Image: El laberinto de la pareja a escena

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Escenarios

El laberinto de la pareja a escena

El dramaturgo y novelista Fernando J. López refleja en la Sala Triángulo el intercambio dialéctico y el reparto de culpas entre César y Eloy, a punto romper su relación

15 agosto, 2012 02:00

Cuando fuimos dos, interpretada por Doriam Sojo y Felipe Andrés


César y Eloy quedan en el apartamento que alquilaron cuando eran felices juntos. Ahora sólo está la cama y un montón de cajas con las pertenencias de cada uno. Su relación se ha roto pero hay que organizar conjuntamente algunos detalles 'logísticos' para que la separación sea definitiva. Estamos en el punto de partida de Cuando fuimos dos, obra de teatro escrita y dirigida por Fernando J. López, que se podrá ver en la Sala Triángulo todos los próximos sábados hasta el seis de octubre, tras su éxito de público (todas la funciones a rebosar) que tuvo en los festivales La Alternativa y Visible.

Esa cita debe ser la puesta en escena del final. El encuentro da pie de nuevo a una conversación entre ambos. Un intercambio dialéctico, más bien, en el que esgrimen sus razones, intentando cada uno trasladar la culpa de la ruptura al otro. Recorremos en constantes saltos al pasado la evolución de su historia en común: el ardor de los comienzos, desbocados en el sexo; la decisión de irse a vivir juntos; la convivencia y las primeras disputas; los celos y la inseguridad; la confusión de sus sentimientos y el desmoronamiento de la relación. Una secuencia tan universal que podría estar escrita en un manual de instrucciones, válido para las diversas fórmulas de emparejarse: chico-chico, chica-chico, chica-chica. Pero tras el cruce de reproches habitan todavía emociones que fueron en su día muy potentes y que, por supuesto, no están desactivadas por completo. Así que la discusión aún puede ser el preludio de un brote de complicidad, la última esperanza de salvar los muebles.

El público asiste a la obra como a un partido de tenis. "La ruptura de una relación suele deberse a causas muy complejas y múltiples, que pueden mirarse desde diversas vertientes. En Cuando fuimos dos quería que los dos puntos de vista tuvieran la oportunidad de explicar sus motivos y que fueran los espectadores los que decidiesen de qué lado estaba la razón. Aunque lo que pasa es que al principio piensan que el culpable es uno, luego que es el otro y, al final, que lo son los dos o ninguno de los dos", explica Fernando J. López.

César y Eloy, interpretados por Doriam Sojo y Felipe Andrés, pertenecen a mundos alejados. El primero trabaja como vendedor en la sección de música de unos grandes almacenes, es un seductor, le encanta salir y los impulsos físicos tienen una fuerte influencia en sus decisiones. El segundo es escritor, que poco a poco se va haciendo un hueco en el gremio literario, mucho más reservado, y son los sentimientos, sobre todo, los que le marcan el camino. Podría decirse que su fracaso está cantado de antemano. Pero Fernando J. López no lo ve así: "Las parejas de personas muy parecidas pueden resultar grises y tienen más probabilidades de caer en la monotonía. Esas diferencias se pueden superar. Lo fundamental es esforzarse en conocer al otro, que es algo que no siempre queremos hacer. No podemos esperar que nuestra pareja sea una duplicación de nuestro propio yo".

El problema es que no terminan de crecer juntos, de abrirse el uno al mundo del otro. "A César, por ejemplo, le empieza a turbar la envidia cuando ve que Eloy va logrando cierto éxito en su trabajo de escritor. Por otra parte, a Eloy le gustaba que César fuera un seductor, pero cuando empieza a dormir en la misma cama con él ya no le gusta tanto, claro". Los celos envenenan la convivencia. Cada uno espía el móvil del otro, entran en los perfiles de Facebook y ven nuevos amigos que desconocen y de los que desconfían, miran en el whatsapp la hora en que ha sido utilizado por última vez.

Comienza la psicosis, alimentada por la realidad 2.0 en que vivimos, donde la pareja tradicional (léase fiel) figura casi como un anacronismo. "Las nuevas tecnologías han introducido en las relaciones sentimentales muchas más voces. Un ejemplo es la pareja en el restaurante cada uno con su móvil chateando con otros amigos. Cuando fuimos dos plantea si existen otras formas de concebir la fidelidad desde otro punto de vista distinto del tradicional, que parece superado. Lo más importante es respetar lo que se haya pactado. Lo que pasa es que muchas veces no sabemos exactamente cuáles son los términos del pacto".

Y se pacte lo que se pacte, ¿el amor dura tres años?

-Es un poco grandilocuente ponerle una fecha de caducidad concreta. Su duración depende la voluntad de ambos. De ella depende el límite, que puede ser ilimitado. ¿Por qué no?

Pues eso: ¿por qué no?