valentía, respeto y humildad", cuenta la cineasta colombiana, ganadora de la Concha de Oro del Festival de San Sebastián en 2022 por de Los reyes del mundo .
Contar con el beneplácito de los hermanos García Barcha ha sido tranquilizador, dice Mora, pero también ha influido el increíble respeto y la distancia que han tomado respecto al proyecto. "Me ha sorprendido la inteligencia con la que lo han manejado, la distancia que han tomado solo la logran aquellos que saben los riesgos y las dificultades que supone la adaptación. Rodrigo, siendo director, lo sabe más que nadie".
Adaptar con éxito una novela siempre conlleva sus riesgos, pero traducir un lenguaje literario tan característico al audiovisual era una de las principales complejidades del proyecto. Aun así, la cineasta considera que el concepto de realismo mágico es "problemático", ya que fue "impuesto por los académicos que no podían categorizar este nuevo libro y esta forma literaria a la que se estaban enfrentando".
"El realismo mágico se ha interpretado muchas veces como fantasía y creo que son cosas muy distintas. Para mí el realismo mágico es una manera poética de leer el mundo. Lo que hizo de manera brillante García Márquez fue narrarnos con una belleza radical esa experiencia de la vida en el Caribe latinoamericano", defiende Mora, quien ha querido alejarse deliberadamente de la fantasía, de los artificios y los grandes efectos visuales, para ofrecer un trabajo de cámara mucho más artesanal.
Otro de los grandes retos de la adaptación ha sido el guion (Natalia Santa, Camila Brugés, Albatros González y José Rivera), ya que la novela original apenas cuenta con diálogos. En la serie, el narrador omnisciente también es fundamental para explicar el relato de varias generaciones de la estirpe de los Buendía, encabezada por el matrimonio de los primos José Arcadio Buendía (interpretados por Marco González en su juventud y Diego Vásquez en su vejez) y Úrsula Iguarán (a quien da vida excelentemente Susana Morales y Marleyda Soto).
Después, vendrán sus hijos, el mítico Coronel Aureliano Buendía (Claudio Cataño) y Amaranta (Loren Sofía Paz), y la compañía del gitano Melquiades (interpretado por el español Moreno Borja). Con todos ellos, la locura, los amores imposibles y las guerras llegarán a ese pueblo creado en mitad de una ciénaga.
Recrear Macondo, principal protagonista de la obra, tampoco fue fácil. Un pueblo de cartón piedra de 40.000 metros cuadrados cerca de Alvarado, municipio colombiano, que precisó de cantidades ingentes de figurantes (hasta 20.000 personas) para llenar de vida a ese objeto inanimado y grandes investigaciones históricas.
"Estudiar la novela también desde el contexto histórico, revisitar qué pasó en Colombia en el siglo XIX y en principios del siglo XX ha sido de las cosas más fascinantes. Para mí lo más brillante es cómo Gabriel García Márquez cuenta la historia del país, sin contarla, a ras de tierra. Cuando haces una línea cronológica de la primera parte de Cien años de soledad, te das cuenta de que cuando llega el corregidor Moscote también empiezan los conservadores a tener una gran fuerza. Creo que también por eso la serie va a ser tan importante. Colombia es un país muy desmemoriado y la serie nos va a invitar a reflexionar sobre la historia de violencia que seguimos padeciendo".
La serie, que también cuenta con la dirección de Alex García López, es uno de los proyectos audiovisuales más ambiciosos y caros en la historia de Latinoamérica. Sobre si a partir de ahora el audiovisual en español cogerá aún más fuerza, Mora se mantiene cauta pero con esperanza. "Espero que marque un hito en términos de producción, pero no tanto en términos de ambición, sino de cómo podemos producir de manera grande, ética y respetuosa con quienes hacen parte del proyecto y con el territorio. En ese sentido creo que el proyecto sí puede ser ejemplar", opina Mora.
Cien años de soledad llega en un año dorado para las adaptaciones de clásicos de la literatura latinoamericana, sumándose a la película Pedro Páramo (Netflix, 2024) y la serie Como agua para chocolate (Max, 2024). La cineasta se muestra optimista ante esta revisitación y cree que estas adaptaciones pueden fomentar la relectura de los clásicos. "Me gusta pensar que las nuevas generaciones que han crecido en un mundo muy alejado de ese boom latinoamericano tan especial puedan acercarse a un lenguaje propio que narra nuestras tragedias y que nos hermana como latinoamericanos".