La primera vez que se apagaron las luces del Liceo fue durante el estreno de La valquiria de Wagner en 1899.

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  • Rara vez la Orquesta y el Coro de Bayreuth han abandonado la Festspielhaus para predicar la música de Wagner lejos de la verde colina. Pero han querido las directoras del prestigioso certamen, las biznietas del compositor Eva Wagner-Pasquier y Katharina Wagner, que sus huestes visiten desde mañana y hasta el 6 de septiembre el escenario del Liceo. Ocurrió una vez en 1955, y entonces el coliseo barcelonés logró lavar la cara a la cita wagneriana tras su interrupción (y mala fama) durante la II Guerra Mundial. "Esta nueva visita es, sin duda, un prólogo excepcional a la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Wagner en 2013", celebra Joan Matabosch, director artístico del Liceo.







    El Festival se asoma a Barcelona con la versión de concierto de tres grandes títulos del tótem germano: El holandés errante (1 y 4 de septiembre), Lohengrin (2 y 5) y Tristán e Isolda (6). El director alemán Sebastian Weigle, el que fuera cuatro años titular de la Orquesta del Liceo y una de las batutas habituales de la colina sagrada, empuñará la batuta en El holandés errante y Lohengrin, mientras el maestro austriaco Peter Schneider, que tuvo un papel crucial en el Liceo de los años ochenta y noventa, se ocupará de la leyenda medieval de Tristán y la princesa irlandesa en el concierto de clausura. "La devoción del público catalán a la figura Wagner ha estado asociada no sólo a la excepcionalidad de su música sino también a la transformación revolucionaria que ejerció sobre la ópera en su época. Esta transformación no era sólo musical sino que afectaba a la concepción de la ópera como forma de arte". Así, la primera vez que se apagaron las luces de la sala de La Rambla fue precisamente durante el estreno en 1899 de La valquiria. "Hasta entonces se discutía si era un derecho del público prestar atención al espectáculo o a los acontecimientos de los palcos colindantes. La valquiria acabó con los hábitos mundanos de la burguesía de la época y a partir de entonces quedó claro para todo el mundo que al teatro se iba para ver y escuchar lo que sucedía en el escenario y en el foso de la orquesta fuera quien fuera el compositor que se estaba interpretado. Pero, para comprenderlo, para dar ese paso, en su día necesitamos a Wagner".



    Se ha convocado para la ocasión a más de doscientos intérpretes, seleccionados entre los mejores músicos de orquesta y cantantes de coro de Alemania, garantizan la calidad de las tres óperas. "Estamos hablando de profesores y cantantes excepcionales procedentes de diversas orquestas y coros internacionales que se reúnen sólo durante la programación Bayreuth. De ahí que no sea posible ofrecer una representación escénica de los títulos. No habría tiempo de trasladar los decorados desde Alemania, ni por supuesto de adaptar, ensayar y estrenar la producción en Barcelona con dos días de diferencia". Para representar en el futuro una producción escénica de Bayreuth habría que repetir el modelo de 1955: traer los cantantes y la producción escénica, pero no a la orquesta y el coro. "Esto también es posible, pero es otra propuesta diferente de la que en esta ocasión ponemos sobre la mesa. Nos encantará repetir la experiencia, pero siempre será así: tendremos las masas estables de Bayreuth sin escena o tendremos la puesta en escena sin las masas estables de Bayreuth".