Pierre Boulez. Foto: Philippe Gontier

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  • El Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea ha sido concedido en su quinta edición a Pierre Boulez, según el acta del jurado, por "ser no solo un compositor de primer nivel que mira con determinación hacia el futuro, sino también una personalidad comprometida en todos los aspectos de la reflexión y la transmisión de la música". Y añade: "El conjunto de sus actividades revela su agudo sentido de la responsabilidad intelectual y social como artista en la época moderna".



    Esta mañana, en la rueda de prensa en la que se ha dado a conocer el fallo, Boulez ha mostrado su satisfacción por recibir el galardón y por el hecho de que se reconozca la Música Contemporánea en una familia de premios que incluye otras categorías dedicadas a la ciencia: "La ciencia y la música son al fin y al cabo dos formas del pensamiento y siempre he estado a favor de su unión".



    Pierre Boulez (Montbrison,1925) fue una de las figuras centrales de la llamada "Vanguardia Histórica" surgida en los años 50 en Darmstadt (Alemania), y constituida, junto a él, por compositores de la talla de Stockhausen, Berio, Ligeti y Nono. A Boulez se le considera el nexo entre sus maestros, su generación y los compositores actuales. La trayectoria del premiado está marcada por tres aspectos estrechamente relacionados entre sí y que el jurado ha destacado. El primero es el Boulez compositor, pensador y pedagogo, cuyas obras y escritos representaron un cambio radical en la forma de entender la música y que forman parte del repertorio contemporáneo: Penser la Musique aujourd'hui (1964), Relevés d'apprenti (1966), Par volonté et par hasard (1975), Points de repère (1985) son algunos ejemplos de su legado en esta faceta. "Desde el principio de su trayectoria, Pierre Boulez abrió nuevas perspectivas musicales, renovó el pensamiento y la escritura desde sus fundamentos, realizando una síntesis crítica del pasado reciente e integrando algunos aspectos de músicas no europeas", explica el acta. Preguntado por la aceptación de la música contemporánea por parte de públicos amplios, Boulez ha contestado que no se debe dejar de ofrecer música contemporánea por el hecho de que no sea mayoritaria: "Hay que ampliar el repertorio y no temer al público".



    El segundo es el Boulez director de orquesta, que le ha llevado a los festivales de Bayreuth (1966 y 1976), Donaueschingen, Salzburgo, Berlín o Edimburgo, y a dirigir como titular de grandes orquestas: Cleveland (1967), Chicago (1995), la Filarmónica de Nueva York (1971-1978), la BBC de Londres (1971-1975), y una larga lista. De esta faceta, el jurado destaca que, "como director de orquesta no sólo ha defendido a los compositores contemporáneos sino que también ha renovado el repertorio orquestal y ha redefinido la programación de conciertos, con el fin de conducir al público hacía una nueva comprensión de la música". "La dificultad de mi vida es que en realidad vivo dos vidas. Tengo la vida de un compositor, que es creatividad pura, y tengo la vida de un intérprete que consiste en reproducir algo ya creado anteriormente (…). Lo más complicado de mi vida es encontrar tiempo para las dos cosas. Si me dijesen que no voy a dirigir más… no me importaría tanto, lo importante para mí es componer. Si me dijesen en cambio que ya no voy a componer más, que sólo voy a dirigir, entonces me harían muy infeliz porque matarían una parte de mi creatividad", explica Boulez.



    Pero queda una tercera faceta: el Boulez institucional, generador de grandes proyectos de investigación y desarrollo musical de nuestro tiempo, como el Institut de Recherche et de Coordination Acoustique/Musique (Ircam), el Ensemble Intercontemporain, la Cité de la Musique, o la Ópera Bastilla. Boulez, afirma el acta, "ha contribuido al acercamiento entre la investigación científica, la composición y la práctica musical a través de la creación conjunta del Instituto de Investigación y Coordinación Acústico Musical (Ircam), y el Ensemble Intercontemporain, primer ensemble estable de música contemporánea". El premiado matiza las diferencias entre la creatividad científica y la artística: "En la ciencia existe el progreso. Lo que los científicos hacen ahora es más concreto que lo que hacían en el siglo XVI, pero no porque sean más inteligentes, sino porque han nacido cuando la ciencia está más avanzada. En la música no hay progreso, hay cambio. Wagner no es un progreso respecto a Mozart, están en el mismo nivel de excelencia".



    Hitos musicales

    Pierre Boulez nació el 26 de marzo de 1925 en Montbrison (Loira). Inició estudios de Matemáticas en el Politécnico de Lyon, pero con diecisiete años se instala en París para dedicarse a la música. "Yo no tuve ninguna duda, sabía que estaba dotado para la música, más que para cualquier otra cosa, y me dediqué a ello de una forma casi magnética, sentía que tenía que hacerlo", recuerda. En París se formó con Olivier Messiaen -su gran maestro-, Andrée Vaurabourg y René Leibowitz, quien le introduciría en la técnica dodecafónica.

    Abanderó un cambio radical en la manera de pensar la música tras grandes compositores como Mahler, Schönberg, Stravisnky o Webern. Este cambio que Messiaen apuntó en el brevísimo y famoso estudio para piano Modo de valores e intensidades, pero que abandonó rápidamente, residió en la ampliación de la idea de Schönberg en relación al dodecafonismo y a la serie como principio armónico, que Boulez llamó "serie generalizada", y que consistía en la aplicación de los principios de transformación y combinatoria, no solo a las alturas, sino también a los ritmos, ataques e intensidades.

    En 1946, con solo 21 años, fue nombrado director musical de la Compañía Renaud-Barrauld, que introdujo el 'teatro total' en Francia y lo difundió por todo el mundo. Es en ese momento cuando Boulez comienza a componer desarrollando el serialismo integral. Desde comienzos de los cincuenta imparte Análisis Musical en los Cursos de Verano de Darmstadt, donde influye de forma decisiva en la vanguardia musical que surgió después de la II Guerra Mundial, ayudando a crear un nuevo lenguaje y técnicas musicales. En ese contexto académico y creativo se encuadra la obra que sella su creciente reputación: Le marteau sans maître (1955), con textos del poeta surrealista René Char. La instrumentación incorpora la percusión de tradiciones no occidentales, técnicas vocales variadas y texturas que tratan de experimentar otra forma de percepción del tiempo. En ella Boulez desarrolla su idea de proliferación y multiplicación del material a través de un conjunto de matrices que se entrelazan con un discurso extremadamente fragmentado de cortas figuras rítmicas y tímbricas que crean una continuidad discontinua, totalmente novedosa para la época en que fue escrita.

    Durante los años sesenta se consolida su prestigio como director de orquesta, primero en París, luego en Los Ángeles, Bayreuth, Japón y, a partir de 1967, como director invitado en la Orquesta de Cleveland. En 1969 es nombrado director de la Orquesta Sinfónica de la BBC, que durante años compatibiliza con la dirección de la Filarmónica de Nueva York, donde sucedió a Leonard Berstein. Simultanea su labor con la batuta con cursos de dirección en Basilea y la publicación de obras de influencia decisiva en la conformación de la estética contemporánea: Penser la musique aujourd'hui y Relevés d'apprenti.

    En 1976 dejará las orquestas británica (y en 1977 la estadounidense), para centrarse en su faceta institucional y poner en marcha el Institut de Recherche et de Coordination Acoustique/Musique (Ircam) que funda y dirige hasta 1991. Ese mismo año crea el Ensemble Intercomtemporain, que no solo se especializa en la interpretación de música contemporánea, sino que impulsa la creación musical mediante encargos a creadores de todo el mundo seleccionados por un comité integrado por compositores, musicólogos y profesionales de referencia.

    Del repertorio sinfónico, algunas de las obras claves de su catálogo son Visage nuptial (1946-1989) para soprano, contralto, ondas Martenot, piano y percusión, característica work in progress de Boulez, que a lo largo de los años ha generado diversas versiones: Visage nuptial (1951) para soprano, contralto, coro de mujeres y orquesta; y la versión definitiva (1985-1989) para soprano, mezo-soprano, coro y orquesta.

    Durante la primera década del siglo XXI, Boulez ha continuado con su prolífica actividad como director, además de tomarse un par de periodos sabáticos para componer y estrenar Dérive 2. En 2005, coincidiendo con la celebración de su 80 cumpleaños, fue nombrado miembro honorario de la Gesellschaft der Musikfreunde Wien, de la Wiener Philharmoniker y director honorario de la Staatskapelle Berlin.