Isabel Rey, organizadora de la II Fiesta de la Lírica.

Un total de 22 cantantes desfilarán el domingo por la segunda edición de la Fiesta de la Lírica del Teatro de la Zarzuela para celebrar el Día Internacional de la Ópera. El Cultural analiza el estado de la cuestión de las voces españolas, que en ocasiones reciben más atención en el extranjero.

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  • Cualquier reunión lírica o representación de zarzuela nos revela que actualmente hay en nuestro país una pléyade de cantantes de distintas edades que poseen con frecuencia sólida formación y que abastecen con dignidad determinadas funciones y temporadas. De una manera o de otra, pese a lo incierto de los estudios musicales, de los variados planes que se han venido sucediendo a lo largo del tiempo, las voces patrias acaban por sobresalir en medio de las penurias y del empeño de ciertos organizadores y agentes que prefieren, de raíz, con impertinente hábito, buscar fuera lo que en ocasiones puede hallarse aquí.



    No olvidemos que, aunque los reinos de taifas siempre han sido protagonistas en esta esquina de Europa y que la enseñanza del canto ha pasado y pasa por oscilaciones imprevistas, teniendo en cuenta que no todos los profesores y maestros dan la talla, este país ha sido cuna de cantantes de excepción y que en él se creó, de la mano de Manuel García, principios del XIX, en una impagable labor continuada por su hijo, la moderna escuela de canto que, a través de alumnos y maestros sucesivos, ha venido alimentando desde entonces los estudios de la disciplina y forjando su técnica.



    ¿Cantidad? Y calidad

    Nos alegramos cuando se organiza un acto en el que concurren voces hispanas y comprobamos que éstas siguen existiendo en cantidad y en calidad, desmintiendo lo que en algunas instituciones pueda pensarse. Nos referimos en este caso a la convocatoria de la II Fiesta de la Lírica que se va a desarrollar en el Teatro e la Zarzuela el domingo a beneficio de la Asociación Juan Adeje para celebrar el Día Internacional de la Ópera. Veintidós cantantes de distintas cuerdas se dan cita para interpretar páginas de Verdi, Bellini, Donizetti, Rossini, Puccini, Massenet y Gounod con el soporte pianístico de los excelentes Itziar Barredo y Miguel Huertas.



    Vale la pena mencionar los nombres de todos los participantes en una causa tan noble. A la cabeza, el barítono Juan Pons, que aún puede dar lecciones de fraseo y bien decir sobre la base de ese timbre pastoso y rico que lo caracterizó. Luego las sopranos Isabel Rey -organizadora del concierto-, Ana Ibarra, María José Moreno, Yolanda Auyanet, Lola Casariego, Ruth Rosique y Davinia Rodríguez; las mezzos Nancy Fabiola Herrera y Marifé Nogales; los tenores Jorge de León, Antonio Gandía, Luis Dámaso, Pancho Corujo, el venezolano Aquiles Machado y el mejicano Ricardo Bernal; los barítonos Reinaldo Macías, Juan Jesús Rodríguez, Manuel Lanza y José Julián Frontal, y los bajos Rubén Amoretti, Miguel Ángel Zapater y Miguel Sola.



    La verdad es que es un buen plantel en el que hay voces para todos los gustos, desde lo más ligero a lo más spinto. Muchas de ellas pululan ya por importantes teatros. No precisamente en el Teatro Real de Gerard Mortier, cuya política es la de dar la espalda a la mayoría de estos instrumentos, como bien se nos ha demostrado en las últimas temporadas. Una soprano que se salva de la quema actual es María Bayo, que ofrece el mismo día, un par de horas después, en el coliseo de la Plaza de Isabel II, Chants d'Auvergne de Canteloube, una de sus especialidades. Más de una vez, y en otros foros, el firmante ha llamado la atención sobre la raquítica política de la dirección de este coliseo en orden a contar con las voces españolas y el aparente desprecio que siente por ellas.



    No se trata, por supuesto, de colocar porque sí a nuestras voces. Pero en ocasiones las foráneas no son siempre mejores. Hay que ir introduciendo paulatinamente aquellas que revelen maneras y muestren un futuro prometedor. Tampoco queremos establecer aquí una casuística siempre peligrosa. Pero sí podemos apuntar, a vuelapluma, y quedan muchos fuera, algunos nombres que sería muy recomendable tener en cuenta, incluso para cometidos estelares, en ese hipotético banquillo: las sopranos: Ángeles Blancas, Laia Falcón, María Ruiz, Carmen Solís, Sonia de Munck y María Espada; las mezzos Nuria Lorenzo, Elena Gragera, Silvia Tro, María José Montiel, Maite Beaumont y Ainhoa Zubillaga; los contratenores Flavio Oliver, Jordi Domenech, Carlos Mena y Xavier Sabata; los tenores Alejandro Roy, Enrique Ferrer, José Ferrero, José Luis Sola, Albert Montserrat, Andeka Gorrotxategui, Jorge Rodríguez Norton o el veteranísimo Ignacio Encinas, aún con agudos impactantes; los barítonos David Menéndez, Alfredo García, Joan Martín-Royo, Enric Martínez-Castignani o José Antonio Carril; los bajos Felipe Bou y José Antonio López. Algunos actuaron ya en el Real, pero con anteriores direcciones artísticas.



    Con relación a la temporada 2012-2013, en la que se contaban 21 cantantes españoles, la 2013-2014 presenta un balance más reducido: sólo 14. De ellos, tres en papeles protagonistas: Celso Albelo e Ismael Jordi para L'elisir d'amore y Ainhoa Arteta para Los cuentos de Hoffmann. Parece verdaderamente ridículo en un Teatro que se llama Nacional.