Win Wenders nunca sintió especial interés por la danza. La tenía ubicada en los peldaños más bajos de sus querencias artísticas. Hasta que un día se encontró frente a Pina Bausch. "Fue como una revelación pura para mí, de belleza nunca vista, de emociones nunca sentidas y me sentí obligado a trasladarlas al público"", ha confesado el director en una entrevista concedida a EFE.
Esa obligación ha cobrado forma en el documental que este viernes se estrena en España y que representará a Alemania en los Oscar. Durante 20 años el cineasta y la bailarina (y coreógrafa) rumiaron el proyecto. Justo cuando tenían todos los cabos atados para alcanzar su objetivo la muerte de Pina, en 2009, truncó los planes. Wenders suspendió todo.
Tuvieron que pasar unos meses para que recapacitara sobre esta decisión tan drástica. Entonces se dio cuenta que su amiga merecía un homenaje, y que el mejor que le podía brindar era una película. Y ya no paró hasta rematarla. Rodado en 3D, en escenarios naturales y urbanos de Wuppertal, donde ella vivió durante 35 años, el filme documenta muchas de las coreografías ideadas por Bausch a lo largo de su carrera.