José Luis Gómez
José Luis Gómez (Huelva, 1940), que dispone de un año para preparar su discurso de ingreso en la institución, es uno de los escasos actores que ocupará un sillón en la Real Academia, le precedió Fernando Fernán Gómez que, además de actor, "era un estupendo escribidor. Como en algún momento se ha manifestado, yo no tengo obra escrita. Lo que tengo no lo he publicado porque no sé si merece la pena", explicó el futuro académico.
Gómez no consiguió el quórum necesario (dos tercios de los votos de los presentes y los emitidos por correo) para ser elegido en la primera ronda. Hubo de esperar a la segunda, en la que sólo computan los de los presentes. Esta vez obtuvo 21 a favor y 9 en blanco. La Real Academia Española buscaba un hombre de teatro y ya lo tiene. Su candidatura fue propuesta, como exigen los estatutos de la RAE, por tres académicos: el profesor y filósofo Emilio Lledó, Juan Luis Cebrián, exdirector de El País y el dramaturgo Francisco Nieva. Este último es ahora, junto con Gómez, la única representación con la que cuenta el mundo del teatro en la institución.
El actor declaró a Elcultural.es que, si bien no tiene obra escrita, su presencia quizá haya sido valorada porque representa el valor de la oralidad: "Muchos años antes de que apareciera la palabra escrita hubo un periodo de oralidad, y así se transmitieron epopeyas y mitos de una importancia trascendental para el hombre". Y añadió que desde su retorno a España en los años 70, tras su estancia en Alemania, ha dedicado parte de su esfuerzo "a reivindicar el uso de la palabra en el escenario, no como lo hace un rapsoda sino en el sentido de la palabra en acción".
José Luis Gómez era esta vez el único aspirante a este puesto. La anterior ocasión en que intentó cubrirse, a principios de años, de los tres candidatos que optaron a él ninguno consiguió el quórum necesario. Fueron el filólogo y escritor Andrés Amorós, el economista José Terceiro y el abogado Santiago Muñoz. Ahora sí se ha alcanzado la mayoría.
Gómez, un hombre de teatro
En la actualidad Gómez dirige el Teatro de la Abadía, que fundó en 1995, y es uno de los referentes del panorama escénico nacional. En su adolescencia se rebeló contra un destino fijado en el ámbito de la hostelería que le tenía preparado su padre. Para escapar de él puso rumbo hacia otras latitudes, más allá de los Pirineos.En su formación destaca un marcado cosmopolitismo. Tras su paso por el Instituto de Arte Dramático de Westfalia (Bochum) y en la escuela de Jacques Lecoq (París), José Luis Gómez desarrolló sus primeros trabajos profesionales, muchos de ellos mimodramas, como actor y director en los principales teatros de la República Federal Alemana.
En 1971, cruza su camino con el emblemático director teatral polaco Jerzy Grotowsky. Fue un encuentro crucial que precipitó la vuelta de Gómez a España, ya con un bagaje de experiencias y conocimientos envidiable. Aquí produce, dirige y actúa en obras con Informe para una academia de Kafka (monólogo que volvió a interpretar en 2006 y Gaspar de Peter Handke. Estas obras empezaron a darle notoriedad entre nuestras fronteras. En este exitoso retorno también contribuyó en gran medida su papel protagonista en la versión cinematográfica de La familia de Pascual Duarte de Cela, estrenada en 1975.
Y es que el cine ha sido otro de los espacios que ha frecuentado Gómez. Entre sus intervenciones más recientes en cine se pueden destacar El séptimo día, de Carlos Saura (2004), sobre los crímenes de Puerto Hurraco; , de Mariano Barroso y La buena voz, de Antonio Cuadri (2005); Goya's ghosts, de Milos Forman (2006); Teresa, el cuerpo de Cristo, de Ray Loriga (2007); Los abrazos rotos, de Pedro Almodóvar (2009); y Todo lo que tú quieras, de Achero Mañas (2010).
En 1978 se pone al frente del Centro Dramático Nacional, junto a Nuria Espert y Ramón Tamayo, y dos años más tarde la del Teatro Español. Los trabajos más destacado de esta época son las puestas en escena de Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga de Rodríguez Méndez, que inaugura el CDN, La velada en Benicarló de Manuel Azaña, así como La vida es sueño y Absalón de Calderón de la Barca.
José Luis Gómez defiende una idea del teatro muy clara: "Busco la sencillez y este es el espectáculo más depurado que he hecho. La sencillez es la mejor manera de no añadir nada al texto porque ¿cuál es la virtud de la transparencia? Aquello que deja ver a través. Yo he procurado dejar ver y no poner nada delante. Busco el teatro transparente, el que no encubre, el que trabaja para la imaginación del espectador".
Esa es la búsqueda de un hombre imprescindible de nuestra escena, que ahora volcará también sus esfuerzos limpiar, pulir y dar esplendor a nuestra lengua.