Llega un nuevo concurso de talentos. Y no está contaminado por la grotesca tiranía del share ni el sacacuartos de los SMS porque, ¡aleluya!, no es de televisión. Este es serio y cuenta con cuatro categorías: teatro, danza, cabaret/circo y musical. Se llama Talent Madrid y se celebra del 21 de febrero al 2 de marzo en los Teatros del Canal.
Hace varios meses el teatro público de la Comunidad de Madrid que regenta Albert Boadella publicó la convocatoria en los medios sociales. En un vídeo de dos minutos, los participantes debían vender su proyecto. Así lo hicieron 455 aspirantes, de los que 348 pasaron a la fase de votación -popular y experta-.
La fase "digital" del concurso ha sido patrocinada por TalentHouse, una plataforma online donde artistas de todo el mundo llevan ya varios años dándose a conocer, intercambiando ideas y creando sinergias. En esta red social la mayoría de los proyectos pertenecen al ámbito de las artes plásticas, la fotografía, el cine, la moda y la música, pero hasta ahora no había ninguno de artes escénicas, explica Mónica Hamill, la creadora de Talent Madrid.
Hamill es una productora y directora de escena británica que vino a estudiar y a vivir a España en los noventa y desde entonces tiende puentes entre los dos países con su trabajo. "Desde hace dos años quería hacer un concurso de talentos que diera a conocer nuevos profesionales y nuevos proyectos que normalmente no tienen la ocasión de salir a la luz, añadiéndole el ritmo y el pulso de los festivales", asegura. Tiene la intención de que Talent Madrid sea el proyecto piloto de una andadura internacional: "La siguiente edición tendrá lugar en Londres, pero aún tenemos mucho que concretar".
De los 60 finalistas, 10 han sido elegidos por votación popular a través de las redes sociales, pero con este método no siempre sale elegido el mejor, sino el que más amigos virtuales tiene, así que los 50 restantes han sido propuestos por un jurado del que forman parte Albert Boadella y otras personalidades de la escena, como Paco Mir, José Ramón Encinar, Donald B. Lehn y Rafael Bonachela. Todos los seleccionados tendrán que llevar a la Sala Verde de los Teatros del Canal una versión de 8 minutos de su propuesta durante los días del festival, que se presentará ante el público general. Habrá un finalista en cada modalidad, con un premio de 1.000 euros, y un ganador que recibirá 5.000 euros para desarrollar íntegramente su espectáculo y estrenarlo con toda la maquinaria pesada del teatro madrileño a su disposición.
Desde hace unos días los finalistas ensayan contrarreloj la versión corta de sus espectáculos en las instalaciones del teatro madrileño. Por allí se ha pasado hoy la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Ana Isabel Mariño, que ha visitado los ensayos de cuatro compañías acompañada por Boadella.
El talento se huele
Para Boadella, esta oportunidad que se brinda a nuevos talentos por descubrir es una parte importante de lo que debe ser un teatro público. "Uno de los problemas más graves de la gente que empieza es encontrar una brecha por donde aparecer públicamente con su trabajo. Que un teatro público como este, con unos espacios y unos medios de una calidad indudable ofrezca esta posibilidad es una forma fantástica de dar oportunidades a la gente", explica el director. Como miembro del jurado, su criterio a la hora de elegir a los participantes se ha basado, por una parte, en el respaldo popular que habían tenido en las redes -"hasta cierto punto"- y en la originalidad: "Hay mucha gente que copia de la realidad, de eso tratan las artes escénicas; pero hay gente que copia de copias de copias, sin aportar nada nuevo, y eso se nota al momento", asegura.
¿Pero cómo se descubre el talento? ¿Se huele? "Te voy a decir una chulería -se arranca Boadella-: solo con ver a alguien cruzar el escenario y decirme cuatro frases, soy capaz de acertar con un 90% de fiabilidad si tiene posibilidades o no". Pero aclara que este olfato no se debe más que a muchos años de experiencia y "a tantos y tantos fracasos, que ayudan más que los éxitos".
"Todos partimos de cero"
Pocos días antes del inicio de los ensayos, los organizadores reúnen a todos los participantes seleccionados. Se ven muchas caras jóvenes, casi todas desconocidas. Pero entre la multitud que espera en los pasillos de los Teatros del Canal para reunirse con los organizadores y hablar sobre las necesidades técnicas de sus proyectos, nos topamos con Tristán Ulloa. Es el director de En construcción, una obra de teatro escrita y protagonizada por su pareja, Carolina Román, junto a Nelson Dante. Los dos son argentinos e interpretan a una pareja que vino a España dejando atrás el corralito y ahora se plantea volver a América ante la inminencia de una hecatombe similar aquí. "La obra llevaba escrita cinco años y comenzó como una pieza de microteatro. Pensamos que ésta era una buena oportunidad para darla a conocer y desarrollarla en profundidad. El hecho de que yo esté aquí es una cuestión de principios, porque todos partimos del mismo punto. No tengo ningún tipo de privilegio por tener un nombre, aunque a mí el nombre no me lo ha regalado nadie, dicho sea también; ni por tenerlo voy a dejar de tener opción a este tipo de concurso", explica Ulloa.
Unos metros más allá están Marina Perea y Rafael Jiménez, de Málaga. Se conocieron de pequeños, en el conservatorio de danza, y llevan bailando flamenco profesionalmente desde los 15 años. Su espectáculo se llama Querer no es poder y plasma los sentimientos encontrados que experimentan sobre el tablao: "Siempre se dice que el flamenco es un baile natural que sale de dentro, pero sin embargo estamos obligados a unos cánones estéticos impuestos en lo que se refiere a masculinidad y feminidad". Con este espectáculo, quieren romper tabúes sobre el papel que juega el género en la forma que el artista tiene de expresarse. "¿Por qué un bailaor no puede mover las caderas y la mujer está obligada a hacerlo?", se preguntan Marina y Rafael.
Música, canto, danza y teatro gestual confluyen en el espectáculo The Funamviolistas, de la compañía homónima formada por Ana Hernández, Mayte Olmedilla y Lila Horovitz, que tocan el violín, la viola y el contrabajo, respectivamente. La pieza multidisciplinar que han creado narra la historia de tres mujeres que son despedidas de sus orquestas, se encuentran y empiezan a construir un sueño juntas, donde hay espacio para Vivaldi, Rita Pavone, los tangos de Piazzolla, el jazz y el pop.
Malabares, acrobacias y un violonchelo son los ingredientes de Reencontradas, el proyecto de la compañía Cirkcello. La forman dos primas: Helen e Itziar, que llevaban tiempo queriendo hacer algo juntas, y esta convocatoria las ha empujado a hacerlo por fin. Se les ha unido Iván, un ingeniero aeronáutico que quiere dedicarse a la investigación y que lleva seis años como acróbata amateur. "La investigación y el circo tienen las mismas salidas: prácticamente ninguna", se lamenta este vitoriano. Helen viene de la escuela de circo Carampa: "En Madrid cada vez hay más compañías de circo y más espacios dedicados a este arte, pero paradójicamente las compañías de aquí tenemos que hacer muchos kilómetros porque aquí se contrata a las que vienen de otras ciudades y países".
Con una gorra de béisbol adornada con madroños circula por los pasillos Mario Martínez. Es la tarjeta de presentación de su proyecto, >#lasfiestasdelpueblo. Le acompaña Pelayo Rodríguez. Tienen 26 y 27 años y dirigen la compañía Artes Verbénicas. El nombre anuncia una buena capa de humor desmadrado, pero debajo de ella, una reflexión sociológica nada desdeñable: "Todos hemos vivido las fiestas de nuestro pueblo, aunque algunos pocos no tengan pueblo. Son un momento para desinhibirse, no pensar y pasarlo bien. Y en ellas de dan unas contradicciones y unos contrastes que llegan al surrealismo", explica Mario. "Hemos querido recuperar cosas del folclore trayéndolo a nuestro lenguaje y nuestra estética. La mayoría de los que vivimos en la capital somos de provincias y siempre queremos ser los más modernos, nos fijamos en Berlín, en el british style... ¿Por qué no ser lorquiano style?".
Todos los finalistas tienen una cosa clara: aunque no sean los vencedores, sacarán los espectáculos adelante sea como sea. Con los medios técnicos y la visibilidad de un escaparate privilegiado como este, lo tendrán sin duda un poco más fácil.