Jesús López Cobos; director de orquesta, Paloma O'Shea; presidenta de la Fundación Albéniz y Rafael Pardo; director de la Fundación BBVA.

La Escuela Superior de Música Reina Sofía nació una tarde de otoño en un garaje de Pozuelo. Su comienzo allá en 1991 no fue, en cualquier caso, menos romántico que los valores humanísticos que han convertido hoy el centro en una referencia mundial de la enseñanza musical. Podría decirse que, veinte años después, el sueño de quienes trabajan en ella y por ella sigue siendo el mismo: la excelencia en todas las disciplinas. Paloma O'Shea, directora de la Escuela y presidenta de la Fundación Albéniz, ha querido celebrar la efeméride con un concierto, esta tarde, en el Auditorio Nacional de Música de Madrid que sirve además de pistoletazo de salida al curso, dentro de las actividades de la Cátedra de Viola de la Fundación BBVA, con la que colabora desde hace tiempo. "Este concierto es una muestra más de la implicación de la Fundación que dirige Rafael Pardo como mecenas de la Escuela", ha señalado O'Shea durante la rueda de prensa que han dado esta mañana en el Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid. "Sus actividades, los conciertos que promueve y la Cátedra que dirige la profesora Diemut Poppen surten las orquestas españolas de los mejores músicos. Por todo ello, gracias".



No ha querido desaprovechar O'Shea la ocasión para recordar el verdadero objetivo y el sentido profundo de la Novena beethoveniana que estará en los atriles de esta tarde. "Beethoven lleva dos siglos llamándonos a hacer una música mejor y a construir un mundo mejor, de concordia y de alegría". Se refiere a la "fiesta de la libertad" que desde hace tiempo sirve de himno a la Unión Europea sobre los versos de la famosa oda de Friedrich Schiller. "Hacer una música mejor es para Beethoven la vía para construir un mundo mejor. Lo uno es condición de lo otro; también ahora, en estos tiempos de escasez en los que se tiene la tentación de recortar los apoyos de la música y a la cultura". En su discurso, O'Shea ha insistido en recordar que la cultura, el arte y el pensamiento son precisamente los recursos que la sociedad necesita para reforzarse y mantenerse unida y solidaria. "No saldremos de esta situación tan difícil si no es caminando junto hacia ese Elíseo humano y fraternal del que nos habla Schiller y que nos canta Beethoven". Y ha concluido: "No ahoguemos la cultura, que es la puerta por la que habremos de salir de la crisis. Otra cosa es que haya que aplicar medidas de ahorro en nuestra actividad, pero no se deben desmantelar las estructuras musicales y culturales que hemos levantado entre todos, como país, durante mucho tiempo y con mucho esfuerzo e ilusión".



A su lado estaba, asintiendo con la cabeza, el maestro Jesús López Cobos, que tutelará esta tarde a los jóvenes músicos de la Orquesta Sinfónica Freixenet de la Escuela en un concierto que se emitirá en directo por LIVE en Classical Planet. "Dirigí mi primera Novena -explica el maestro- hace ahora 35 años y siempre salgo frustrado de los conciertos, porque es imposible abarcarlo todo. Pero es en esa inconmensurabilidad donde reside la magia y el carácter imperecedero de este monumento musical". En vez de los dos o tres ensayos a los que acostumbran las orquestas profesionales, López Cobos ha dispuesto de 20 horas con los músicos para profundizar en los detalles y acabar con ciertos prejuicios en torno a la última sinfonía del compositor de Bonn. "Lo mejor de trabajar con gente tan joven y tan bien preparada es que el aprendizaje es recíproco. Con ellos he podido poner a prueba un sonido, un empaste y una forma de entrega a la que no estoy acostumbrado".



UNA 'NOVENA' DIEZ

Sólo siete de los 85 músicos que integran la Sinfónica de Freixenet se había enfrentado alguna vez a la magnitud de la Novena, "uno de los ochomiles del repertorio", en palabras del propio López Cobos. "Durante los ensayos", ha comentado el director zamorano, "podía ver su emoción grabada en la cara. Ha sido un privilegio y un honor trabajar con ellos". Cuatro músicos de la orquesta comentan para elcultural.es algunas de las claves de la partitura.

Lucía Otero Quintana, violonchelo

"Ésta es mi primera Novena, pero después de haberla trabajado tanto con el maestro López Cobos puedo decir que me he terminado familiarizando con ella. A lo largo de estos días, hemos trabajado compás a compás la música, el texto y también su contexto. Había escuchado esta sinfonía en concierto varias veces y en diferentes grabaciones discográficas, pero la experiencia de estar en el centro de una música tan poderosa y sobrecogedora es inigualable".

Pablo Martín Acevedo, violín concertino

"Es sobre todo en el segundo movimiento de la obra donde Beethoven pone a prueba a los músicos. Porque al mismo tiempo que abordas pasajes de gran complejidad técnica has que ser capaz de escuchar el sonido del conjunto, evadirte de los pentagramas de tu atril y conectar con el resto de tus compañeros. No sólo por lo que dice la música, también por lo que supone su ejecución, es una partitura que promueve la solidaridad".

Joaquín Arrabal Zamora, contrabajo

"El maestro López Cobos nos ha hablado en varias ocasiones sobre la arraigada tradición romántica que existe en torno a la Novena. No para que la imitemos, sino para todo lo contrario. Ha insistido mucho en recuperar el tempo, el metrónomo que marcó Beethoven para el tercer movimiento. Y el resultado es más rápido y ágil, pero también mucho más fluido, cálido y natural de lo que se suele escuchar".

Àlber Català Climent, fagot

"A lo largo de las 20 horas de ensayo hemos podido comprender mejor el trasfondo humanístico de la Novena, el mensaje que nos ofrece más allá de la belleza de la música. Beethoven nos habla de la libertad espiritual, que nada tiene que ver con el libertinaje. La manera en que están imbricados los instrumentos te obliga a mirar a tus compañeros constantemente y a sentirte un igual entre iguales".