Raíces de ébano, de Manuela Carrasco.

"La Bienal es un proyecto de ciudad", "El flamenco, junto al jazz, es el género musical y dancístico más universal", "El flamenco no es 'patrimonio inmaterial de la Humanidad', como lo ha declarado la UNESCO, sino que, al menos en Sevilla, es un patrimonio absolutamente material", son algunas de las frases que repite, resaltándolas, Rosalía Gómez, flamante directora de un acontecimiento de primera magnitud fuera y dentro de nuestro país, como es la Bienal de Sevilla, que con setenta y una propuestas diferentes y en su decimoséptima edición, se desarrollará a lo largo del mes de septiembre, ocupando los espectáculos y conciertos espacios tan significativos como el Teatro de la Maestranza, el Teatro Lope de Vega, el auditorio del Hotel Triana, el Teatro Central, el Teatro Alameda, el Convento de Santa Clara, el Real Alcázar o el Monasterio de la Cartuja.



La programación se vertebra en ciclos que reflejan las realidades del flamenco de nuestro tiempo, mostrando su diversidad y la riqueza de sus múltiples formas: Literatura bailada, obras sobre textos de Shakespeare, Fernando de Rojas, Miguel Hernández o García Lorca; Ecos del Oriente, con ejemplos de danzas, en especial de la India; Una ciudad para el flamenco, ofreciendo representaciones callejeras, con la utilización, básicamente, de las numerosas y bellísimas plazas de la capital andaluza; Flamenco y otras artes, en colaboración con la Universidad Internacional de Andalucía y el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo; Flamenco integrado, una aproximación al ámbito de la discapacidad; Flamenco que viene, con el fin de promocionar a los nuevos artistas; El flamenco de viva voz, compuesto por recitales de cante y guitarra, y 100 años de cante, donde se dan la mano figuras venerables y jovencísimas promesas.



Pepa Montes durante su espectáculo Una mirada hacia dentro

La Bienal de Sevilla abre sus puertas el 3 de septiembre con el espectáculo Raíces de ébano, protagonizado y coreografiado por la reina del baile gitano Manuela Carrasco, que ha querido rodearse de cuatro cantaores de su misma etnia, todos ellos figuras de enorme prestigio, maestros indiscutibles, que en algún momento de sus trayectorias profesionales han compartido cartel con ella: Pansequito, Juan Villar, El Pele y Enrique el Extremeño. Otra bailaora veterana que acude este año a la Bienal es Pepa Montes, representante en activo de la mejor escuela sevillana tradicional. Una mirada hacia dentro es el título de su espectáculo, donde está secundada a la guitarra por su marido, Ricardo Miño, de rotunda formación clásica y trianera, especialista en acompañar el baile y el cante, aunque es también un destacado concertista.



Talento joven

Pero como declara su directora, "la Bienal vuelve a apostar fuerte por los jóvenes valores del arte flamenco. Lo hace por el firme compromiso y sentido de la responsabilidad que le otorga el ser el festival flamenco de referencia en todo el mundo". En ese contexto se enmarcan, entre otros, dos títulos representativos: Rosa metal ceniza, de Olga Pericet, y De flamencas, producido, dirigido, coreografiado y protagonizado por Marco Flores. Rosa metal ceniza, que ya ha obtenido sonados éxitos en otras muestras, es una deslumbrante alternancia de poéticas que tiene como finalidad el espíritu mismo del baile, aunque sean distintos sus lenguajes: flamenco, danza contemporánea y clásica. Sucesión y conversión, metamorfosis y mutaciones en una dinámica sugerente, sin que Pericet detenga en ningún momento su discurso, pero transitando por dimensiones expresivas cambiantes.



Rosa Metal Ceniza, de Olga Pericet

Marco Flores montó De flamencas como homenaje y reconocimiento a la presencia femenina en la escena flamenca. Solo y rodeado de bailaoras, mujeres guitarristas, cantaoras y palmeras, la danza de Marco, creativa y sorprendente, surge como empujada por la energía de sus compañeras de escenario en una ininterrumpida sucesión de imágenes brotadas en muchos casos de la brillante improvisación.



Dificultades económicas

Dar vida a un proyecto como la Bienal es siempre un ejercicio complejo y lleno de dificultades que requiere voluntad, conocimiento, actitudes resolutivas y una capacidad que supere cualquier atisbo de desaliento. "He hecho lo que he podido", manifiesta Rosalía Gómez, "para estructurar un festival intenso. En años difíciles no podemos amilanarnos ni ser pesimistas, porque una iniciativa de esta naturaleza, consagrada y con una brillante historia, es algo que repercute más allá de nuestras fronteras. Los profesionales deben tener en cuenta que la Bienal, en las actuales circunstancias, ya no es la hermana rica, la gran amamantadora de todo el flamenco. Estamos padeciendo las mismas carencias y similares problemas que el resto del país, pero tenemos la enorme suerte de contar con muchísimos artistas de gran nivel, y los creadores siempre crean, vengan los vientos como vengan".



Entre el labio y el beso, de Eva Yerbabuena

Más espectáculos

Carmen Linares con Oasis abierto. Miguel Hernández flamenco, Israel Galván con Solo, Mercedes Ruiz con Perspectivas, Rafael Riqueni, Duquende, Diego Carrasco, María Pagés con Utopía, Arcángel, Marina Heredia, Sara Baras con La Pepa, Raimundo Amador, Remedios Amaya, Manolo Franco, José Valencia, Aurora Vargas, Paños & Estévez, Gerardo Núñez, La Moneta, Shoji Kojima, Joaquín Grilo con La mar de flamenco, o Eva Yerbabuena, que en esta ocasión, entregada a la labor de joven y reciente madre, coreografía el espectáculo Entre el labio y el beso, sobre la música y la vida del compositor mexicano, amante del flamenco, Agustín Lara. Creado, dirigido e interpretado por el cantaor Segundo Falcón y el guitarrista Paco Jarana, en este original trabajo intervienen, además, la Orquesta Bética de Sevilla y, en el baile, Úrsula López y Moisés Navarro.



Efectivamente, como dice su directora, es un ciclo intenso, en el que a lo largo de 28 días hay dos, tres y hasta cuatro ofertas por jornada, con otros esperados estrenos, como Tuétano, de Andrés Marín, Jerez, con Luis el Zambo, La Macanita, El Torta y José Méndez, o Arrabales, de Javier Barón y Esperanza Fernández. Se cierra esta edición de la Bienal con La punta y la raíz. Un paseo por el baile de Sevilla, de Rafaela Carrasco, homenaje y resurrección de la danza de esa ciudad, donde también intervienen Belén Maya, Pastora Galván o Rafael y Adela Campallo, para culminar con la emocionante presencia en escena de Matilde Coral, Manolo Marín y José Galván, maestros de las esencias y glorias del mejor baile sevillano.