El Cigala. Foto: Bernardo Díaz.

"Canta, cabrón", se dijo El Cigala para sus adentros justo antes de dar el paso que le colocaba sobre el escenario del Gran Rex. Estaba allí para cantarle tangos al público que más sabe de esta música, los porteños, y grabar en directo su disco Cigala & Tangos. El cantaor se llevó composiciones clásicas como Nostalgias, Tomo y obligo y Youkali a su terreno flamenco. El experimento le salió redondo. Los argentinos le dieron su bendición, ovacionándole entre canción y canción y, sobre todo, al final del concierto ("el más torero de toda mi carrera"). Para salir airoso de semejante reto, El Cigala se rodeó de emblemas del tango como el bandoneísta Néstor Marconi y el guitarrista Juanjo Domínguez. Y el ubicuo Calamaro ("un genio") hizo las veces de "embajador" particular en Buenos Aires. Cuentan que al Cigala ya le han ofrecido la nacionalidad argentina tras doctorarse en su templo musical.



Pregunta.- ¿El del Gran Rex ha sido su concierto más torero?

Respuesta.- Sí, junto con el que di con el Niño Josele en el Teatro Real. Salir al Gran Rex a cantar tangos no es cualquier cosa. Es el público que mejor conoce esta música. Si me hubieran abucheado al principio no habría sido capaz de seguir. Pero al argentino le ha encantado escuchar esos tangos clásicos de otra manera, llevados al flamenquito, no a un flamenco ortodoxo, porque no hubiera resultado. Cuando escuché las primeras ovaciones ahí ya me relajé.



P.- ¿Por qué decidió grabar el disco en directo?

R.- Porque cuatro o cinco meses antes, presentando en ese mismo escenario Dos lágrimas, en los bises canté Garganta con arena y el público se volvió loco. A raíz de ahí vi el disco, en el mismo sitio, pero ya con Marconi, con Juanjo Domíguez... Me dije: "Voy a hacer lo mismo pero con diez temas más".



P.- ¿Qué se te pasaba por la cabeza justo antes de salir al escenario?

R.- Estaba muy centrado con la memorización de las letras. Aunque las llevaba en un atril, temía fallar. Luego, con el nervio del directo, no las miré ni una sola vez, me salían solas. Tenía mucha ansiedad, pero buena, porque me mantenía alerta. Y cuando llegó el momento, me dije lo de siempre: "Alá, canta, cabrón. Palante".



P.- ¿Cuál fue su gran acierto al aproximarse al tanto? ¿No emular a los maestros?

R.- Ser yo, ser yo un poquito. Cantar el tango desde el punto de vista que lo veo yo, para sentirme cómodo. El tango ha cantado siempre muy liso y con mucha letra. Yo he jugado con los espacios que deja, para dejar ahí mi personalidad.



P.- ¿Diría que el tango y el flamenco son músicas consanguíneas?

R.- Sí, son músicas nocturnas, pendencieras, de fatigas... Su letras tienen tragedias, amor desamor, nostalgias...



P.- De todas formas, el tango no te era del todo desconocido. Ya cantaste en Lágrimas negras Nieblas del riachuelo...

R.- Ahí empecé a hacer mis pinitos, pero cuando canté Nieblas del riachuelo desconocía las profundidades del tango. Trueba me pasó la letra y yo lo canté en el estudio por intuición. Al cabo de los años es cuando he empezado a comprenderlo.



P.- A la hora de escoger el repertorio, comentas que te quedaste "sólo con las canciones que hacían daño".

R.- Sí, las que me tocaban el corazón. Cada tema lo escuchaba en cuatro versiones: en la voz de Julio Sosa, de Mercedes Sosa, de Gardel y de Goyeneche, y me quedaba con la que más me gustaba. Me he quedado muchas noches hasta las tantas viéndoles en el Youtube. También veía a Chavela. De ella cogí el tema de Soledad.



P.- ¿Y Calamaro cómo se enganchó al proyecto?

R.- Quería cantar una canción con él y encontré Los hermanos, de Atahualpa Yupanqui. Yo le conozco desde hace 10 años: nos conocimos una noche en la sala Clamores. Él ha sido como una especie de embajador para nosotros en Argentina en su tierra y nos ha hecho sentirnos muy cómodos allí. Es un genio.



P.- Hablando de fútbol, fue Menotti el que te puso en contacto con Marconi, el célebre bandoneísta, ¿no?

R.- Sí, cuando le comenté mi idea de cantar tango él me dijo [el Cigala empieza a imitar el acento argentino, con el tono bastante atinado]: "Tengo los bandoneístas perfectos. Son excepcionales, están locos". Y me habló de Marconi de Néstor Marconi y Roberto Juárez. Pero éste justo murió de cáncer.



P.- ¿Se le ha quedado esa espina entonces?

R.- Igual que se me quedo en Dos lágrimas con Ibrahím Ferrer, y con Cachao... Son cosas increíbles. Joder.