Image: Fiesta melómana en el matadero

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Fiesta melómana en el matadero

Azealia Banks y Two Door Cinema Club incendian el festival Día de la Música

25 junio, 2012 02:00

Azealia Banks, durante su concierto en el Matadero.

El festival Día de la Música hace honor a su nombre: un ambiente contagioso de celebración inunda el patio y las naves de Matadero Madrid. Una buena muestra de ello es lo que sucedió poco después de las 8 de la tarde. El sol pegaba fuerte, pero el mercurio se dilató aún más cuando saltó al escenario de Radio 3 la neoyorquina Azaelia Banks, tan explosiva como su festiva mezcla de hip hop y house zumbón con letras explícitamente sexuales. Aún sin disco editado, la jovencísima rapera de Harlem alcanzó fama internacional gracias a su single 212. Enfundada en un short rojo a lo pin-up y flanqueada por dos bailarinas hiperbólicas, Banks desató la euforia del público con un breve pero intenso concierto de 40 minutos en el que dejó claro que va a dar mucha guerra los próximos años.

Tras el desenfreno de la promesa femenina del rap, el comedimiento y la originalidad de James Blake. El británico congregó a la audiencia más indie del festival, fácilmente reconocible por su vestimenta -primer premio para unos zapatos de fieltro azul con suela gorda de rockabilly combinados con calcetines verdes de rayas-. Aclamado por su inteligente mezcla de soul y dubstep (con más dub que step) y su riqueza vocal, Blake interpretó, sentado ante un sintetizador y un piano electrónico, las canciones de su disco homónimo, entre las que destacaron Unluck, A Case Of You y Limit To Your Love. De los dos excelentes músicos que le acompañaban, uno manejaba la batería y la caja de ritmos, mientras que el otro creaba adornos con la guitarra y lanzaba bucles preprogramados desde un sampler. Juntos crearon una atmósfera ligera y delicada, marco perfecto para disfrutar de los últimos rayos de sol.

Pasadas las diez de la noche le llegó por fin el turno a los cabezas de cartel, los irlandeses Two Door Cinema Club. Tocaron los hits -es decir, todas las canciones- de su primer disco, Tourist History, y adelantaron algunas canciones del siguiente, que por lo que pudimos oír seguirá la senda melódica, enérgica y bailable del anterior. Si el público estaba ya de por sí entregado, habría que usar la palabra "fiesta" con mayúsculas para describir los momentos en que sonaron Something Good Can Work -sólo faltó el confeti-, I Can Talk y What You Know.

The Raveonettes tocaron en el escenario Spotify de la nave 16, donde se hace patente que la acústica es lo último en que pensó el arquitecto de un espacio diseñado para dar matarile. Una deficiencia que emborrona un sonido que ya viene de serie con toneladas de distorsión y reverb. A pesar de ello y de que Sune Rose Wagner venía tocado de salud, los daneses ofrecieron una buena descarga de potencia sobre las estacas que iba clavando el baterista y, por momentos, uno se preguntaba cómo es posible que sólo tres personas hagan tanto y tan buen ruido, sin apenas mover los músculos del brazo y, en el caso de Sharin Foo, las puntas de su peinado de Cleopatra en versión platino.

Fuera, en el escenario Rtve.es, los miembros de La Casa Azul, liderados por Guille Milkyway, aceptaban y cumplían con creces el reto de mantener la fiesta por las nubes tras Two Door Cinema Club. Con La revolución sexual, todo un himno del pop divertido y sin complejos, echaron el cierre al primero de los dos días grandes del festival.