Hamar es una partitura en tres dimensiones. No porque Gabriel Erkoreka (Bilbao, 1969) la haya adaptado a los anaglifos del cine sino porque funciona como un mapa que se escucha y que además se ve. La obra, cuyo título significa diez en euskera, nació como un encargo de Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim de Bilbao, para conmemorar en 2007 el décimo aniversario del templo artístico de Frank Gehry. "Me pidieron una obra corta para oficiar la celebración -cuenta el compositor al elcultural.es- pero me pareció que las posibilidades del museo daban para algo más ambicioso". Erkoreka propuso a la Fundación Guggenheim poner música al propio museo y sacar el máximo provecho a cada uno de sus espacios y ambientes plásticos. El resultado fue una obra de 35 minutos en la que, durante su estreno, los músicos se iban moviendo de sala en sala como si fueran unos visitantes más. "Por eso la partitura incluía el mapa de situación y los itinerarios de los músicos. El objetivo era que el público se encontrara por sorpresa con la música repartida por diferentes lugares, aunque eso implicara que no escuchara la obra en su totalidad".



Ahora la Fundación BBVA ha editado el DVD con la grabación de aquel estreno, producida por Ángela Álvarez. La filmación comienza con los siete intérpretes del Ensemble Kuraia, dirigidos por su titular Andrea Cazzaniga, distribuidos por plantas según el registro de sus instrumentos. "Arriba el violín y el píccolo, abajo la percusión y el trombón...". En los primeros compases recorren la zona del atrio del museo y avanzan ("a excepción de la chelista, que no puede andar y tocar al mismo tiempo") hacia las galerías de la segunda planta para acabar, coincidiendo con la tercera parte de la partitura, en la inmensa sala dedicada a La materia del tiempo de Richard Serra. "Hablamos de unas esculturas que se prestan especialmente bien a la experiencia sonora. En esta parte los músicos intercalan notas largas en pianissimo con fuertes staccatos, produciendo un especie de eco implícito que reverbera por toda la sala, como en una catedral". Hamar también dialoga con la cascada verbal de los paneles verticales de Instalación para Bilbao de Jenny Holzer. "La violonchelista toca fuera y dentro de los letreros luminosos, en función de si los pasajes son más íntimos o más expresivos".



Como se puede apreciar en el DVD, la ejecución resulta tremendamente compleja,puesto que los intérpretes deben mantener el tempo de la obra sin dejar de caminar. "Para evitar que se perdieran, diseñé una partitura variable, que cuenta además con una serie de pautas de la percusión que sirven para sincronizarles cada vez que cambian de sección". De ahí la importancia de esta grabación audiovisual, que empasta en un mismo montaje todas las perspectivas y sonidos, recogidos en más de cuarenta micrófonos. "Incluso así es imposible percibir todos los detalles al mismo tiempo, pues la cámara se centra en cada momento en uno de los músicos. En ese sentido quise asimilar la experiencia sonora a la arquitectónica. Por muchas veces que hayas visitado el Guggenheim siempre hay una placa de titanio que se te escapa..."



Tanto es así que el material sonoro de Hamar está inspirado en las escamas que malean y curvan un edifico que adquiere formas imposibles. "Gehry consigue la elasticidad donde parece que la piedra caliza, el cristal o la escayola no admiten más alteración. Y yo he tratado de seguir la misma pauta a través del aspecto cromático, atonal o modal de una partitura en constante relación con el espacio". Hay además algún que otro préstamo de la música tradicional vasca y un homenaje al legado renacentista de Giovanni Gabrieli. "Reinterpreto una canzona suya, pero no la pego en el pentagrama, sino que realizo una especie de foto que admite diferentes grados de enfoque".