Mario Gas. Foto: Sergio Enríquez-Nistal

El director del Teatro Español de Madrid estrena hoy Follies, su cuarto musical de Stephen Sondheim. Se trata de una gran producción, con Vicky Peña y Carlos Hipólito al frente de un elenco de 40 artistas y bailarines (con Massiel entre ellos) y una orquesta en directo. A Gas la marcha de Ruiz Gallardón no le ha afectado: continúa.

Solía fotografiarse con gafas de sol que le daban un aire canalla, pero ahora compone su imagen con gorra a cuadros, barba canosa y pelo recogido en una trencita casi oculta, bufanda roja... muy gauche. En los días buenos de Mario Gas, y éste parece que lo es, el director del Teatro Español de Madrid mantiene su vis cómica de actor y se divierte posando "emplumado" para nuestro fotógrafo con el vestuario de Follies. La abundancia de plumas y lentejuelas, dispuestas ordenadamente en el camerino de los actores, anuncian la naturaleza del espectáculo que prepara. Follies es el cuarto musical de Stephen Sondheim (SS) que dirige Gas. Del compositor ha hecho Golfus de Roma, A Little Night Music y Sweeney Todd. ¿Le obsesiona este autor? "No. Me gusta mucho pero como tantos otros, como Valle, Brecht, Bernhart, Tennesse Williams, Kushner... Creo que las obras de Sondheim merecen ser presentadas en los teatros públicos, tienen una arquitectura argumental robusta y una arquitectura musical inspirada y renovadora."



-¿Por qué merece ser presentado en un teatro público?

-Sondheim es un autor más complejo y difícil que otros cuyos musicales pueden mantenerse años en cartel. Las últimas reposiciones de sus obras en Nueva York han durado tres meses como mucho. Sondheim es un autor de riesgo. Hace obras de arte y un teatro público, además de hacer dramaturgias contemporáneas, tiene la obligación de hacer espectáculos que la empresa privada no suele hacer, como también dar trabajo a los artistas. Por estas razones creo que Sondheim encaja perfectamente, pero la fundamental es porque tiene mucha calidad: su contribución al desarrollo del teatro musical ha sido muy grande.



-¿Quien ha montado a SS en España?

-En 1997 Calixto Bieito montó en Barcelona Company. Xavier Rivera Valls hizo unos recitales en el Teatro Gaudi y Joan Lluís Bozzo estrenó Into de Woods. Y en el Regina Ricard Reguant dirigió Assassins.



-Todos en Barcelona ¿es que hay más tradición de teatro musical allí que en Madrid?

-No, quizá en Barcelona hay una cierta mirada por un tipo de musical más teatral y diría que autóctono que ha cultivado, por ejemplo, Dagoll Dagom. Me repugna un poco llamar al otro tipo de musical "de evasión" , el del showbussines, que es el que se da en Madrid. Creo que cada uno cumple su función y cada uno tiene sus virtudes.



-Define Follies como teatro con música.

-Sí, la música es un elemento sustantivo, todos los conflictos de los personajes se expresan fundamentalmente con música. Pero también está el libreto, que con trazos impresionistas, va creando personajes que en Sondheim siempre tienen un plus: él es un hombre atento a la sociedad que le rodea, a los mecanismos del amor, del desencanto, del paso del tiempo, de la venganza, de darle la vuelta a los mitos pseudoinfantiles... es un hombre que partiendo de la música y de los lyrics de siempre del teatro musical lo hace avanzar en una dimensión contemporánea.



-¿Le conoce?

-Sí, le conocí personalmente en 1995, vino a presenciar Sweeney Todd en el Poliorama de Barcelona. Luego nos hemos carteado frecuentemente y siempre le explico lo que quiero hacer cuando decido montar una obra suya.



-He visto que Follies se hace por acuerdo con Cameron Mackintosh.

-Los derechos los tiene la agencia MTI. Cuando montas una obra tienes que publicar que la primera producción fue la de Harold Prince en Broadway, en 1971, y que en los ochenta Cameron Mackintosh la hizo en Londres. Pero Sondheim nunca obliga a que sus espectáculos sean una franquicia.



El pasado no cuenta, sí al futuro

-O sea, que la puesta en escena es totalmente original...

-No tengo nada en contra de que las obras sigan un modelo, una franquicia, pero como director no me dedico a esta profesión para poner en marcha fotocopias.



-La obra presenta un grupo de actores que se reencuentra en un teatro que va a ser derruído y en el que actuaron hace años. ¿Le gusta porque reflexiona sobre su oficio?

-Toda buena obra no tiene un punto principal de desarrollo, hay una trama y en ella se van articulando personajes. Follies habla del paso del tiempo, de un mundo que se acaba y otro que empieza, y sobre una manera de entender el teatro de entertainment por un grupo de actores. Es un homenaje a una profesión frágil que vive de un aplauso que es efímero. Luego, hay dos parejas y se cuenta cómo la vida ha pasado por encima de ellos.



-¿Y musicalmente?

-La música es gloriosa, tanto en los aspectos contemporáneos, cuando son una prolongación del diálogo, como en todas aquellas melodías de los recuerdos de los personajes que nos retrotraen a canciones que van de los años 20 a los 60, pero que son absolutamente originales. La obra tiene una particularidad: hay momentos en los que el conflicto de los personajes se introduce en la estética de los follies o variedades que los actores interpretan, revelando sus neuras e indecisiones. Al final los personajes caen en la cuenta de que la vida es muy diferente a como pensaron.Y lo fantástico de Sondheim es que, en lugar de acabar con un clímax, acaba con un hundimiento. El pasado ya no cuenta, pensemos en el futuro.



-Hipólito ya hizo un musical, Historia de un caballo, pero es prácticamente virgen en el género ¿no?

-Carlos, cuando estábamos haciendo Sweeney Todd en Barcelona, en 1995, vino a vernos y ya me dijo que le gustaba mucho cantar. Hablamos de que algún día haríamos un musical. Hemos tardado 17 años. Va a estar espléndido. No vamos a descubrir ahora la categoría de actor de Carlos, pero tiene un gusto y un sentido musical, una afinación, un color muy bonito de voz. Creo que con Vicky Peña hacen una pareja espectacular, dramática y vocalmente. Son muy grandes, como muchos otros de la compañía.



-La sorpresa es Massiel, que interpreta I'm still here. Y también está Asunción Balaguer.

-Sí, Massiel interpreta uno de los grandes temas.



-Quien no estará en el foro es su hermano Manuel.

-Sí, es un poco tremendo no ver ahí a mi hermano, aunque le dedicamos el espectáculo. Cuento con el que fue su colaborador, Pep Pladellorens.



-¿Con una familia como la suya, cómo no acabó músico?

-Tuve un padre cantante de zarzuela y un hermano que tocaba el piano maravillosamente bien. Estudié algo de música, pero me decanté pronto por el teatro, y aunque leo partituras no tengo una formación completa. Mi hermano siempre decía que yo sabía más de música que él, pero el me aventajaba: él era músico.



Gas lleva ocho años al frente del teatro municipal. En este tiempo ha sido testigo de cómo ha ido creciendo la temperatura teatral de la ciudad, que evalúa muy positivamente, pero cree que no se corresponde con el eco que tiene el teatro en los medios de comunicación y en las esferas dirigentes. El Español, con cuatro salas y un presupuesto de cuatro millones y medio de euros al año, ha contribuido a azuzar este ambiente, especialmente en los últimos años que ha cogido velocidad de crucero exhibiendo algunos de las mejores espectáculos que se han visto en Madrid. Su gestión, sin embargo, no siempre ha sido bien valorada por la empresa privada, que ha acusado al Español de "competencia desleal".



Ocho años en el español

La primera controversia con la que el nuevo Delegado de las Artes de Madrid, Fernando Villalonga, ha tenido que lidiar la ha servido el Teatro Español. La exposición Camerinos, del fotógrafo Sergio Parra, con la que el teatro ha "invadido" la plaza de Santa Ana y su propia fachada -y sin que por el momento las fotos hayan sufrido el miedo al vacío de los grafitteros- incluyó una fotografía "ofensiva para los sentimientos religiosos". El conflicto, originado en el Festival de Mérida el pasado verano, se repitió en Madrid, pero con otra suerte: Villalonga decidió a favor del artista y del teatro.



-Ya no están Alicia Moreno y Ruiz-Gallardón, quienes le propusieron y nombraron...

-... siempre he creído que Alicia y el alcalde me propusieron y me contrataron (acentúa la palabra). Contratar es más importante para mí que nombrar.



-¿Pero va a continuar?

-Siempre he hablado de la República del Teatro. Es muy bueno que los ciclos de elecciones políticas no coincidan con los artísticos. Estamos aquí, siguiendo el compromiso, y tiempo habrá de que se manifiesten las nuevas personas de Cultura del Ayuntamiento .



-¿Se ha reunido con Fernando Villalonga?

-Sí, hemos comido. Ahora estoy centrado en el estreno y lo que tenga que ser, será, de una manera civilizada.



-¿Cuándo vence su contrato con el Ayuntamiento?

-Tengo un contrato todavía pero permítame que de estas cosas, hasta que yo no las tenga habladas con el Delegado, no las ventile aquí. Él me ha dicho, estrena y luego ya hablaremos. Así que lo dejamos para otra entrevista.



-Un contrato top secret. Hablemos entonces de lo que ha conseguido en el Español.

-He intentado que fuera un teatro vivo, de calidad, abierto a un concepto amplio de las artes escénicas y con invitaciones a compañías privadas. Tuve mucho interés en abrir la sala pequeña, para autores contemporáneos y, también las de El Matadero, que es un espacio que exige producciones adecuadas. Un teatro público no solo sirve para hacer teatro, tiene que estar en contacto con la sociedad y lo hemos logrado, por los niveles de asistencia. A veces aciertas con la programación, otras te equivocas.



Donnellan por Maggi Smith

-¿Y qué queda pendiente?

-Me gustaría hacer una revisión de la dramaturgia española de los años 50. Y, por otro lado, creo que hay que adaptar el edificio al siglo XXI, tiene que crecer interiormente. Hemos cambiado muchas cosas: la dotación técnica es impresionante y hemos abierto dependencias para que artistas y técnicos estén más cómodos. También hemos reformado la sala de ensayos, que es espléndida. En el futuro deberían abrirse nuevos espacios dentro del edificio.



-Como admirador del teatro anglosajón recuerdo que cuando llegó anunció que organizaría talleres impartidos por artistas ingleses, llegó a decir que traería a Maggie Smith. No la hemos visto.

-El teatro anglosajón es muy avaro de sí mismo, le cuesta salir. No hemos traído a Smith, pero, Declan Donnellan, que dirige una compañía paradigmática, cada vez que actúa aquí imparte cursillos. Y también Claudio Tolcachir, y Daniel Veronese, y John Strasberg.



-También dijo que quería que los espectáculos giraran.

-Se han hecho más giras de lo que parece, pero menos de las que me hubiera gustado.