Sondra Radvanovsky. Foto: Valentín González Cores.

La soprano Sondra Radvanovsky encabeza el reparto de Maria Stuarda para la ABAO.

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  • Donizetti es siempre bien recibido por el aficionado. Maria Stuarda, obra de 1834, con libreto de Bardari basado en el drama de Schiller, precisa de dos importantes voces femeninas. Una para este personaje caído en desgracia y otra para Elisabeth Tudor, partes defendidas en el estreno del San Carlo de Nápoles por dos grandísimas sopranos, Giuseppina Ronzi di Regnis y Anna del Serre; quienes, por cierto, llegaron a tirarse de los pelos.



    Es el título con el que continúa la temporada de la ABAO en el Palacio Euskalduna desde mañana mismo y que cuenta con el protagonismo, en el papel de Maria, de la norteamericana Sondra Radvanovsky, flamante Premio Campoamor a la mejor soprano del año 2012 en los teatros españoles por sus trabajos en Aida (Liceo) y Norma (Oviedo). La parte le va como anillo al dedo por lo caudaloso, fácil y terso de su voz, la de una lírico-spinto, y por su medido y cuidado arte de canto. Enfrente tiene no a otra soprano, sino a una mezzo, de acuerdo con la costumbre tradicionalmente seguida desde hace lustros y sobre todo a partir de 1865, cuando se reconstruyó la versión definitiva en tres actos y se recuperó el título deseado y que la censura obligó a sustituir por el de Buondelmonte, con los consiguientes cambios argumentales.



    La Elisabetta en cuestión es la italiana Veronica Simeoni, mujer de buen porte y timbre más bien lírico y no especialmente coloreado, pero es joven y va a más. Lo mismo que el tenor sardo Francesco Demuro, cuya voz está tomando cuerpo y que casa con el personaje de Leicester. Como Talbot, figura el bajo Mirco Palazzi, que, como los dos anteriores, debuta en la ABAO. Anna Kennedy es la prometedora Anna Tobella y Cecil, Alex Sanmartí. Estarán bajo las órdenes del también tierno José Miguel Pérez Sierra, cada vez más asentado en nuestros escenarios, dotado de un sorprendente instinto musical y de un gesto seguro. Dirigirá a la Orquesta Sinfónica de Navarra y al Coro de Bilbao. La puesta en escena, que viene de la Ópera de Graz, corre a cargo del imaginativo y barroco Stefano Poda, siempre con ideas renovadoras, aunque a veces discutibles. Normal.



    Son mimbres parece que adecuados para mecer el neobelcantismo que alberga la partitura, que tiene su número más famoso en el llamado Dialogo delle due Regine, una escena original montada sobre un bien armado recitativo acompañado de magnífica progresión dramática, que culmina en una soberbia e impetuosa stretta. Antes, Maria canta una estupenda aria cerrada por una cabaletta plena de fuerza, que avanza algunas de las escaramuzas del dúo.