Lluís Pasqual. Foto: Ros Ribas

Álex Rigola y Lluís Pasqual andan pasándose los bártulos del Teatre Lliure, de cara a la próxima temporada. Preámbulo de esta operación es el estreno, el día 13, de Celebración, de Harold Pinter.

Pasqual (Reus, 1951) tuvo una salida del Lliure bastante sonada hace doce años. Su desencuentro con el entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, el socialista Ferran Mascarell, le llevó a dimitir y desentenderse del traslado del teatro a las nuevas instalaciones de Montjuic. Se despidió con Tres hermanas, de Chejov, y desde entonces, tan solo ha recibido el encargo de dirigir una obra en la sacrosanta institución del teatro catalán (Móbil). Ahora retorna a "su casa", para dirigirla otra vez. Lo que quizá no esperaba es tener que vérselas de nuevo con el citado político, hoy "socioconvergente" tras ser nombrado consejero de Cultura por Artur Mas. En realidad, Pasqual y Mascarell están más cerca de lo que aparentan, comparten su fe independentista, sus firmas aparecieron unidas en el manifiesto de intelectuales contra la sentencia sobre el estatuto catalán del Tribunal Constitucional.



Pasqual relevará al actual director del teatro, Álex Rigola, en septiembre, por lo que ya andan traspasándose los bártulos. Preámbulo de esta operación es el estreno de Celebración, texto de Harold Pinter que también ha sido estrenado en Madrid, en el Centro Dramático Nacional y con gran éxito. Al respecto de esta coincidencia dice que "es una absoluta casualidad" y que la obra "se está haciendo en otros sitios de Europa. Es lógico, todos los directores buscamos en estos momentos una comedia para explicarnos a nosotros mismos. La comedia es género propio de estos tiempos, evita que nos pongamos estupendos".



-¿Qué le gustó del texto?

-Sigue la buena tradición del teatro inglés, la de colocarnos un espejo para mirarnos en él. Me gusta que el autor lo haga con distancia, sin tomarse en serio nada, ve al ser humano con cierta acidez. En definitiva, Pinter hace lo que siempre ha hecho, teatro político, pero no para convencidos, ese es precisamente el mal teatro. Pinter te sorprende, hace reconocer en ti cosas que no sabías.



-Apunta a la burguesía acomodada ¿no es un objetivo demasiado trillado?

-Bueno, aparecen dos parejas en las que ellos son ejecutivos, asesores, mientras ellas se dedican a labores humanitarias. No tienen ningún deseo de celebrar nada, pero han adoptado unas formas que les obligan a ello. Me recuerdan a Buñuel y Dalí cuando se referían a "los putrefactos". Por otro lado, él no hace una crítica social, sino que se centra en las relaciones de pareja, le interesan las relaciones humana y las que nos presenta están muertas.



La raza de los Millet

-Ha dicho que esta obra ocurre en los restaurantes gilipollas ¿qué restaurantes son esos?

-Pues los que se preocupan más del planchado del mantel que del pan. Se ponen de moda y la gente va. La obra habla de un restaurante que está al lado del Covent Garden. Comprenderá que me resultara muy ajeno un restaurante así, mientras que uno de Barcelona o de Madrid no.



-Ha dicho que estos personajes responden a un tipo de raza como la de los Millet.

-En una ciudad como Barcelona, o como Madrid, hay un tipo de raza, de tribu, que es muy reconocible. Me llamó la atención leer en la obra una frase que suelta uno de los personajes cuando menos te la esperas: "¿Sabes cuánto dinero he ganado este año?" Es una frase que he oído montones de veces, una demostración de que el dinero lo es todo, como ocure en el caso Millet.



-Le ofrecieron dirigir el Piccolo de Milán pero ha preferido quedarse en el Lliure.

-Sí, tuve una propuesta que llegó al mismo tiempo que la del Lliure. Pronto comenzaré a dirigir allí Blackbird, de David Harrower, una obra sobre la pederastia. Y tengo de gira por Italia Doña Rosita la soltera.



-¡Vaya, García Lorca es un talismán para usted!

-Sí, ésta me faltaba.



-¿Y aguanta bien el tiempo?

-En las obras de los grandes autores cualquier anécdota nos puede parecer banal, pero lo que importa es cómo se cuenta. Yo disponía de un universo de actrices para hacerla.



-¿Qué sensación le produce volver al Lliure?

-No tengo sensación de volver, porque el teatro de Montjuic me es bastante ajeno.



-Pero... participó en las obras.

-Sí, ahora cuando me pierdo por el teatro, recuerdo la maqueta. Pero no lo conozco. Además, todo cambia, yo no soy el mismo de hace diez años, tampoco la ciudad ni el público.



Todos queremos a Stoppard

-Teniendo en cuenta que durante su etapa anterior hizo los grandes títulos del repertorio ¿con qué nos va a sorprender?

-Hay títulos necesarios de ese repertorio que solo se los puede plantear un teatro público. Por tanto, creo que nuestra obligación es recordar a las nuevas generaciones esos tesoros, pasarlos de unos a otros. Pero también creo que vivimos un momento en el que el mundo se explica otra vez a través de textos contemporáneos. Hay una decena de textos muy interesantes.



-¿Como por ejemplo?

-Bueno, ahora a casi todos los directores de los teatros públicos les gustaría hacer La costa de Utopía, de Stoppard, pero hacerla es otra historia. Se necesitan tantos y tan buenos actores... una compañía.



-¿Creará compañía?

-Esa es una de las preguntas que están encima de la mesa. Es difícil mantener una compañía y, sin embargo, el trabajo que más aprecia el público y la crítica es el de la compañía. Ya sabe, compartir un lenguaje común... Lo que sí creo es que habrá una nómina de asiduos, de artistas ligados al teatro.



-Excepto las compañías invitadas y coproducciones, las producciones del Lliure son siempre en catalán ¿seguirá siendo así?

-Desde pequeño he trabajado en mis dos lenguas, el catalán y el castellano. Creo que hicimos un gesto importante cuando estrené La casa de Bernarda Alba en el Teatre Nacional de Cataluña. En Barcelona también hay teatro en castellano.



-Sí, pero los teatros oficiales de Barcelona solo producen en catalán, ¿se olvidan de que también hay catalanes castellanoparlantes a los que, quizá, les gustaría ver obras en español?

-No creo que hagamos restricciones. En el Lliure nos expresamos en catalán porque es nuestra lengua y eso no va a cambiar, no hay razones para cambiarlo.



-¿Qué obra ha elegido para abrir la temporada?

-No lo sé, pero sí que no me gustaría dirigirla. Ahora quiero cocinar para los demás.



-Hizo el pasado año un hermoso espectáculo: Esta noche... de zarzuela. ¿Programará el género?

-Habrá zarzuela.



-¿Qué ocurrirá con el equipo de dirección de Rigola, con los artistas que ha apoyado?

-El equipo directivo va a cambiar, sin duda, y no solo porque yo tenga mis afinidades, sino porque creo que cada diez años hay que abrir las ventanas de una casa, airearla.