La pianista Mitsuko Uchida. Foto: Roger Mastroianni.

La pianista japonesa visita las salas de concierto de Alicante, Barcelona, Bilbao y Madrid acompañada de la Mahler Chamber Orchestra. Interpretarán los conciertos 'n° 17' y '25' del genio salzburgués.

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  • Los mozartianos de pro están de enhorabuena si viven en Alicante, Barcelona, Bilbao, Lisboa o Madrid, porque a esas ciudades viajan la pianista Mitsuko Uchida y la Mahler Chamber Orchestra. Empiezan su gira por la península ibérica el próximo martes y la terminan, precisamente en la capital, para el ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo, el día 19. En los atriles, únicamente los conciertos de Mozart n° 17 K 453 en sol mayor y n° 25 K 503 en do mayor. Dos obras maestras que seguro van a ser excelentemente servidas. Los mimbres son buenos.



    Se ha concedido, con toda justicia, a esta pianista japonesa el título de gran mozartiana. Viene años demostrando que es una de las que más y mejor ha trabajado la música del compositor salzburgués. Sus integrales para Philips de los Conciertos, con Jeffrey Tate, y de las Sonatas así lo avalan. Artista sensible, delicada, exquisita en sus maneras, de muy sólida formación, de inteligentes planteamientos, estudiosa y, en el fondo, emotiva, Uchida se acerca a esta música de manera serena, con un discurso en el que todo está soldado y ligado con naturalidad. Es amiga de rotundos acordes, nada camerísticos, plenos y redondos, aunque su pianismo es ligero como una paloma, elástico, sabiamente contrastado, de dicción variada y llena de sentido. Todo suele estar en su sitio sin acaramelamientos inoportunos. El estilo es límpido y poético. Características que confiamos puedan ser apreciadas en esta sesiones.



    No posee Uchida la nítida digitación, el sentido de los reguladores, la claridad expositiva y la transparencia tímbrica de, por ejemplo, Rudolf Serkin, el pianista vienés que dejara imborrables testimonios de conciertos mozartianos. A cambio,
  • Uchida nos coloca en el umbral de la silenciosa y callada efusión, que sirve también como directora
  • . En calidad de tal no llega a descender en todo momento a las profundidades dramáticas que a veces se solicitan, pero sabe equilibrar voces y planos y acentuar con encanto, sobre todo si el conjunto a sus órdenes posee la calidad que sin duda atesora la Mahler Chamber Orchestra. El resultado es un Mozart femenino, por decirlo así; o una hábil combinación de esta veta con la masculina.



    Porque en Uchida no hay, como se ha podido colegir, blanduras ni dengues. Dejó constancia de ello hace unos años en esta misma serie de conciertos de la Fundación Scherzo con un programa en el que, entre otras obras, figuraba la compleja Fantasía en do mayor de Schumann, que acometió por derecho, con tanta presteza y nitidez como sentido poético. La apariencia física de esta artista, nacida en Tokio en 1948, engaña: pese a su delgadez y su aire místico, posee una energía y un vigor incuestionables. Como tendrá ocasión de demostrar una vez más.