Foto: El Mundo.

La visita coincide con el 45 aniversario de 'La Velvet Underground and Nico', del que acaba de salir una edición especial

Era difícil asociar a Lou Reed con lo naif. Ni sus canciones ni su carácter agrio llevan a pensar que el músico, pura leyenda, posaría su mirada sobre un chucho recostado en la playa, sobre una puesta de sol tras un rascacielos o en el clásico retrato que trata de hundir al espectador en las profundidades de los ojos de un anciano. Pero, sí, Lou Reed es también ese fotógrafo casi amateur que goza del privilegio de exhibir sus imágenes por todo el mundo, ahora en la Cineteca, donde acaba de inaugurar su exposición con una de las ruedas de prensa más atropelladas que se recuerden. En un momento dado, entre respuestas monosilábicas y enfurruñamientos, un Lou Reed físicamente más castigado espetó a los periodistas:



-Es absurdo que sigan haciendo preguntas si no ven bien mis fotos. Voy a irme 20 minutos, mírenlas bien y luego pregúntenme si es que les sugieren algo.



Pero señor Reed, sus fotos están mudas. Son correctas, pero son planas. No hay un trabajo de fondo, no hay un discurso común, una correlación mínima (salvo quizás por la temperatura del color), aunque usted afirme que juntas hacen un poema, de ahí -suponemos- el título de la muestra, Rimas. Y, desde luego, no hay en ellas nada que recuerde a usted, a la Velvet, a su paso por The Factory ni a esa joven y valiente vocación que tuvo de trasladar al arte la gran novela americana, como lo hizo con la música, cuando puso a desfilar por sus letras a yonkis y a fracasados, a los peores desamores, a las ciudades más podridas. Con su vozarrón y esa forma de colgar sus palabras de un camión, arrancar y arrastrarlas por la grava y, sobre todo, con su a veces forzado mal humor, Lou Reed intenta defender que arte y música son dos cosas diferentes.



-Sus canciones son mucho más sórdidas que sus fotografías.

-¿Quién dice eso?



-Me lo parece a mí.

-Es que son dos cosas distintas. Las canciones hablan de la realidad del mundo, así es como yo lo veo. Las fotografías sólo tratan de captar la belleza, no hablan de cosas malas.



-¿Le preocupa lo que la crítica diga de sus fotografías? ¿Qué imagen le devuelven los medios y los especialistas cuando se trata de su arte?

-¿Qué puedo hacer ante eso? Estoy expuesto a ello, no puedo hacer nada para evitarlo. ¿Qué es lo que tendría que hacer al respecto? ¿No enseñarlas? ¿Preocuparme? ¿Me preocupa que todo el mundo me quiera? ¿Crees que quiero que me digan "te queremos, amamos tus fotografías, queremos nombrarte nuestro rey"? No, gracias, no tengo interés en ser vuestro rey.



No es verdad, al neoyorquino se le transparenta su propio personaje con demasiada frecuencia, su autoconciencia de mito. Intenta ocultarlo o hacer que parezca que no le importa, pero sus maneras de estrella (tráeme un café, quiero parar a comer, contemplen mis fotos para hacerme preguntas dignas de ellas) le delatan. Y más tarde, en cambio, saca a pasear la modestia en el arte. Y luego, la soberbia en la música. Aclárese.



-¿En qué nivel cree que está en su trayectoria como fotógrafo?

-Estoy en el comienzo. No hay forma de que esté en el nivel avanzado, nunca lo estaré, es muy difícil para mí. Puedo leer manuales, intento encontrar gente que sepa orientarme y trato de aprender. Pero nunca podré ser un experto.



-Bueno, es una forma de no perder la espontaneidad, ¿no?

- No la pierdo, no aprendo lo bastante como para perder la frescura. Tampoco sé leer la música, así que figúrese. ¡Ups!



-¿Y cómo se las ha venido arreglando?

-Solía grabarme con una grabadora de casette, escuchaba la canción en mi cabeza y luego la metía ahí. Ahora grabo con un aparato digital, un poco mejor que tu teléfono, es un pequeño cacharro muy sofisticado que me permite trabajar de la misma manera. Es bastante increíble, tiene sus propios altavoces y todo.



Así que en la música le da el visto bueno al mundo digital, pero no en las fotografías. Las suyas, entre las que figuran algunas hechas en España, están libres de tratamiento, o eso promete él: "Mire la portada de mi catálogo, eso no es Photoshop, es lava de volcán", apunta mientras sostiene su pequeña Leica, la cámara que debía tener Dios, según sus palabras. Las fotos hechas con móviles, continúa, nunca serán arte, aunque admite las bondades de la revolución Instragram, con la que hoy cualquiera puede hacer fotos de apariencia profesional:



-La verdad es que es increíble, esta cosa le está dando a la gente la oportunidad de cambiar fotos entre unos y otros, es algo totalmente nuevo. Bien por eso, bingo. Haces una fotografía y ¡bum! ya está allí. No creo que sea malo, me parece que, al contrario, hace que más gente tenga interés por la fotografía, porque el mismo programa para la cámara tiene ese tipo de posibilidades. Esto no pasaba antes, ahora la gente está aprendiendo de edición y tal vez más tarde pueda interesarse por comprar una cámara de verdad.



Abordadas sus consideraciones sobre la fotografía y el arte, con Reed hay que volver a la música. No ha aclarado muy bien qué razones le han obligado a cancelar el concierto que iba a ofrecer en España junto a su mujer, Laurie Anderson, aunque sí ofrecerá un recital de poesía este sábado a las 13 horas en el Teatro Español. "No se daban las circunstancias para dar el concierto, aunque estoy deseando volver, ahora tenemos unos conciertos muy bonitos de música improvisada y nos encantaría hacerlo aquí", ha dicho, aunque ha dejado caer que esos motivos suyos están relacionados con la coyuntura que azota España.



-¿Es consciente de cómo está la cosa por aquí, por eso ha cancelado el concierto?

-No soy de aquí, no sé mucho de lo que pasa en España. Nosotros hemos ocupado Wall Street, soy parte de eso. Supongo que todo esto, aquí y allí, va en un 99 por ciento de que no hay trabajo, no hay un lugar en el que vivir, no hay nada. Pero no sé lo suficiente, desconozco los detalles, así que no puedo pronunciarme. Lo único que puedo decir es que nunca quiero ver a la policía pegándole a la gente joven, nunca.



Bien, en esta última pregunta se divisa mejor al Lou Reed de siempre, al de la Velvet, al primer punk. Entre tanto café y tanta fotografía de setentón semijubilado, a uno se le olvida que tiene delante al hombre que publicó The Velvet Underground and Nico hace ahora 45 años. ¿Ve lejos Lou Reed aquellos años? ¿Se alegra de que, todavía hoy, vean la luz ediciones especiales, vinilos, remasterizaciones, merchandising y cajas "superdeluxe" como la que acaba de editar Universal Music? Ahí va la respuesta:



-La Velvet es el mejor grupo en el mundo, nadie jamás llegó a acercarse siquiera, ni llegará a hacerlo.



-¿Y cómo le gustaría ser recordado? ¿Por la música? ¿Por aquella parte de su carrera?

-Como una persona honorable, sin más.