Viggo Mortensen en una escena de la obra

Antes de estrenar su tercera película con David Cronenberg, Un método peligroso, en la que Viggo Mortensen interpreta a Freud, la estrella de Hollywood pasará seis semanas y media en Madrid, como gran reclamo de la cartelera teatral. La incorporación del actor a Purgatorio, obra que se estrena el próximo viernes en las Naves del Matadero, tiene mucho de gran acontecimiento pues supone su vuelta a los escenarios después de 24 años de ausencia. Lo hace en compañía de la actriz barcelonesa Carme Elías y con un texto de Ariel Dorfman de gran actualidad, pues habla de víctimas y verdudos, de perdón y arrepentimiento. Mortensen, que no resiste un paseo callejero sin que la gente le reconozca por su papel de Aragon en El señor de los anillos o de Diego Alatriste en la versión cinematográfica de la obra de Pérez Reverte, es un hombre con muchas otras inquietudes culturales. En esta entrevista las cuenta.



-Hace cuanto tiempo que no hacía teatro?

-Hace unos 24 años, cuando hice Bent, de Martin Sherman, en Los Angeles.



-¿Y por qué ahora y en Madrid?

-A los responsables de la programación del Teatro Español les interesó la propuesta y también le gustó la idea al autor, Ariel Dorfman. Estoy un poco ansioso ahora que falta poco para el estreno, algo normal en cualquier actor, supongo. Sé también que tengo muchísima suerte. Trabajar con Carme Elías y Josep Maria Mestres en Purgatorio y hacerla por primera vez en castellano es un gran honor. Y la sala 2 del Matadero es un espacio muy bueno, ideal para esta obra. Un lugar bastante austero, con una escenografía de Clara Notari perfectamente adaptada a la sala.



-¿Es que pasa ahora temporadas en Madrid? ¿Qué le gusta y qué le extraña de la forma de vida de los madrileños'

-Vine por primera vez a Madrid a finales de los años 70, así que ya tengo mucha historia con esta ciudad. Siempre me ha gustado estar en Madrid y me gusta que sea precisamente aquí que yo vuelva al teatro después de tantos años.



-¿Se acerca usted a un personaje teatral de la misma manera que si lo fuera a interpretar en cine?

-Sí, siempre con cierto miedo y preparándome lo mejor que puedo, prestando mucha atención. Yo no creo que haya tanta diferencia entre la buena actuación en cine y la buena actuación en teatro. En general, y según el tamaño de la sala, es verdad que hay que tener en cuenta una adecuada proyección de la voz en el teatro, pero al final lo que cuenta es si el espectador se cree los que hace el actor o no se lo cree.



-¿Por qué aceptó hacer esta obra? ¿Qué le gustó?

-Me interesó el desafío del cuento: es posible perdonar y pedir perdón sin poner ninguna condición. Muy difícil a veces, pero posible. También me atraía el desafío de hacer una obra en la cual solamente figuran dos personajes que siempre están en el escenario, sin descanso. A veces, durante los ensayos, he pensado que he sido un idiota por meterme en este desafío teatral, pero luego se me pasa la duda, la inseguridad, y sigo gozando con lo que voy aprendiendo de mi compañera de trabajo, Carme Elías, y de nuestro director, Josep Maria Mestres. El guión de Ariel Dorfman es exigente, pero está lleno de regalitos que te van llegando en la medida que vas descifrando el texto y metiéndotelo en el cuerpo.



-La obra aborda un tema obsesivo en el teatro de Dorfman: la venganza y el perdón. ¿Hay alguna intencionalidad por parte del autor?

-Para ser justos lo mejor sería preguntárselo a él, pero supongo que sí tiene que ver con esta obra la opción personal de elegir entre la venganza y el perdón en un momento dado, mucho que ver. Él ha hablado de esto en lo que ha escrito para la prensa últimamente, y nos ha comentado estas cosas en algunos momentos. También ha dicho que quería, con esta obra, abordar el tema de la colonización, las consecuencias para los que conquistan y los que son conquistados.



-Este es un tema de absoluta actualidad en España, cuando se está discutiendo si podemos perdonar a los terroristas de ETA y dejarles entrar en las instituciones políticas para que gobiernen a sus víctimas. ¿Usted qué piensa?

-No hay nada que no pueda perdonarse, no hay nadie totalmente incapaz de dar y pedir el perdón sin condiciones. Es difícil, pero no imposible. Es la mejor y la más valiente opción. El perdón sincero compensa, aclara las cosas, nos limpia y nos tranquiliza. A partir de ahí podemos avanzar de una manera sana, crecer.



-En realidad, la pieza es una extrapolación del mito de Medea y Jasón. ¿no es así? -Sí. En términos generales esta obra de Dorfman nos recuerda la versión de la saga de Medea y Jasón creada por Eurípides, la versión más conocida de la trágica relación entre estos seres legendarios. Pero Purgatorio contiene elementos de otras versiones de Medea, y también referencias a otros personajes y otras fuentes mitológicas.



-La obra iba a ser estrenada en diciembre de 2009 y con Ariadna Gil. ¿Por qué se pospuso y por qué no se ha mantenido el elenco inicial?

-No pudo ser en ese momento por problemas de agenda. Tampoco estaba Ariadna disponible cuando retomamos la obra. Tuvimos mucha suerte con Carme Elías, suerte en el sentido de que a ella le gustó la obra. Es una actriz extraordinaria, muy poderosa. Creo que será una Medea inolvidable.



La felicidad de otros artistas

-Además de la interpretación, usted tiene otros intereses artísticos, por ejemplo, ha fundado una editorial. ¿Qué textos publica?

-Fundé la editorial Perceval Press porque quería publicar a autores y artistas que me parecían interesantes y que, en muchos casos, no tienen muchas posibilidades de ser publicados, o de ver su trabajo presentado como quisieran. También presento mis libros y grabaciones con Perceval Press. Eso suele compensarnos económicamente y nos ayuda a seguir adelante con proyectos de otros artistas menos conocidos. El verdadero placer que me produce ser editor es ver satisfechos a estos artistas, ayudarles en lo que pueda para que lo publicado cumpla con sus esperanzas creativas.



-¿Qué poetas le gustan?

-Recién estoy mirando un viejo libro, una collección de poemas de Leonard Cohen llamado Flower for Hitler, publicado en 1964. Hay un poema que me hizo pensar en Purgatorio. Como siempre, uno puede encontrar referencias, conexiones por todos lados a la hora de afinar la preparación de un proyecto. Esto es algo que miré hace 10 minutos y que me pareció que tenía un eco de nuestro cuento, o al revés.



Por qué la Experiencia no es un Maestro

No es mío -el cuerpo que te prometieron/

está enterrado en el corazón/

de una máquina inutilizable/

que nadie puede detener o iniciar./



¿Yacerás junto a ella? Podrás cavar profundo/

-escapar a una o dos Leyes- divisar un dardo/

de luz. No /

te acercarás al corazón./



He intentado -soy el mismo- ser el mismo./

Quería que mis sentidos desvariaran./

El dardo era una luz ordinaria. /

¿No hay nada que pueda retenerte aquí, mi amor, mi amor?



-También es aficionado a la pintura y la fotografía. ¿Cómo definiría su estilo pictórico?

-No me siento cómodo dando definiciones de lo que hago como artista, calificando mi trabajo, ni como actor, fotógrafo, pintor, o escritor . Así que pido que me perdonen por seguir no queriendo hacerlo.



-¿Y qué suele fotografiar? ¿Cuál es su cámara preferida?

-Depende de la época, de donde he estado, de lo que ando buscando. He fotografiado paisajes, he hecho retratos, he trabajado con cámaras Eastman y Graflex de 8 x 10 pulgadas y de 4 x 5 que tienen más de cien años; con una Hasselblad de 2 1/4 x 2 1/4 que conseguí hace 30 años, una Leica 35 mm que tiene quince años, y también empecé a trabajar con una Canon digital de 35 mm hace tres años.



-Su proyección internacional como actor fua a partir de El señor de los anillos ¿Calibró los efectos que la película tendría en su carrera? ¿Cómo fue trabajar con Peter Jackson en esa megaproducción?

-Nadie sabía que la trilogía de Jackson iba a tener el éxito económico y socio-cultural que tuvo. En mi opinión, el que dice ahora que lo sabía, miente. Lo que sí se creía mientras hacíamos las tres películas era que podrían gustar en Japón y en otros países asiáticos que no tenían conocimiento de la obra de Tolkien. En particular me parecía que el mundo de los elfos y su cultura guerrera, tanto como curandera, tenía mucho en común con la herencia samurai y la sensibilidad equilibrada del budismo. Para mí, como actor, fue un regalo importante el éxito de la trilogía. Hizo posible que Agustín Díaz Yanes me ofreciera después el papel de Diego Alatriste, y que David Cronenberg me eligiera para Una historia de violencia.



-Y hablando del director canadiense David Cronenberg ¿Cómo consigue exprimir lo mejor de usted en la pantalla?

-Cronenberg y yo somos, después de todo, muy buenos amigos. Nos entendemos y nos respetamos. Yo sé que siempre voy a aprender cosas nuevas con él, que me voy a divertir rodando con él, y que vamos a hacer una película que valdrá la pena presentar. Él también confía en mí. Sabe que voy a llegar preparado, y que nos vamos a meter a fondo para sacar el mejor provecho de cualquier cuento que nos toque rodar. Es un director muy especial, único, uno de los más grandes que hay en el mundo. Le encanta lo que hace, y eso se nota todos los días. Entiende el medio a fondo. Su entusiasmo es contagioso, da coraje, y su experiencia le ayuda a transmitir su pasión. Me siento muy afortunado por haber rodado tres películas tan buenas y diferentes con él.