Escenarios

Edward Hall

"Nos importa que la gente pierda la noción de que está viendo un clásico"

6 mayo, 2011 02:00

Edward Hall

El grupo británico Propeller, dirigido por él, abre el Festival de Otoño en los Teatros del Canal

Propeller, compañía formada exclusivamente por hombres al estilo de las formaciones isabelinas del XIX, abre el Festival de Otoño en los Teatros del Canal con dos ‘shakespeares": la divertida La comedia de los errores y la tragedia gore Ricardo III. El Cultural habló con su director.

La compañía de Edward Hall, Propeller, dedicada únicamente a interpretar a Shakespeare, fue invitada por primera vez al Festival de Otoño en 2005. Todavía permanece en el recuerdo su ingeniosa versión de Cuento de invierno, una de las obras más difíciles de desentrañar del bardo por su complejo argumento. Hall hizo literalmente un "cuento", extraordinariamente interpretado por sus actores, y ni siquiera superado por la versión que años después presentó Sam Mendes en Madrid, en cuya compañía, por cierto, participaba la hermanastra de Hall, Rebecca. Ambos son vástagos de sir Peter Hall, pope del teatro británico, fundador de la Royal Shakespeare Company y director del National Theatre en una de sus épocas doradas.

Propeller llega ahora a Madrid con un programa doble, una comedia y una tragedia. Abre el Festival con La comedia de los errores (11, 14 y 15 de mayo), y luego continuará con Ricardo III (12, 13 y 14) .

-Estos títulos, además de ser obras de juventud de Shakespeare ¿qué más comparten?
-Cuando mezclas una comedia y una tragedia te das cuenta de la tragedia que hay en una y de la comedia que hay en la otra. Aunque parezca mentira, es posible encontrar mucha comicidad en Ricardo III, mucha ironía en un argumento que trata de la corrupción y el ansia de poder. Por otro lado, La comedia de los errores trata de dos parejas de gemelos que se andan buscando, pero también hay personajes con muchas pérdidas.

-¿Cómo se plantea llevar a escena un "shakespeare"?
-Queremos que Shakespeare vuelva a ser genuinamente entretenido, él era un escritor muy famoso y popular en su tiempo. Para conservar su esencia ponemos muchas cosas sobre la escena: los actores hacen un trabajo muy físico, cantan y tocan instrumentos, hacen los sonidos ambientales... No hay una distinción entre los actores y el montaje, sino que todo es un conjunto. En Ricardo III hay un coro un poco surrealista y espeluznante, como espectros que nos revelan cosas y nos ayudan a contar la historia. También en La comedia ... hay un grupo de veraneantes en la isla de Éfeso que se convierten en los narradores. En ambos casos le damos una pátina como de cuento de hadas. En realidad, todas las obras de Shakespeare tienen algo de cuento de hadas porque juegan con nuestros sueños.

Años 80, ritmo de mariachis
-¿Por qué traslada la historia de La comedia ... a Suramérica, a los años 80 , y a ritmo de mariachis?
-Como sabrá hay una cultura inglesa de las vacaciones: irse a una isla y soñar. Lo primero es comprarse un sombrero, beber mucha cerveza, cantar canciones todo lo alto que puedas e intentar que no te arreste la policía. Luego volver a casa con el cuerpo quemado por el sol y sin quitarse el sombrero hasta dejar el aeropuerto. Realmente, no es Suramérica en lo que hemos convertido Éfeso, es una isla de vacaciones. Y llevamos la acción a los 80, cuando se produjo la explosión del turismo. La música de mariachis pega.

-¿No cree que este tipo de traslaciones temporales pueden traicionar el espíritu de la obra?
-Para nada, todo lo contrario, creo que lo mantiene y lo revitaliza. Éfeso es realmente eso: un sitio pintoresco y animoso donde la gente sueña mucho, va en chanclas y ahoga las penas en alcohol. Y la obra tiene la palabra comedia en el mismo título... En realidad, no hemos adaptado la obra, pronunciamos cada una de las palabras que escribió Shakespeare y solo nos hemos permitido alguna licencia. Lo importante es que la gente pierda la nocion de que está viendo un clásico.

-La crítica ha dicho que su Ricardo III es gore...
-...Es que la historia es gore y nuestra versión también lo es. Cuanto más gore, mejor. Una vez un señora del público se acercó a mi y me preguntó con remordimiento por qué se estaba riendo con Ricardo III. Y le dije, es normal, pero pensé para mis adentros que lo habíamos conseguido. Yo creo que Ricardo III es la historia del asesino más carismático y entretenido de la Historia. Si fuera un personaje sin encantos, no gustaría a la gente, pero es un encantador de serpientes, está en su naturaleza ser atractivo, algo que combina con una violencia brutal. La colisión entre estas dos faceta es la que provoca la tensión que tanto gusta a la gente.

-Uno de los frentes más activos de Propeller es el de sus programas educativos. ¿Qué son exactamente las Pocket Versions (versiones de bolsillo) de La comedia de los errores?
-La idea es conseguir en 60 minutos comprimir las obras de Shakespeare. Las hemos hecho por todo Reino Unido. Son obras que hemos hecho 200 veces y que las conocemos al dedillo y las hemos reducido desde nuestro punto de vista. El objetivo es que gente que no acostumbra a ir al teatro, sobre todo adolescentes, tengan contacto directo con Shakespeare.

-¿Pero cambia el lenguaje?
-No, la última vez que hicimos en bolsillo La comedia... me felicitaron por la versión. Y contesté: "Agradézcaselo a Shakespeare, no hemos cambiado una coma". Lo que hacemos es presentarlo de forma muy contemporánea y eliminamos partes. Lo maravilloso de Shakespeare es que después de ver una de su obras, quieres repetir. Sus laberintos argumentales parecen no haber sido transitados.

-¿Cuál es el reto de tener una compañía solo de hombres?
-El gran reto es el momento en el que la gente acepta que ese hombre funciona como el personaje de una mujer y, generalmente, el público lo acepta en cuestión de segundos. Los actores no disimulan ser hombres, aparecen claramente como mujeres disfrazadas y eso es realmente el teatro, alguien interpretando a otro. Es excitante.

-¿Y no hay demasiada testosterona en la compañía?
-Le sorprendería lo sensibles que podemos ser los hombres cuando trabajamos en grupo (risas...). He dirigido todo tipo de elencos y, realmente, no hay mucha diferencia. Pero no me dirá que no tiene mérito dos hombres haciendo una escena de amor.

Valiente, relevante, entretenido
-Hace un año que dirige el Hampstead Theatre de Londres, que estaba de capa caída. ¿Puso condiciones para dirigirlo?
-No puse condiciones, tenía en mente hacer temporada con reposiciones y algunas nuevas producciones que estamos sacando ahora. También dar la oportunidad a mi compañía de ejercitarse. El público nos ha acogido muy bien. Creo que no se gana su confianza con un éxito, sino manteniendo una calidad constante. El público es libre de que le guste o no la obra, pero sin poner en cuestión la calidad del espectáculo. Este, creo, es un matiz importante. Otro aspecto importante es que lo que hagamos sea valiente, relevante y entretenido.

-¿Hasta qué punto le ha influido su padre en su estilo?
-Somos muy distintos y que conste que me cuesta reconocerlo. Hemos tenido una relación profesional intensa, nos hemos complementado. El hecho de haber vivido el teatro desde pequeño ha sido determinante en mi carrera, yo jugaba en el teatro y esa frontera entre el teatro y la vida nunca ha estado clara en mi caso. Estoy convencido de que el teatro es un lugar natural para los niños.