El bailarín y coreógrafo Roland Petit, ha fallecido en Ginebra a los 87 años, según ha informado la dirección de la Ópera de París. El coliseo francés, en cuya escuela de danza entró a formar parte el artista en 1933, comunicó que con su muerte desaparece "sin duda uno de los artistas de la danza más importantes del siglo XX".



Entre los ballets blancos y de cisnes que vienen a la mente cuando el público piensa en la danza clásica y las propuestas contemporáneas que nos ofrecen coreógrafos como William Forsythe, hay un espacio importante que saca del ballet sus valores teatrales y da a los grandes bailarines oportunidades valiosas para lucirse. En este terreno el coreógrafo francés Roland Petit, nacido en 1924, era uno de los dueños absolutos. A lo largo de una carrera prolífica Roland Petit firmó algunas de las obras emblemáticas del repertorio de los siglos XX y XXI. Una oportunidad para conocerlas fue uno de sus últimos trabajos Soirée de Danza Roland Petit, la velada con trece piezas cortas del polifacético maestro en el que contaba con un pequeño pero impactante elenco de figuras internacionales, entre ellas la premiada donostiarra Lucía Lacarra, primera bailarina del Ballet de Múnich en la actualidad, el albanés Marlon Dino, bailarín principal del Bavarian State Ballet o Mick Zeni, primer bailarín del Ballet del Teatro alla Scala.



Después de haberse formado en la Escuela del Ballet de la Ópera de París, Petit entró en la compañía, pero cuatro años más tarde la abandonó para fundar, con 21 años, Les Ballets des Champs-Elysées, donde estrenó una de sus piezas emblemáticas, Le Jeune Homme y la Mort. Más adelante crea una de sus obras más conocidas, Carmen (en el vídeo), que él bailaba con su musa y pareja Zizi Jeanmaire. El ballet causó sensación y ahora figura en el repertorio de numerosas compañías internacionales, con unas 6.000 representaciones hasta la fecha. Cuatro años en Hollywood dieron como fruto obras de cine musical con Fred Astaire y Leslie Caron, entre otros, y abrió su apetito para otras experiencias escénicas como la revista y el music-hall, donde él y Jeanmaire también triunfaron.



Petit colaboró con buena parte de la élite cultural europea (Cocteau, Picasso, Jacques Prevert, Christian Dior o Yves Saint Laurent). Tenía fama de descubrir a los bailarines nuevas facetas interpretativas. Rudolf Nureyev, Margot Fonteyn, Maya Plisetskaya, Mikhail Baryshnikov, Sylvie Guillem, Julio Bocca... todos los grandes quisieron vivir "la experiencia Petit".



Ballet chic y sexy

Fue un creador inquieto capaz de conseguir que el ballet fuera chic y sexy. En 1972, invitado por el alcalde de Marsella, creó lo que luego se llamó el Ballet Nacional de Marsella. Allí desarrolló gran parte de su obra y contó con algunos de los bailarines más señalados de Europa, entre ellos Lucía Lacarra. En 1998 abandonó la dirección del Ballet, pero continuó desde entonces con encargos por todo el mundo. "Llegué a su compañía en Marsella con 19 años, justo después de dejar el Ballet de Víctor Ullate", cuenta Lucía Lacarra. "Gracias a él descubrí el mundo interpretativo de la danza. Sus ballets han marcado mi evolución como artista, me enseñaron a dejar que mis emociones salgan a flor de piel. Siempre que tengo la oportunidad de bailarlos lo hago con mucho placer."



La selección del contenido de Soirée de Danza Roland Petit giraba alrededor de la personalidad del versátil coreógrafo y de su mujer. Abarca trabajos que van desde 1946 (Jeune Homme et la Mort) hasta 2006 (Ni Dieu Ni Diable) e incluye tres piezas que Petit creó con música de Pink Floyd. "Mi hija me dio un disco. Escúchalo, me dijo. Creo que te va a gustar", contaba el coreógrafo a El Cultural hace apenas un año, cuando dejó "plantado" al público español en los Veranos de la Villa. "Me fascinó y me fui a Londres para conocerles. Al final hicieron la música para un nuevo ballet y tocaron en escena con la compañía. Fue increíble."



Petit también realizó versiones propias de obras del repertorio clásico. El Doctor Coppelius es una pequeña joya de astutos matices escénicos.



Emoción y alma

Su gran capacidad de contar historias a través del movimiento y de crear un mundo propio en cada coreografía fue su seña de identidad. "Pienso que es único por el alma que ha puesto en sus ballets. Sus coreografías no son significativas por los pasos, sino por el alma que trasmite", explica Lacarra. "Ha eliminado la pantomima que existía antes y ha hecho que los gestos reales provoquen emociones que son claras y directas".



Roland Petit abrió con el Ballet de la Ópera de París, la temporada el pasado mes de septiembre con un programa monográfico dedicado a su obra. A sus 87 años Petit, -del que Picasso dijo a su hija durante una representación, "mira, hija mía, esto es la danza"-, no paraba: "En estos momentos escucho la música de este compositor americano... Quincy Jones... tengo una idea para una nueva coreografía.", confesó en aquella última conversación con El Cultural.