PJ Harvey durante su actuación en el Primavera Sound

Al final, hubo retransmisión en directo de la final de la Champions en el Primavera Sound. Mientras toda Barcelona celebraba el éxito del equipo de Guardiola, el Parc del Fòrum no sólo no se resentía del acontecimiento sino que sumaba el triunfo deportivo a la gran fiesta que ha sido durante tres días uno de los certámenes más emblemáticos de Europa. La noche del sábado fue sobre todo la noche de PJ Harvey. La cantautora británica venía a presentar uno de sus mejores discos, Let England Shake, y aunque tuvo que retrasar su actuación para no coincidir con el fútbol, su energía y poderío dieron buena medida de su talento con un sobrio traje blanco y un tocado de plumas para dar un recital estructurado en torno al poder imperial de su país y la ristra de guerras y destrucción que han tenido como consecuencia. Fue la versión más politizada y comprometida de una cantante que centró su actuación en los temas de su último disco y sólo tocó algunos de sus clásicos como To Bring You My Love cuando el evento tocaba a su fin. Poco antes, Fleet Foxes, la banda de folk estadounidense, se daba un baño de masas confirmando el tirón que tienen sus cuidadas melodías y su elaborada pastoral americana.



El día clausura, el sábado, tras tres días de música en la que han sido protagonistas más de 250 bandas, fue también el gran momento del combo de hip hop de Los Ángeles Odd Future. Apenas unos adolescentes, los mcs californianos incendiaron el escenario Pitchfork con su contundente propuesta rapera para terminar dejando que los espectadores enfervorizados invadieran el escenario al grito de "Get Fucked". Fue también la noche de todos unos clásicos, Animal Collective, que año tras año sofistican su reinvención de los ritmos de Beach Boys en una suerte de decostrucción pop que no desdeña lo bailable. Y otros veteranos que apabullaron con sus sonidos industriales fueron Einstürzende Neubaten, quienes retaron al torneo futbolístico para congregar a 10.000 personas entusiasmadas con su peculiar mezcla de sonidos en la que tanto valen como instrumentos maquinaria de obra como sintetizadores.



A falta del esperado concierto de Mercury Rev esta misma noche, que pondrán el broche final tocando en directo su álbum más emblemático, Deserter's Song, la XI edición del Primavera Sound ha deparado grandes momentos musicales a los más de 40.000 aficionados que han abarrotado todas las noches el recinto. Se esperaba con gran expectación a los británicos Pulp, recién resucitados por Jarvis Cocker tras una década de silencio. Fueron miles las personas, muchas de ellas británicas ya que el certamen ha acentuado este año su carácter internacional congregando a numeroso público de toda Europa, las que entraban en éxtasis con una actuación que no ofreció demasiadas sorpresas y basó su gancho en recuperar clásicos como Disco 2000 o Common People, que sonaron a gloria agudizados por la elegancia del carismático Cocker. Otro hombre, Nick Cave, al frente de su proyecto rockero Grinderman, se comía el escenario el jueves. Impecablemente vestido, Cave dio una lección de sobriedad y energía dándolo todo y mezclándose todo lo que podía con un público entusiasmado.



Otra actuación notable fue la de Twin Shadow. La banda de Brooklyn llegaba a Barcelona en medio de grandes promesas y tras haberse confirmado en el Coachella, el Festival más importante del mundo, como una de las grandes sensaciones de la temporada. Su pop rock con ecos del David Bowie más glam fue el vehículo de lucimiento para su vocalista, el dominicano de nacimiento George Lewis Jr, una de las grandes estrellas del futuro más próximo. Otros qe también triunfaron a pesar de ofrecer un show muy irregular fueron Suicide. Los neoyorquinos dieron una lección de punk electrónico de la vieja escuela vestidos uno con unas gafas de sol retrofuturistas y el otro con un gorrito estilo esquiador que le daba un aspecto ciertamente peculiar. El público, entregado, les rindió homenaje por encima de unas limitaciones que sobre todo tenían como gracia su reivindicación de sí mismos como artistas antististema pasen los años que pasen.



En el Primavera Sound el público, que da la impresión de haberse tirado todo el año pensando en el look ideal para lucir en el evento (este año han triunfado los tupés y unos pantalones cortos que retaban a un clima cálido pero no tanto), es protagonista no sólo por esa obsesión con el look sino también por su entusiasmo por unas bandas que se convierten en grandes estrellas de masas cuando muchas veces apenas son conocidas por una gran minoría. Aunque hubo grandes actuaciones de relativos recién llegados como los neoyorquinos Holy Ghost, que ofrecieron una excelente actuación de contundente techno heredero de James Murphy, su productor, o la brillante irrupción del británico James Blake, que conmovió a la masa con su pop roto de enorme lirismo, fueron los clásicos quienes triunfaron. Belle and Sebastian, sin ir más lejos, abarrotaron el escenario principal y deslumbraron con una lección de su pop melódico fuertemente emocional. Su vocalista, Stuart Murdoch, parece haber superado la timidez de sus inicios y se desmelenó mostrando que también puede ser un carismático frontman.



Otro de los grandes triunfadores fue El Gincho. El canario Pablo Díaz-Reixa llegaba a Barcelona tras un año de gloria en el que se ha convertido en una estrella internacional. Su show, aderezado por la bizarra performance de unas bailarinas convertidas en desatadas groupies, fue de una enorme belleza e inteligencia. Su música hace lo mismo con los ritmos tropicales y latinos que Animal Collective con el pop, deconstruirlo para convertirlo en lo mismo pero más moderno y sofisticado. El Gincho es fantástico. Otro que funciona en una línea parecida son Caribou. el antiguo Manitoba ha virado su electrónica hacia la pista de baile para crear una versión más minimalista y efectiva de un house elegante y peleón. Y en la retina también queda la excelente actuación de los catalanes Les Aus. El grupo de hard core, que en los últimos años ha alcanzado un sólido prestigio internacional, se atrevió con una propuesta radical de ruidismo y emoción que tanteando la experimentación alcanzaba notables dosis de sensibilidad.