Las cosas no están siendo fáciles para nuestra escena. Cada año hay que sumar obstáculos que complican su situación, como la subida del IVA. Pero, contrariamente a los tiempos que corren, la cosecha teatral pone cada temporada el listón más alto. Obras, autores, directores, actores y fenómenos como el microteatro disipan tercamente los malos vientos y enmudecen a los agoreros. Así llega un año más el Premio Valle-Inclán que concede El Cultural de El Mundo, un galardón de teatro que, en su séptima edición, quiere seguir reconociendo, gracias al patrocinio de la Fundación Coca-Cola, la excelencia de los escenarios madrileños. El lunes, un jurado presidido por Francisco Nieva elegirá, entre los doce finalistas de este año, al ganador de los 50.000 euros y la escultura de Víctor Ochoa mediante el sistema Goncourt.

Blanca Portillo

Actriz. La vida es sueño

Un Segismundo para la historia

Blanca Portillo. Foto: Carlos Mariña.

La vida es sueño ha sido otro de los grandes triunfos de la actriz Blanca Portillo (Madrid, 1963). Después de encarnar a Hamlet, no le importó ser otro desventurado príncipe al que su padre, el rey Basilio, condena a prisión desde su nacimiento porque los hados han predicho que será un tirano. El juego que establece Calderón entre la realidad de Segismundo (su vida en prisión) y el sueño en el que le hacen creer que vive por momentos (cuando está en palacio) es el núcleo de la obra, juego que decide los estados de ánimo del personaje: cuando vive en prisión se comporta de forma melancólica, pero es furioso y autoritario como príncipe en la corte real. Resulta un prodigio ver a la Portillo cambiando de temperamento, sutilmente, sin que en ningún momento reparemos en el hecho de que es una actriz en un papel masculino. Y, sobre todo, diciendo magníficamente el verso. Lo que también hace inolvidable este trabajo de Portillo es la composición que logra de su personaje: la de un pobre y frágil hombre traicionado por su padre, sin amor ni amigos. Es imposible que el público no sienta piedad por él. Luego nos alegramos cuando vemos cómo el autoaprendizaje de Segismundo le conduce a administrar debidamente su libertad y cómo su sacrificio acaba teniendo una recompensa. La actriz tiene momentos memorables. A destacar, la escena en la que se encuentra con su padre Basilio (Joaquín Notario) y en la que le reprocha su proceder. Momentos que ya son historia del teatro.



Miguel del Arco

Director y adaptador. De ratones y hombres

La mejor escena se cita con la emoción de Steinbeck

Miguel del Arco. Foto: Antonio Heredia.

Por tercera vez, Miguel del Arco (Madrid, 1965) es finalista de este galardón, ahora por la versión y dirección de De ratones y hombres de John Steinbeck. Tras el éxito cosechado con La violación de Lucrecia, en la que dirigió a Nuria Espert, y con Juicio a una zorra, con Carmen Machi, Del Arco se ha convertido en uno de los directores de escena más solicitados. Concha Busto le ofreció que dirigiera la obra con la que dijo adiós a su carrera como productora y Del Arco aceptó llevar a escena esta crónica de dos desheredados en tiempos de la Gran Depresión americana en la que supo verter algunos alusiones a los tiempos actuales. El director contó con dos extraordinarios actores, Fernando Cayo y Roberto Álamo, para los personajes protagonistas: George, un paria que peregrina por las granjas de California buscando trabajo, y su amigo Lennie, un retrasado mental al que protege. Los dos actores bordaron su papel, muy compenetrados en todo momento, lo que les permitió componer un retrato de la gran amistad que les une y el elemento fundamental de la obra. El reparto incluyó a otros actores, como Irene Escolar, Josean Bengoetxea, Antonio Canal o Diego Toucedo. Debe destacarse también el extraordinario y hermoso trabajo del escenógrafo Eduardo Moreno y del iluminador Juanjo Llorens. Del Arco no sólo supo arrancar increíbles interpretaciones a sus actores, también dotó a la tragedia de Steinbeck, en su camino hacia el fatal desenlace, de emoción y visceralidad.



Helena Pimenta

Directora. La vida es sueño

Calderón y la sublime belleza

Helena Pimenta. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.

La vida es sueño ha sido el primer espectáculo con el que se ha estrenado Helena Pimenta (Salamanca, 1955) como directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Ha tenido el teatro lleno desde su estreno y la gira mantiene índices similares de ocupación. La elección de este título por Pimenta fue arriesgada y el resultado, extraordinario. La directora y su equipo lograron ofrecer un espectáculo respetuoso con el texto, con la época y con el espíritu de la obra. Nada que ver con esos montajes modernos en los que un clásico se utiliza como gancho y excusa para lanzar proclamas actuales. Pimenta optó por llevarnos de la mano de Calderón a un lugar donde la palabra, dicha magníficamente en verso, es vehículo sublime de belleza, emoción, filosofía y religión. Pimenta cuenta la peripecia de Segismundo con un ritmo y un pulso escénico trepidantes, pues la atención no decae ni un solo instante en las cerca de dos horas que dura el espectáculo. La pieza de Calderón, en tres actos, se desarrolla a través de una narración ágil que Juan Mayorga ha respetado. Pero la directora ha conseguido conjugar un elenco capitaneado por Blanca Portillo -también reclamo de esta producción- con actores de la solidez de Joaquín Notario (en el papel de Basilio), Pepa Pedroche (Estrella), Rafael Castejón (Astolfo), Fernando Sansegundo (Clotaldo) y David Lorente (Clarín) y la joven actriz Marta Poveda (Rosaura). El aspecto plástico está cuidado al detalle, con una escenografía de Alejandro Andújar y Esmeralda Día, así como la iluminación de Juan Gómez Cornejo.



Magüi Mira

Actriz. La anarquista

Un vuelo de altura para Mamet

Magüi Mira. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.

La anarquista es, por el momento, el último texto de David Mamet. Fue estrenado el pasado mes de diciembre al mismo tiempo en Nueva York y Madrid. Mientras en Estados Unidos la obra, protagonizada por Debra Winger y Patti Lupone y dirigida por el mismo Mamet, apenas aguantó dos semanas en cartel, en Madrid corrió distinta suerte y sus actrices, Magüi Mira (Valencia, 1945) y Ana Wagener, recibieron elogiosos comentarios. Supuso también volver a ver a Mira sobre las tablas, ya que en los últimos años se había refugiado en la dirección de escena. Realmente causó una tremenda sorpresa y admiración verla en el papel de una reclusa que es evaluada por una funcionaria de prisiones para decidir si le concede la libertad condicional. Ha pasado más de 35 años entre rejas por cometer un asesinato en nombre de una organización política y la alcaide debe verificar si está arrepentida de lo que hizo y si ya no es un peligro para la sociedad. Mira hizo un trabajo extraordinario, una composición del personaje desde el punto de vista psicológico muy convincente, en la que iba soltando pequeñas pistas que ayudaban a explicar su comportamiento. Cambió a conciencia su aspecto para adoptar con gran realismo el de una reclusa y mantuvo un tour de force con su oponente escénica con la única ayuda de un endiablado diálogo. La obra exigía una gran atención del espectador, pues el autor da a sus dos protagonistas sólidos argumentos enfrentados. Magüi Mira nos volvió a recordar que es una gran actriz. Supo darle a esta función un vuelo de altura.



José María Flotats

Director y actor. La verdad

Comedia con la precisión de un reloj

José María Flotats. Foto: Alberto Di Lolli.

El actor y director José María Flotats (Barcelona, 1939) vuelve a optar al Valle-Inclán por su excelente trabajo como productor, director y protagonista de La verdad. El pasado año estrenó este vodevil moderno de Florian Zeller en la mejor tradición de la comedia de Goldoni, pero también con evidentes influencias de Mariveaux y de Feydeau. La obra cuenta la historia de un mentiroso compulsivo que acabará dándose cuenta de que los demás también le mienten. El burlador burlado. Si el teatro debe convencer al público de que las ficciones y fantasías que muestra son verdad, el lograrlo depende de unos actores que sepan engañar convincentemente. Algo que a Flotats, uno de los grandes de la escena actual, se le da muy bien. Desde Arte no volvía a explorar esa vis cómica suya tan particular. Pues hay en este texto una clara voluntad de hacer reír, y Flotats y sus compañeros de reparto (María Adánez, Kira Miró y Aitor Mazo) lo consiguen con creces. Pero también hay voluntad de plantearle al espectador preguntas y dudas. Zeller indaga sobre ellas y crea un juguete cómico que en manos de Flotats funciona como un reloj.



Vicky Peña

Actriz. El diccionario

Una gran biografía dentro de una gran intérprete

Vicky Peña. Foto: Ros Ribas.

Al distinguir a una actriz como Vicky Peña (Barcelona, 1954) siempre se tiene la sensación de estar reconociendo también a su madre, la gran Montserrat Carulla. Vaya por delante este reconocimiento sin restar méritos a la hija, que ya ha sido otras veces candidata al Valle-Inclán. Reincide ahora en tan prestigiosa candidatura por su labor en El diccionario, una historia de palabras y sentimientos representada en La Abadía de la que es autor Manuel Calzada y director José Carlos Plaza. Este montaje aborda la vida atribulada de María Moliner, lingüista, esposa y madre depurada tras la Guerra de España. El gran drama de la filóloga y lexicógrafa, entre los otros que moldearon su vida, es el de una mujer definidora de palabras, indagadora, que fue perdiendo la memoria: memoria sin palabras para la autora de un diccionario que hoy consultamos con gran fervor. Es éste un personaje que marca para siempre a una actriz de muchas capas. Sin duda, un papel para Vicky Peña. Muchos y varios registros tiene la voz humana, el dolor y la frustración de Moliner, aplaudiendo con los ojos llenos de lágrimas la entrada de los nacionales en Valencia para salvar a sus hijos.



Carlos Hipólito

Actor. Follies

Una actuación como pocas veces se ha visto

Carlos Hipólito.

Carlos Hipólito (Madrid, 1956) opta al galardón por su actuación en Follies, el musical de Stephen Sondheim que sirvió a Mario Gas de despedida del Teatro Español. Aunque hizo un musical hace años (Historia de un caballo), este espectáculo supone prácticamente su debut en el género. A su gran categoría como actor, Hipólito añade su capacidad para sacarle un gran partido a la voz, lo que le permite interpretar el repertorio musical como pocas veces se ha visto. La historia de Follies es la de un teatro que va a ser demolido. Bajo esta base argumental se habla del paso del tiempo a través de las vidas de dos parejas. Una de ellas la componen Hipólito (Benjamin Stone) y Vicky Peña (Phyllis Rogers). El actor destaca por la composición de un personaje que se va definiendo a lo largo del espectáculo, en el que precisamente los conflictos se introducen en las follies o variedades. Entre los grandes momentos está la interpretación de The Road You Didn't Take o, ya al final, cuando aparece de esmoquin, sombrero de copa y bastón entonando Live, Love, Laugh rodeado por un coro de bailarinas al más puro estilo Broadway.



Ron Lalá

Compañía. Siglo de Oro, siglo de ahora

El noble y eterno arte de los clásicos

Un momento de Siglo de Oro, siglo ahora, de Ron Lalá. Foto: David Ruiz.

Hace algunos años, un grupo emergente lleno de talento y con las necesarias dosis de irreverencia, llegó a la final de candidatos en el Premio Mayte, cuando todavía estaba en su esplendor. Este año llegan al Valle-Inclán, no como grupo emergente ni como grupo revelación, sino como autores de una de las obras que ha agitado la cartelera con vientos de fronda renovadores: Siglo de Oro, siglo ahora: humor, talento actoral, lenguaje, la misma frescura de hace años cuando apenas eran conocidos. Y seguirán creciendo sin perder esa frescura. Como el propio título indica, Siglo de Oro, siglo de ahora tiene la rara habilidad de enlazar el marchito esplendor del mejor siglo de la poesía española con las ruinas de hoy; el declive del imperio con la ruindad y la corrupción de estos días. Y sin poetas -como aquellos que cantan "los muros de la patria mía"- que denuncien los latrocinios. Para eso está Ron Lalá. En este grupo todos hacen de todo y todos se identifican con el noble arte de los cómicos. Sin restarle méritos a nadie, no estará de más señalar la presencia de un buen poeta, siempre al loro y a la respiración de la calle: Álvaro Tato.



María Adánez

Actriz. La verdad

Un sólido papel para brillar en la comedia

María Adánez. Foto: Javier Naval.

La actriz María Adánez (Madrid, 1976) volvió a colaborar con Josep María Flotats en su última producción, La verdad, una comedia del joven dramaturgo parisino Florian Zeller que permitió a la actriz medirse con uno de los más sólidos intérpretes de nuestra escena. Como ya ocurrió en Beaumarchais, donde Adánez interpretó a la amante del protagonista, Flotats le volvió a confiar un rol parecido. El director no se equivocó, Adánez bordó el papel y demostró sus muchas habilidades para la comedia. La obra presenta a un maduro ejecutivo cuyo pecado es ser un mentiroso compulsivo que engaña a su mujer (Kira Miró) con la de su mejor amigo (Aitor Mazo). La historia se complica cuando el ejecutivo comienza a darse cuenta de que las personas que le rodean mienten más que él, incluída su querida amante, María, un ser tan egoísta e interesado como el resto. La actriz ha desarrollado gran parte de su carrera en el cine y las series de televisión (Pepa y Pepe, Aquí no hay quien viva...), pero desde su encuentro con Miguel Narros en 2005 su vocación teatral se ha hecho patente en cada temporada, asumiendo retos cada vez más difíciles. Con este trabajo revalida sus esfuerzos por brillar en el mundo de la escena.



Juan Diego Botto

Autor y actor. Un trozo invisible de este mundo

Una obra de pensamiento

Juan Diego Botto. Foto: José Ayma.

Hijo del exilio argentino y de Maria Botto -viuda de un luchador por la libertad y exiliada del cruel videlazo-, Juan Diego Botto (Buenos Aires, 1975) es el autor y el intérprete de la obra Un trozo invisible de este mundo, que ha sido dirigida por Peris Mencheta, quien también ha destacado este año con montajes notables. Muy conocido como intérprete, sobre todo en el cine, Juan Diego Botto puede ser considerado como un autor primerizo y comprometido con ideas de emancipación y compromiso, concepto desterrado de la jerga intelectual y del lenguaje políticamente incorrecto del territorio de las artes. Se formó en una escuela argentina pasada por muchos filtros, pero fiel a sus orígenes. Es la primera vez que figura en la lista de candidatos al Premio Valle-Inclán, por la que han pasado los mejores intérpretes de España. Un trozo invisible de este mundo es una prueba de fuego para un actor y también para un autor que, aunque comprometido con el exilio político y la emigración, sabe distinguir entre doctrina, discurso y teatro. Una obra de pensamiento, pero sobre todo una obra que respeta, sin perder la pasión política, el lenguaje de la escena.



José Luis Gómez

Actor. El principito

La palabra vivida de la farándula

José Luis Gómez. Foto: Raúl de la Cruz.

José Luis Gómez (Huelva, 1940), referencia en la escena española desde que hace cuarenta años regresó de Alemania, estuvo a punto de ganar el primer premio Valle-Inclán en enconada competición con Juan Echanove. Éste se impuso por su papel en Plataforma, el texto de Houellebecq dirigido por Calixto Bieito. Por segunda vez y por su papel en El principito, el libro clave de Saint-Exupéry, el director de La Abadía forma parte de la lista de privilegiados que aspiran con todo derecho a alzarse con el galardón más importante del teatro español. José Luis Gómez aprendió teatro en Francia, en Alemania, en Polonia y en otros lugares de excelencia. Y sacudió los cimientos de este país cuando montó La resistible ascensión de Arturo Ui, la gran obra de Brecht. Miembro de la Real Academia Española, no encarna en este montaje a un imberbe príncipe sino a un hombre ya instalado en la senectud. Gómez, dirigido por Roberto Ciulli, comparte tablas con la actriz Inma Nieto ("una suerte trabajar a su lado", dijo) para mostrarnos una profunda reflexión sobre la muerte, "porque ella siempre estuvo sobre la espalda de Saint-Exupéry, acechándole". Eso sí, sin dramatismo ni pasajes lúgubres. Gómez representa no la palabra escrita sino la palabra actuada y vivida de la gente de la farándula.



Miguel Alcantud

Director y promotor. Microteatro por Dinero

Una forma revolucionaria de crear y exhibir teatro

Miguel Alcantud.

El realizador y director de cine y televisión Miguel Alcantud (Cartagena, 1974) es el promotor de Microteatro por Dinero, un espacio escénico que ha dado un enorme impulso al teatro contemporáneo, a través de un espacio que programa piezas breves de quince minutos en un espacio con cinco salas de apenas nueve metros cuadrados cada una. El origen de este insólito espacio fue un espectáculo que Alcantud escribió y dirigió para ser representado en las trece habitaciones de un prostíbulo de la calle Ballesta, en un edificio que iban a rehabilitar. Aquel montaje se llamó Por dinero y tuvo tanta aceptación de público que, cuando los actores dieron por terminadas las funciones, la asociación cultural Triball, dedicada a la recuperación de la zona de Ballesta, propuso a Alcantud que hicieran teatro de forma estable en el local que hoy mantienen en la calle Loreto y Chicote. Alcantud reunió a una veintena de aquellos amigos y les embarcó en una asociación cultural para desarrollar un modelo de exhibición que, en sus propias palabras, "es mucho más que un formato cultural; es un propuesta alternativa de ocio". El local, siempre muy animado, tiene la apariencia de un bar de copas pero alberga en el sótano cinco salas. Las sesiones se prolongan durante dos horas y media, ofreciendo seis pases de cada uno de los títulos del menú diario. Cada cinco minutos comienza una pieza. Es teatro a la carta, una forma de exhibición muy dinámica que mezcla diversos géneros y que el público experimenta directamente, sin perder de vista a los actores.