Gabino Diego



Gabino Diego ya no es un chaval, pero tampoco tan mayor como para escribir sus memorias. Por eso, cuando hace ocho años se sentó a escribir una comedia autobiográfica, algunos no le veían salida al proyecto. Pero la tuvo, y por la puerta grande: éxito de público, de crítica y el premio Fotogramas de Plata al mejor actor de teatro en 2005. Desde este jueves y hasta el 18 de septiembre vuelve a subirse a las tablas, esta vez las del Teatro Amaya de Madrid, para despedirse de Una noche con Gabino.



Una de las pocas personas que supo ver las posibilidades de la obra fue Gina Piccirilli, que se convirtió en su directora. "Quisimos que la dimensión autobiográfica se mezclara con la ficción, que Gabino se convirtiera en un personaje y viviese experiencias que no me han pasado a mí. Y a veces el espectador se cree lo que no pasó y no lo que pasó de verdad". Los que aún no hayan visto el espectáculo, verán a Gabino convertido en una suerte de clown, ese personaje entrañable que conecta de inmediato con el público porque vive más fracasos que éxitos, como cualquier hijo de vecino. Y no está solo en su viaje: desde su abuela hasta Obama, medio centenar de personajes interpretados por él mismo se asoman o se meten de lleno en la vida del protagonista.



Pero el que ya conozca la obra puede repetir, porque hay novedades: "En su esencia es siempre lo mismo, pero aparecen personajes nuevos, como Mourinho, Quique San Francisco y algunos políticos, y el bloque en el que hablo con el público también ha variado con el tiempo", afirma el actor madrileño. Sin embargo, cada detalle del espectáculo está perfectamente estudiado: "No improviso mucho, pero si surge algo nuevo que funciona, se incluye dentro del texto. Y hay muchas cosas que parecen comentarios espontáneos o equivocaciones y en realidad están preparadas".



Después de echar el cierre a Una noche con Gabino, el actor volverá en octubre con un montaje producido por el grupo Yllana de El apagón, una comedia de Peter Shaffer que narra la historia de ocho personas reunidas en una casa que sufre un corte del suministro eléctrico.



El actor madrileño saltó a la fama gracias al cine. Ganó el Goya al mejor actor de reparto en 1990 por ¡Ay, Carmela!, de Carlos Saura, y desde entonces ha sido eterno candidato. Ha trabajado a las órdenes de los grandes: José Luis Cuerda, Fernán Gómez, Jaime Chávarri o Fernando Trueba. Pero aunque reconoce tener un proyecto cinematográfico para el futuro, su mente ahora está en los escenarios: "Aparte de que el cine esté atravesando un momento difícil, el teatro es una cosa que siempre he hecho, que me apasiona y que espero poder hacer toda mi vida".