Escena de la obra
Ahora, en un ejercicio de iconografía religiosa y popular, Hugo Pérez ha afrontado un auto sacramental, Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama. En términos estrictos es más un relato evangélico pero tiene ecos de Auto; y un subtítulo a la manera clásica: "Santo Retrato de Gabriel y María en seis jornadas que hacen siete con el glorioso epílogo a modo de Auto Sacramental. Sorprende, ya en un siglo XXI descreído y patético, el fervor que puede suscitar en la sala Tribueñe, el milagro inconsútil de la virginidad de María y del nacimiento de Cristo. Sala llena entre el silencio reverencial de una misa. Hugo Pérez es un místico laico y quienes ven Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama se sienten cautivados por esa mirada poemática.
No hay título inocente y este alude por un lado a la fragilidad creadora de la belleza y por otro a una contemplación abstracta, cuando surge la violencia de una fractura: la rama sustentadora. No hay retórica en este título, hay una estética y una poética. A esa caligrafía contribuye el diseño de luces, la recreación de un cuadro de Santiago Martínez como espacio escénico. Y el piano de Mikahil Studyonov. La interpretación se sujeta a la iconografía sacra, popular, genuina del texto: vestuario, gesto y entonación en el ámbito de un teatro popular, religioso y arcaico. M. Ángeles Pérez-Muñoz, Badia Albayati, Candela Pérez, Iván Oriola, Adolfo Nieto y Carmen Rodríguez de la Pica forman el elenco.