Juan Diego Flórez. Foto: Javier del Real.
Las tersas melodías de esta ópera, envuelta en el oropel de un falso exotismo, encajan bien con su voz de lírico-ligero, aérea, dúctil, tímbricamente penetrante, fácil y extensa. El abandono, el toque elegíaco que el cantante domina cada vez en mayor medida, son la esencia de este tipo de música, uno de cuyos principales reclamos es el conocido dúo entre el protagonista y el barítono Zurga, Au fond du temple saint. La caracoleante línea de pliega muy bien al fraseo y la cantabilità del peruano, que en esta oportunidad está muy bien acompañado por el barítono polaco Mariusz Kwiecien, de tan noble porte, bien conocido en la plaza por su Conde de Bodas de Fígaro, su Onegin y su Rey Roger. Con ellos está la soprano lírico-ligera Patrizia Ciofi, experta belcantista que dará carne y sangre a la estereotipada figura de Leila. La batuta estará en manos del experto Daniel Oren.
Es sorprendente que algunos achacaran a Bizet la influencia de Wagner (sobre todo a partir del estreno de Carmen), pues el melodismo de Los pescadores de perlas parece un tanto facilón, como lo es en general el de los números corales, pretendidamente exóticos y con frecuencia asimilables a los de algunas de nuestras zarzuelas.