El dramaturgo irlandés Brian Friel

Juan Pastor, director de escena y "resistente" en la sala Guindalera del barrio madrileño de Properidad, estrena la cuarta obra que hace del irlandés Brian Friel (Killyclogher, 1929): Faith Healer, que ha traducido como El fantástico Francis Hardy, curandero. Pastor dirige este nuevo título tras el éxito de Tres años, "un cóctel escénico sobre el teatro y los cuentos de Chéjov" que todavía puede verse este fin de semana y con el que la compañía ha llegado hasta las cien representaciones. Última oportunidad.



Hasta ahora, Pastor ha dirigido en Madrid tres de las obras más populares del irlandés Brian Friel, uno de los dramaturgos más relevantes del teatro anglosajón actual. Llevó a escena El juego de Yalta, Molly Sweeney y Bailando en Lughnasa, o sea que ha demostrado con creces su devoción: "Friel es muy representado en su país y en el Reino Unido. Es un autor clásico en la forma y muy poético. Para mí, es el Chéjov contemporáneo, por su capacidad para comprender al hombre y para indagar en el alma humana".



Uno de los temas habituales de Friel es la fragilidad de la memoria, lo distintos que pueden llegar a ser los recuerdos de varios personajes sobre una situación compartida. En El fantástico Francis Hardy aborda este asunto, pero para reflexionar también sobre el arte y lo frágil que es la capacidad creativa. "A veces nos preguntamos cómo es posible que genios como Picasso tuvieran comportamientos tan reprochables moralmente, por ejemplo, con las mujeres. El artista, y por extensión el ser humano, es capaz de las cosas más hermosas, pero también de las más terribles". Concebida como un espacio de reflexión sobre este asunto, la obra de Brian presenta a tres personajes -que interpretan María Pastor, Bruno Lastra y Felipe Andrés-, que cuentan sus recuerdos sobre una misma serie de hechos. "Planteamos un conflico y mostramos cómo cada personaje tiene su visión verdadera pero distinta de las demás. Al final, es el público quien se hace su composición", añade. Metáfora sobre cómo las musas inspiran, abandonan y, a veces, destrozan al creador, o de cómo cualquier don espiritual o artístico puede ser un maleficio y una bendición.